Fuente : La Jornada Roger Mckenzie* y Vijay Prashad**
La Segunda Guerra Mundial demostró este espanto en el Holocausto y en el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki. De Hiroshima y el Holocausto surgieron dos poderosos movimientos, uno por la paz y contra los peligros de nuevos ataques nucleares, y otro por el fin de las divisiones de la humanidad y por la no alineación de estas divisiones. El Llamamiento de Estocolmo de 1950, firmado por 300 millones de personas, pedía la prohibición absoluta de las armas nucleares. Cinco años más tarde, 29 países de África y Asia (que representaban 54 por ciento de la población mundial) se reunieron en Bandung, Indonesia, para firmar un compromiso de 10 puntos contra la guerra y para la promoción de los intereses mutuos y la cooperación
. El Espíritu de Bandung estaba en favor de la paz y de la no alineación, de que los pueblos del mundo pusieran sus esfuerzos en un proceso para erradicar los lastres de la historia (analfabetismo, mala salud, hambre) utilizando su riqueza social. ¿Por qué invertir dinero en armas nucleares cuando debería invertirse en aulas y hospitales?
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