Fuente: https://www.lamarea.com/2021/04/30/reducir-jornada-laboral-recuperacion-economica/
1 de mayo: reducir la jornada laboral, una medida ecosocial para la recuperación económica
Necesitamos trabajar menos para repartir el trabajo productivo y reproductivo, y hacerlo en actividades que nos permitan seguir habitando este planeta», reflexiona Alfons Pérez, del Observatori del Deute en la Globalització (ODG).
Llevamos más de un año de malas noticias. El imaginario colectivo está castigado por las restricciones, las cifras de personas fallecidas, la incertidumbre, el desconcierto y un futuro que no parece demasiado alentador. Entre tanta oscuridad, ¿existe alguna manera de extraer lecciones de la pandemia que puedan proyectar un futuro ilusionante? La respuesta es sí. Y la propuesta es la reducción de la jornada laboral, una medida que en este momento histórico puede ser una palanca de cambio para la justicia social, ambiental y de género.
El 1 de mayo de la recuperación económica
Seguramente, este 2021 será la primera conmemoración del día de la clase trabajadora dentro de nuevo ciclo de movilizaciones que tendrá que lidiar con eso que se ha venido a llamar recuperación económica. Y la cosa no va a estar nada fácil.
La dificultad viene por diferentes situaciones que se entrelazan y retroalimentan. La primera cosa destacable es que el coronavirus no tiene la culpa de todo porque la crisis de 2008 nunca desapareció ¿Cómo se explica, si no, que las grandes empresas no soportaran ni un solo mes de pandemia? Desde el principio, corporaciones como Repsol, Naturgy, Iberia, Vueling, OHL pidieron liquidez y ERTES a instituciones nacionales y europeas, sin que las instituciones públicas exigieran una mayor protección de las personas trabajadoras u otros criterios sociales y ambientales.
El segundo hecho destacable es que los venerados fondos europeos Next Generation EU, a los que el Estado español opta hasta 140.000 millones de euros, vienen acompañados con la ya conocida disciplina europea. Sin duda, la mayor preocupación para Bruselas son las reformas laboral, fiscal y las pensiones. En la parte laboral y hablando en plata: a Bruselas le gusta la reforma de Rajoy y cree que se debería profundizar para acabar con la dualidad del mercado de trabajo español. Para ello necesita ‘aliados nacionales’ como Nadia Calviño, y marca de cerca a políticas como Yolanda Díaz. Además, los fondos forman parte de los prácticamente 7 billones de euros inyectados por instituciones públicas nacionales y europeas en tiempos de pandemia que provocarán sobreendeudamiento y medidas de ajuste y austeridad. Es decir, podríamos volver a la casilla del 2008.
Tercer apunte, y ahí ya entramos más en materia. Esta recuperación, a diferencia de otros momentos históricos de recuperación poscrisis, se está caracterizando como verde. La Green Recovery o Recuperación Verde que promueven el Banco Mundial, el FMI, la OMC, la Comisión Europea, etc., propone una colaboración público-privada donde las corporaciones lideren la transformación de la economía para un futuro verde y digital. Verde en un sentido tan amplio que las grandes empresas con una fuerte responsabilidad histórica sobre el cambio climático pueden ser protagonistas. Digital, haciéndonos creer que todo se puede digitalizar y que, de la misma manera que la mecanización nos prometía una vida sin esfuerzos físicos, la digitalización nos permitirá comandar nuestra vida desde el sofá con una pantalla. Eso sí, las grandes corporaciones saben perfectamente que digitalización rima con reestructuración. Sus agendas digitales tienen una orientación clara de sustituir personas trabajadoras por máquinas obedientes.
Trabajar menos para producir menos
Si volvemos a la situación de la última crisis, cosa más que probable, ya sabemos que las palabras paro y empleo van a ser de la máxima preocupación para la clase trabajadora, pero también legitimarán políticas duras que implicarán la pérdida de derechos sociales y laborales ganados a pulso en las últimas décadas. En este complejo panorama cabe preguntarse si existe alguna medida que ataque los problemas a corto plazo de la clase trabajadora (ERTES convertidos en ERES, reestructuraciones, profundización de la precariedad, paro juvenil, etc.), pavimentando un camino que pueda lidiar con los problemas ambientales del siglo XXI y, a la vez, poniendo en valor el trabajo reproductivo que tan imprescindible se ha mostrado en tiempos de pandemia.
