Fuente: https://literafricas.com/2021/11/16/premio-literaturas-y-letras-africanas-2021/
Premio literaturas y letras africanas 2021
El pasado 26 de octubre La Fundación El Pájaro Azul distinguió mi labor tras Literafricas con un premio.
Así me lo comunicó la presidenta de “La Fundación El Pájaro Azul”, Inmaculada González – Carbajal García:
“La Fundación El Pájaro Azul trabaja en proyectos de desarrollo en el África subsahariana y en la difusión y conocimiento en España de las sociedades y culturas africanas. Con este fin organiza cada año, con la colaboración de la Universidad de Oviedo y la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo, unas Jornadas Internacionales de Literaturas Africanas (…) Asimismo, otorga desde 2020 con carácter anual un premio para reconocer públicamente la labor de difusión en España de la creación literaria de escritores africanos. (…) Me complace comunicarle que le ha sido otorgado el Premio de Literaturas y Letras Africanas en la edición correspondiente a 2021 por la extraordinaria labor que lleva a cabo en su blog Literafricas, un espacio para la creación literaria africana que pone a disposición del lector en lengua española una valiosa y actualizada información sobre las publicaciones de obras literarias africanas que, pese a su valor, podrían pasar fácilmente desapercibidas entre nosotros, y muestra la diversidad de manifestaciones, lenguajes y perspectivas que caracteriza a las culturas africanas”.
Cuando comencé esta aventura jamás se me pasó por la cabeza llegar a ser premiada por difundir las literaturas africanas a través de un espacio que he mantenido abierto, de acceso libre y gratuito, durante muchos años. Es imposible que os haga partícipes de la emoción que supuso para mí tal reconocimiento y tanto cariño recibido de aquí y allí. Sé que no lo merezco pero lo acojo todo con los abrazos abiertos a la espera de poder llegar a corresponder de igual manera.
He tardado mucho en retomar Literafricas desde entonces, también porque no sabía si debía o no publicar mi discurso de aquel día. Pero muchos de los seguidores de este espacio me lo habéis pedido. Y a vosotros no puedo deciros que no. Así que aquí lo tenéis.
Recogiendo el premio de manos de la Presidenta de la Fundación
“Buenas tardes. Hoy recibo este Premio tan importante para mí y ante todo quiero agradecer a la Fundación El pájaro azul, que haya querido distinguir y reconocer mi trabajo tras mi blog, mi casa, Literafricas.
He preparado un discurso salpicándolo con títulos imprescindibles de las literaturas africanas. Es parte de mi homenaje a estas letras que tanto me han dado. Espero que lo disfrutéis.
A menudo la pregunta que más veces me han hecho es ¿por qué empecé a escribir Literafricas? Ante semejante cuestión he dado respuestas de todo tipo porque la verdad es que se me hace muy difícil saber si hubo una única razón. Contestar a esto, sin duda, me ha obligado cada vez que se ha formulado dicha cuestión a superar mis más íntimas Condiciones nerviosas.
Sin embargo, rara vez me han preguntado por qué continúo haciéndolo.
Os hablaré del principio, intentando no escribir Mi carta más larga. Podéis creerme o no si os digo que, antes de Literafricas nunca me había gustado hablar sobre los libros que leía, mucho menos escribir sobre ello. Porque leer y escribir eran para mí actos privados. Cuando recomendaba lo hacía con recelos y, a veces, sin ser consciente del destinatario, craso error lo reconozco. Después, me he ido liberando de esa timidez y, aunque sigo pensando que no todos los libros son para todas las personas en todos los momentos, sí pienso que para cada persona hay al menos un libro en muchos momentos. La flor púrpura que ilumina nuestras vidas.
Empecé Literafricas por azar. Creo que porque comencé a percibir que me faltaba un continente por leer, ahí es nada. Quizás porque llegó el momento en el que dentro de mí, aquella tonelada de olvido que había vertido sobre el continente africano comenzó a desmoronarse. Y ya sabemos lo que ocurre cuando Todo se desmorona.
