Bolivia. La derecha golpista vuelve a través de las urnas

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Este fin de semana se realizaron las elecciones subnacionales, las primeras que se hacen después de la victoria del binomio de Lucho Arce y David Choquehuanca. Esta vez hubo resultados ciertamente agridulces. El MAS obtuvo varias gobernaciones y alcaldías, pero en las grandes ciudades, la derecha golpista cosechó votos y victorias preocupantes. Sobre esta situación hablamos con Antonio Abal, ex cónsul en Argentina y esmerado  analista de política nacional e internacional .

Bolivia. La derecha golpista vuelve a través de las urnas

-¿Cuál es el primer balance de estos comicios?

-Creo que el mapa que tenemos ahora en el país, resulta más eficaz que cualquier manual de análisis y teoría política de la realidad boliviana. Se están demostrando en los hechos  materialmente, las construcciones principales de la sociedad local. Es decir, estos núcleos concentrados en zonas urbanas con un fuerte contagio de lo que son las políticas neoliberales y, además, con clarísimas, posiciones con respecto a los pueblos originarios. Quedó todo claro. Consolidando una visión del país, con contenido ideológico. Por ejemplo, se manifestaron en los días de terror de noviembre de 2019, los hechos urbanos generaron este tipo de dinámica. Y esto quedó plasmado en estas elecciones: Me parece que es un buen momento para reflexionar acerca del posicionamiento político que debería tener el gobierno, no solamente en el término de conquista territorial sino como horizonte ideológico político de acción. Esta es una señal y enseñanza que hay que recoger de este nuevo mapa político que nos dejan las elecciones subnacionales.

-Evidentemente, siempre que han habido elecciones de este tipo, el MAS ha tenido más apoyo en núcleos rurales que urbanos. Pero ocurre en esta oportunidad que los resultados impactan. A pocos meses de haber ganado una elección contra el golpismo, de pronto aparecen venciendo con una buena cantidad de votos, candidatos abiertamente golpistas y de derecha, léase Manfred Reyes Villa en Cochabamba, léase Camacho en Santa Cruz,o Iván Arias en La Paz. ¿A qué se debe esta reaparición, tan contundente, de estos personajes que tanto mal le han hecho al pueblo boliviano?

Días atrás, en un diálogo que tuve con unas personas, me consultaban quién era el gran perdedor, porque en algunos medios se dice que el gran perdedor es el MAS. Pero no es así, el gran perdedor es Carlos Mesa, quien quería articular un proyecto político nacional y ser la cabeza política visible y a partir de ahí, proyectar la organización política a futuro. Este proyecto ha fracasado, no existe oposición nacional, el panorama muestra que son fragmentos de derecha, que han ganado algunas elecciones, pero una organización consistente a nivel nacional no existe. El gran perdedor es el proyecto integrador con características nacionales. El otro fenómeno tiene que ver con los sucesos previos de noviembre de 2019. Iván Arias que ahora si no hay sorpresa es alcalde de La Paz, decía “o nos unimos o nos hundimos”. Estuvo empeñado en juntar todas las fracciones de la derecha en Bolivia y no tuvo éxito. En La Paz se ha dado eso, han habido renuncias de candidatos o quienes han declinado su postulación y otros han apoyado la elección de Iván Arias. No es una reactivación política, es un voto contrario al MAS. Son proyectos personales, están basados en el candidato. más que en la propuesta. Se han confirmado tendencias políticas ideológicas. Por ejemplo, en Santa Cruz y el caso de la ciudad de La Paz, no el departamento. Hay sorpresas en otros departamentos que optaron por una tercera vía. No es casual que el partido en el cual se han cobijado algunos candidatos sea el Tercer Sistema.  Entonces, la dinámica política en Bolivia está definida por esos dos ejes. Una organización política nacional que pese a todo mantiene un caudal de votación muy fuerte y por el otro la desarticulación de un proyecto nacional de una oposición consistente y duradera en términos de materia política.

-Ha habido un fenómeno que los analistas destacan, que es el de la irrupción, con una muy buena elección, de Eva Copa, en El Alto, la trinchera de la izquierda masista, que no es la primera vez que se pierde. Pero en el caso de Eva Copa, sabemos las idas y vueltas que hubo y que finalmente quedó afuera del MAS y en la agrupación Jallalla y sufrió una guerra sucia “por izquierda» que incluso llegaron a acusarla de ser de la CIA. Sin embargo, el pueblo la votó y la votó realmente el pueblo humilde, todo lo contrario de lo ocurrido en La Paz con los votantes de Iván Arias. ¿Cómo analizar ese fenómeno?

