Fuente: http://loquesomos.org/cuando-el-virus-no-es-lo-peor/ Carlos Olalla
Carlos Olalla*. LQS. Marzo 2020
En la soledad de la pareja o frente a hijos e hijas menores, lo peor de la bestia campa a sus anchas, encerrado en una jaula en la que la fuerza y la ira marcan la ley
Este virus es capaz de sacar lo mejor que llevamos dentro, pero es una moneda que también tiene su otro lado. La muerte de las personas afectadas en absoluta soledad, sin poder despedirse de los suyos, sin un último abrazo o mirada es de una crueldad terrorífica. Agonizar solo en la cama de un hospital en el que no conoces a nadie y en el que nadie puede ir a estar contigo en tus últimos momentos es una de las peores muertes imaginables. Pero esta crueldad no solo la tiene con quien la padece. Los familiares, los seres queridos, conscientes de que esa vida puede acabarse en cualquier momento no pueden hacer nada para hacerle llegar su apoyo y su amor a la persona que quieren. La sensación de impotencia y vacío a las que este virus las condena son atroces.