Fuente: Silvia Ribeiro* 11.03.23
Otro 8 de marzo, día internacional de las mujeres luchadoras, que en muchas partes del mundo se manifestó como un enorme abrazo colectivo que cobija un amplio espectro de diversidades.
Innegable la alegría del encuentro, pese a que hay mucho para no celebrar, muchas que faltan, mucho que duele y da rabia. Por eso es una alegría subversiva, joven con su más de un siglo de construcción, que afirma otra realidad. Del sur al norte de América Latina los mensajes de las manifestaciones se repetían en buena parte, con los acentos de cada lugar. Felices seremos el día que no falte ninguna
, Hartas
, Me cuidan mis amigas
, Si vieras con mis ojos estarías gritando
, Pobre es el país que grita más un gol que un feminicidio
, Marcho por las que no pueden marchar
. Aunque las ideas y consignas se parecen, los carteles están hechos a mano, en casas y plazas, dibujados con cariño. Los encuentros y manifestaciones son resultado de muchas coordinaciones y redes, pero no hay un ejecutivo central, parte de lo que hace a su fuerza.