Me volví y decidí que ya era hora de dar el paso y caminar por aquel universo ajeno y extraño cosido en mi mente y en mi corazón con las agujas de los estereotipos, los alfileres de los clichés, el hilo de la desinformación interesada.
Entonces comencé a viajar ya que no soy de Las que aguardan y lo que me encontré derribó todas mis expectativas previas dinamitándolas por los aires. Frente a mi quedó un enorme agujero, una invitación, por el que decidí penetrar a tientas. Así lo recuerdo y así fue como salí de La estación de la sombra en la que estaba sumergida. Después, desnuda como El pan a secas, supe lo que tenía que hacer: me fui directa hacia esos criaderos de belleza que son las Bibliotecas Públicas.
Literafricas comenzó nutriéndose de libros que el tiempo había sumergido en ese agujero negro en el que condenamos a todo lo que no sea novedad. Resuenan aquí de fondo Los tambores de la memoria ya que empezó rescatando obras, en una zambullida colosal en tantos títulos que hoy es casi imposible leer si no acudimos a las Bibliotecas o alguna de esas Librerías que guardan libros como se guardan los tesoros. Autorías de las que apenas se sabía nada, títulos que habían quedado varados en puertos que ya nadie frecuentaba, tantas páginas flotando en el aire del olvido. Los hombres leopardo se están extinguiendo pensé. Pero, a cambio, llegaron otras historias que con aire renovado siguieron alimentando nuestra necesidad de escuchar las narraciones que con voz propia llegaban desde el continente africano.
Los que soñamos leyendo nos entendemos al instante ya que habitamos una especie de tierra ensoñada, Tierra sonámbula. Basta una mirada para entender de qué estamos hablando, para reconocernos rápido. Por eso Literafricas ha hecho magia. Sus conjuros me han puesto en conexión con miles de personas que, como yo, leían estos libros, disfrutaban y absorbían, de un trago la letra escrita, como si fueran El bebedor de vino de palma.
Y ha hecho más, me ha dado a conocer a centenares de personas, aquí, ahí y allí, que antes que yo habían hecho ya el mismo recorrido, lo habían cubierto con honestidad y trabajo, rigor e inteligencia traduciendo ante todo y también editando, publicando, escribiendo artículos, reseñas, entrevistas y reportajes, investigando o difundiendo, todos conscientes de que había que hacerlo Mejor hoy que mañana.
Y, además, Literafricas, en uno de sus mejores conjuros, me ha dado amigos increíbles, no quiero dar nombres porque siempre-lo sabemos-olvido alguno, no hace falta, ellos saben muy bien quiénes son.
Pero, sobre todo, con Literafricas he añadido mundos al mundo.
Continúo escribiendo en Literafricas porque soy una convencida de la capacidad de las historias de ficción para lograr, entre otras cosas, eso tan necesario de empatizar con el otro y cambiar nuestra manera de mirar.
La lectura de un libro escrito por un autor/a africano/a nos invita de manera inmediata a sumergirnos en un mundo, casi con seguridad, desconocido hasta ese momento.
Leer deshace los Eslabones que nos tienen atenazados, aleja las Nubes de lluvia y nos devuelve La memoria del amor que creíamos haber perdido. Espanta los pensamientos del tipo Estoy solo y nos abre los ojos al conocimiento desde planos históricos, lingüísticos, culturales o sociales.
Pero va más allá; llega a conseguir que caminemos durante ese lapso de tiempo junto a seres humanos diferentes a nosotros y, en el fondo, tan iguales. Y abre la posibilidad de poder variar nuestras miradas sobre cientos de situaciones que conocemos de manera cotidiana, pero sobre las que no logramos penetrar.
Por eso si digo que ahora soy una persona de más mundos gracias a las literaturas africanas sabéis a la perfección de lo que estoy hablando.
Cuando escucho a mi alrededor tanta negación, oigo el trueno del odio sordo y la violencia sin sentido, huelo tanto racismo y xenofobia, siento la falta de compasión y veo a mis mujeres y niñas, vuelvo los ojos hacia los libros.