-En El Alto se cometió el mismo error que las elecciones de 2015. Es decir, se puso un candidato que no contaba con la confianza de la organización ni con la confianza de la gente. Mínimamente cualquier estratega político sabe que si no se cumple con esas condiciones, se va al fracaso. Eso ocurrió cuando Soledad Chapetón en 2015 salió de Unidad Nacional, y claramente, varios sectores que acompañaban al MAS hicieron voto castigo. Ahora no es voto castigo, sino que ahora se alinearon con una candidatura: Eva Copa. Ella tiene las posibilidades de articular con un movimiento de carácter nacional. Ya hay varias organizaciones que apoyan esta emergencia de unos candidatos que, si bien, como es el caso de Eva Copa, no viene de una larga trayectoria política, ha logrado como cuestionadora, tener posición crítica al respecto de las organizaciones del MAS. Sembró precedente porque muestra que se puede tener posición coherente con un proyecto político. Eso es lo que ella ha estado diciendo, y además jugar en términos democráticos para demostrar que no hay que torcer la voluntad nacional. Es ciertamente un fenómeno muy interesante, que puede irradiarse al resto del país. De esta forma, hacer aquello que hace tiempo se había pensado en Bolivia: que el MAS apareciera como una fuerza  nacional fuerte pero que al mismo tiempo el pueblo genere una oposición política en los mismos términos ideológicos. Esto ya se planteó en la Asamblea Constituyente, cuando el MAS quiso organizar otra serie de organizaciones políticas que respondieran a un mismo lineamiento del MAS. Es una posibilidad,  frente a una disputa entre fuerzas que van a tener diferencias en sus particularidades, pero un mismo proyecto histórico. Plantea desafíos para Eva Copa, hasta dónde sostiene el tema de su coherencia ideológica y no se deja llevar por, en este caso, el “dueño”, entre comillas, de la sigla política por la que ha sido electa. Este tipo de disputas, entre quienes alquilan la sigla y quieren manejan luego la gestión, es lo que perjudica, digamos, a muchos proyectos que en Bolivia han fracasado.

-Ves como posible que en La Paz, en una segunda vuelta, Franklin Flores del MAS, que ha ganado, con mucha amplitud, pueda tener por contrincante a Santos Quispe, el hijo de Felipe Quispe, el Malku, ¿puede darse un vuelco de votos hacia Quispe allí?

-Es una posibilidad, y cierta. Por una sencilla razón, entre un 15 y 20% de apoyo que ha tenido el otro Quispe, Rafael Quispe, en una eventual segunda vuelta van a ir a Santos Quispe, porque el proyecto es «contra el MAS» no es a favor de un candidato. Acá llevaría las de ganar Santos Quispe en un eventual ballotage en La Paz.

-Vos decías, que uno de los grandes derrotados fue Carlos Mesa. No es de rigor pensar que también perdió la política del “dedo” con que el propio Evo Morales eligió algunos candidatos con que la base no estaba de acuerdo ¿cómo lo ves?

-Más que una derrota personal de Evo Morales, es una derrota al MAS. Que está interesada en articular con una clase media que ha dado muestras de que no es afín al MAS. Persistir en esa estrategia política no es saludable, ni para la coherencia ideológica del MAS ni para un proyecto político a largo plazo. Esto llevará a una reflexión, seguramente, de estas tendencias que están buscando desde hace mucho tiempo, aproximación a la clase media, que ya ha demostrado que no es realmente una opción. Eso se ha mostrado con claridad meridiana respecto del posicionamiento de la clase media boliviana con reticencia al MAS y luego la materialización del pensamiento ideológico, estoy hablando en términos de colonialismo y en término de racismo expresado muchas veces en Bolivia. Esto tiene que aclararse de una vez y así conformar corrientes coherentes entre el discurso y la acción de un proyecto histórico. Me parece que es el momento de una reflexión profunda y así se lo han manifestado dirigentes sociales que incluso han tomado actitudes muy claras, como la de Segundina Flores de felicitar el triunfo de Eva Copa. Entonces, estamos en una dinámica política en Bolivia, que esperemos sea un salto cualitativo y no de retorno a un pasado caótico especialmente en el posicionamiento político de MAS.

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