Empecemos por lo difícil. Algunas escuelas de negocios estudian la reducción de la jornada laboral midiendo la productividad, es decir, les preocupa que se produzca menos. La propuesta ecosocial de reducción de la jornada va en otro sentido. Seamos claros, algunos de los sectores productivos de la economía se deben reducir y no es deseable su recuperación. Para el caso del Estado español, la automoción y la industria turística son clave. Es verdad que necesitamos electrificar la movilidad y que se puede promover un turismo doméstico más sostenible pero, para ese futuro habitable, estos sectores están sobredimensionados y mantener o incrementar sus ritmos productivos nos lleva a la catástrofe climática. Pasaría los mismo con la construcción, la agroindustria y las finanzas, pero quizás no han estado tan presentes en el debate público durante la pandemia.
A sabiendas de que esta afirmación puede tener unas consecuencias directas en la vida de las clases populares, hay que ser muy sensible a la hora de justificarla y argumentarla. Quizás lo más importante a destacar es que la “reconversión industrial” o la “transformación económica” va a pasar sí o sí. De hecho, ya está pasando, ahora, en tiempos de pandemia. Que la Unión Europea apruebe una reducción de emisiones del 55% para 2030 y que los fondos europeos de recuperación en España sean en más de un 70% para la transformación verde y digital marca una tendencia clara y acelerada de ese cambio. Ahora bien, aquí el papel de las instituciones está siendo, principalmente, poner las condiciones necesarias para que el mercado reorganice la economía. El mercado, representado en el Estado por el IBEX-35, aplaude el apoyo financiero público y se dispone a empujar la ‘transformación’. De la misma manera, esos ‘anuncios verdes’ de las instituciones son una señal muy clara para los inversores, los que mueven el dinero. Lo fósil ya no va a ser tan rentable, hay que ir a lo verde.
¿Podéis imaginar por un momento la ingente cantidad de dinero que hay invertido en la industria fósil? Un movimiento de ese enorme flujo hacia otra actividad, aunque sea en un porcentaje pequeño, generará enormes burbujas en otros sectores. Véase si no la proliferación de macroproyectos renovables y de hidrógeno en la geografía peninsular.
Toda esa ‘transformación’, que se podría enmarcar en las tesis del capitalismo verde, no es más que una profundización del modelo de extracción y acumulación capitalista. Las agendas corporativas vincularán ese futuro verde y digital a reestructuraciones, subcontrataciones y deslocalización. Si nos parece descarnado que en la fusión de CaixaBank y Bankia se eliminen más de 8.000 empleos, habrá que ver qué las consecuencias del incremento de la robotización, la inteligencia artificial y la profundización de la economía de plataforma.
Lo que está en juego, por tanto, es cómo afrontamos la deseable e inaplazable transformación del modelo productivo durante la recuperación económica. ¿Planteamos una transformación desde la justicia social y ambiental o la dejamos en manos del IBEX-35 y sus aliados, como ya está pasando?
La reducción de la jornada laboral como política palanca ecosocial
En el plano institucional, Mas País-Verdes Equo propuso una prueba piloto para una jornada semanal de 32 horas manteniendo el sueldo y con el apoyo de los prepuestos públicos de 2022. De la misma manera, el Partido Nacional Escocés afirmó que si era reelegido crearía un fondo para dar apoyo a las pequeñas empresas que se quieran adherir a la semana de cuatros días laborales. También el sindicato de Euskal Herria LAB está trabajando en un código laboral y una ley de seguridad y protección social que reivindica una reducción de las horas de trabajo.
Estos movimientos, y la cantidad de noticias que han surgido durante la pandemia en el mismo sentido, muestran que el planteamiento no es ninguna quimera. La propuesta ecosocial, entonces, debería abogar por la reducción necesaria de los sectores productivos nocivos y contaminantes, la repartición del trabajo productivo con jornadas laborales de menos horas y también el reparto del trabajo reproductivo, una carga que supera las horas de trabajo asalariado y que es soportado muy mayoritariamente por mujeres.
Tenemos antecedentes históricos que, con sus luchas, ganaron derechos para toda la clase trabajadora. Haymarket y la Canadiense consiguieron lo imposible: la jornada laboral de ocho horas. Precisamente, este 1 de mayo, marcado por la situación sanitaria y econónomica, podría invocar ese espíritu actualizándolo para este siglo. Necesitamos trabajar menos para repartir el trabajo productivo y reproductivo, y hacerlo en actividades que nos permitan seguir habitando este planeta. ¿Os parece una tarea ilusionante?
* Fe de errores: en una primera versión, se hablaba de la fusión entre CaixaBank y BBVA, cuando realmente es CaixaBank y Bankia.
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