Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2021/05/15/103-dias/ Entre abrazos y afectos, se escucha desde la asamblea: “Se hizo algo histórico. La lucha sirve. El transitar de muchos compañeros nos dio fuerzas. Hay que seguir. Tenemos que ser miles de familiares y compañeros”. Antes de finalizar este día de lucha, con la serenidad característica de quienes sacan fuerzas de no sabemos dónde, se señala a quienes hace un instante intentaron reprimir la manifestación —los serviles de siempre— y un familiar nos expresa: “A ellos no les da el cuerpo. Ellos tienen las manos manchadas de sangre y no pueden abrazar a sus hijos. No tienen el valor. Nosotros, sí”.
Unas horas antes, frente a la Corte Suprema de Justicia de la Nación —el montaje del Estado y su seriedad lingüística—, la calle Talcahuano se ocupa y se interpela a una de las tantas instituciones que gestionan la muerte. Algo de lo que más resuena en boca de las familias que perdieron a sus seres queridos por la desidia (o accionar) estatal es “¡Servicio Penitenciario Federal asesino!”.
Con el fuego de fondo y el humo negro cortando Lavalle, un familiar expresa: “Hoy estamos acá porque es un genocidio dejar morir a las personas en las cárceles. ¡Los hacemos responsables de la tortura y el abandono, y los hacemos cómplices! ¡Por eso nos levantamos en guerra contra un Estado y una justicia inoperante!”. Gritos de rabia y dolor hacia el impoluto edificio y los felpudos que lo custodian. Y concluye: “No les tenemos miedo, porque el que pelea está vivo. Nos vamos a seguir levantando. Estamos por todos los privados de la libertad a lo largo de las provincias. Esto no va a quedar así, seremos miles. El mundo sabe lo que están haciendo”.
Hace casi un año, Alfredo Cuellar nos decía que “el Servicio Penitenciario es una de las fuerzas más grandes que tiene el sistema. Todo preso genera un gasto de ochenta mil pesos. Imaginate que en el país debe haber 106.000 detenidos, multiplicalo por $80.000 ¿A dónde va a parar esa plata? Si no hay salud, no te dan estudio, no te dan laburo. La comida y los medicamentos se los llevamos los familiares. Se siguen muriendo los pibes”. Este mediodía, muchos familiares acuerdan con esto y se lo vomitan a la Corte: “Hoy nos convocamos las familias para decirles que esta sociedad construye cárceles para que unos pocos se llenen los bolsillos. Es un negocio millonario. Tienen las cárceles llenas”. Expresiones de odio que son acompañadas por el estruendo que varixs compañerxs prenden en este día de lucha.
A medida que transcurren los minutos, la presencia policial comienza a aumentar. El primer movimiento es enviar un mercenario con cámara custodiado por dos antimotines. Previo a levantar el terreno, se aseguran de filmar lo más posible a lxs rebeldes que se atrevieron a interrumpir la falsa paz democrática-judicial. Ya son visibles cuatro camionetas circulares y la fila de soldados listos para comenzar la limpieza. Nos movemos hacia Lavalle y las fuerzas de seguridad del Estado —porque eso son, fuerzas protectoras del Estado genocida— comienzan a desfilar. Las chispas no tardan en aparecer: Forcejeos, repudios y hasta empujones entre la misma policía. Se ve que estas lacras sociales se pelean entre ellas por ocupar posiciones de privilegio en el montaje represivo que armaron. No lo logran. A pesar de sus repetidas ganas de reprimir y detener (sus miradas y su corporalidad los delataban), este día histórico de lucha termina sin ningún detenidx, con la calle ocupada por unas horas y con una asamblea decidiendo sobre las futuras luchas contra el genocidio carcelario.
103 días de acompañamiento y lucha. 103 días hostigamientos y resistencias. 103 días en los cuales se visibilizó lo más negado por las sociedades: las prisiones se constituyen y gestionan como históricos centros de tortura y exterminio.
Cobertura colectiva: La Obrera Colectivo Fotográfico + Aislamiento Represivo + La Chispa Prensa + Periódico Gatx Negrx
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