Doy gracias por algo en apariencia simple y accesible para nosotros, por tener la capacidad de leer y por tener, también, la suerte de rodearme de libros.
No soy una ingenua, aunque a veces tenga la tentación de volver a pertenecer a La generación de la utopía, comprendo la limitación de mis pensamientos, pequeños como Un grano de trigo.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar que hay un camino fácil, sencillo, ejercitable a cualquier hora: aquel que se abre al volcar las páginas de una obra y que produce un acercamiento entre lector-escritor, un diálogo imprescindible que es el cimiento, un verdadero paso, un intento de contener algo del conocimiento de este mundo extraño que habitamos. Para lograr de verdad entre todos Desplazar el centro, algo que sí sea universal, que desde la diferencia nos una en una Comunidad en la que prevalezca el ser sobre el tener. El conocimiento y el amor sobre la propiedad y la envidia.
Un poco de todo esto es Literafricas. Un contenedor de vidas e historias, de pensamiento e imaginación. Un vivero de experiencias y de vitalidad contagiosa que intenta expandirse para ser más mundos, en lugar de uno solo.
Hoy, a esta mi casa, han querido darle un premio hermoso. A veces los premios se hacen pesados porque reconocen a la vez que colocan una losa, un peso insoportable el de no saber si se podrá superar el nivel. Pero con este que hoy recibo con tanta emoción no pasará, porque este lo dan aquellos que saben que se trata siempre de dar lo mejor de cada uno. La mejor versión de las literaturas africanas, en este caso. Y que solo he hecho un intento, nada que no se pueda remediar.
Los premios llegan por sorpresa, pero son importantes, ayudan a seguir caminando.
Han tenido que pasar 30 años para que el Nobel de Literatura recayera este año en un escritor que contiene una parte de África en su escritura. Me alegré mucho por Abdulrazak Gurnah, todavía siento dentro de mí su Paraíso. Y me inclino ante Paulina Chiziane que ha conseguido el Camoes, el premio más importante en lengua portuguesa también este año. Una mujer que tuvo que vencer tanta mirada esquiva hasta imponer su escritura como lo que es, un magnífico ventanal para asomarse a la historia, los traumas, los silencios y tabúes de su país.
Ellos son solo dos de la legión de escritores/as africanos/as (siento las etiquetas, pero son inevitables), auténticos artesanos de la palabra que tienden sus puentes, en forma de libros, para acercarnos, hacernos palpitar y sentir, rebelarnos y gritar. Tienen toda mi admiración y respeto.
Escribe ella, Paulina Chiziane, que “Contar una historia significa llevar las mentes en el vuelo de la imaginación y traerlas de vuelta al mundo de la reflexión”. Esa es la magia que sentimos cuando encontramos ese libro que nos estaba esperando y del que antes os hablaba.
Dedico en primer lugar mi premio, a mis sobrinos, Aritz, Aroa, Iratxe, Amaia, Eider y Ohiane y, junto a ellos, a todos los niños y niñas que empezáis a caminar por este mundo que os estamos dejando. Quiero que sepáis que cuanto más lejos os lleven vuestras lecturas, más grandes seréis como personas. Porque leer también te puede volver mejor como ser humano, os hará cuestionaros, pensar por vosotros mismos, no reproducir el odio y la sinrazón. Solo quiero recordaros que a la literatura se llega por muchos caminos y al continente africano también mediante la literatura.
En segundo lugar, quiero dedicar este Premio a todos los que en algún momento habéis apreciado, leído y difundido Literafricas. Quiero que sepáis que siempre he sentido vuestro calor, vuestro ánimo y vuestro cariño. Sin vosotros, no habría sido posible.
Porque todo de lo que he hablado hoy está en mi casa, vuestra casa, en Literafricas, sed todos siempre bienvenidos.
Viva la literatura y viva siempre África.
Muchas gracias”.
En Oviedo, 26 de octubre de 2021.