Fuente: La Jornada
inhabilidadcon la cual solemos acercarnos a Rusia. No fue el prolongado bluff, el
ruido de los sables, el
juego estratégiconi la
tensión sin fin en la frontera−algo que permitía a Putin
hacer su punto acerca del expansionismo de la OTANo “presumir su ‘mano fuerte’ siempre que… no invadía” (bit.ly/3vnM9IK)− que prevaleció. Todo esto a pesar de las insistencias desde Washington, vistas en su momento como
incendiarias, según las cuales
la invasión estaba por ocurrir cualquier día(
una cosa que atinaron y una sobre la que no nos mintieron, bromeó después uno de los observadores). Algo parecido −como apuntaba hace tiempo Zygmunt Bauman− ocurrió en su momento con todos, casi, sovietólogos que a pesar de ir describiendo y estudiando por décadas el declive de la URSS, han sido sorprendidos por su repentina implosión y desintegración en 1991.