▲ Aspecto de la reunión el pasado día 15 entre residentes y autoridades del ayuntamiento de East Palestine, Ohio, para responder preguntas sobre el descarrilamiento el 3 de febrero de un tren de carga de la compañía Norfolk Southern que transportaba sustancias tóxicas. Varios sindicatos ya habían advertido sobre posibles accidentes, pues mientras las ganancias de las empresas de ferrocarriles se incrementan, éstas reducen el personal encargado del manejo y la seguridad de los trenes.Foto Ap
Hay explosiones por todas partes: nubes tóxicas, misiles, sabotaje con explosivos y noticias que deberían hacer estallar y, globos (sí, más globos).
En un lugar llamado East Palestine, pero que no está por donde las explosiones son muy comunes, sino en Ohio, se descarriló un tren de carga que llevó a explosiones de químicos tóxicos y la evacuación de cientos de residentes, mientras la contaminación de agua, tierra y aire se sigue extendiendo. Fue un accidente anunciado. Los sindicatos y otros sectores han estado advirtiendo que este tipo de accidente estaba por suceder, mientras las ganancias de las siete empresas de ferrocarriles se incrementan al tiempo que reducen el personal encargado de los trenes (por casi un tercio) cada vez más largos (el que se descarriló en Ohio tenía 151 vagones). De hecho, más de mil trenes se descarrilan cada año, y la cifra se va incrementando junto con las ganancias, y las empresas cabildean para aflojar aún más las regulaciones de seguridad.
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