Después de elecciones, Biden fija ruta de colaboración con republicanos en guerra y austeridad

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/11/11/pers-n11.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws                         Patrick Martin                                                                                11.11.22Más de 24 horas tras el cierre de las urnas, las elecciones de mitad del mandato en EE.UU. siguen inconclusas al no haber quedado definido cuál partido controlará la Cámara de Representantes ni el Senado. Se mantienen diferencias de apenas miles de votos para docenas de escaños de la Cámara de Representantes, mientras que una banca del Senado se irá a segunda ronda y dos más siguen indefinidas.

A pesar de las predicciones casi unánimes basadas en las encuestas de una marea que le entregaría un control incontestable de la Cámara de Representantes y una leve mayoría en el Senado a los republicanos, parece que los republicanos tendrán una mayoría estrecha en la Cámara de Representantes y que el Senado estará dividido 50-50, dándole a los demócratas un control efectivo debido al voto adicional de la vicepresidenta Kamala Harris. Para el miércoles por la noche, los republicanos habían añadido 11 escaños en la Cámara de Representantes, dándoles una mayoría de seis escaños.

El presidente Joe Biden se pronuncia en la Sala del Comedor del Estado de la Casa Blanca en Washington, 9 de noviembre de 2022 [AP Photo/Susan Walsh]

Independientemente del recuento, que posiblemente continúe el fin de semana según Arizona, Nevada y otros estados cuentan las papeletas despachadas por correo la propia jornada electoral, las consecuencias políticas de la elección son inconfundibles. El Gobierno de Biden y el Partido Demócrata girarán aún más hacia la derecha, en busca de una colaboración bipartidista con el Partido Republicano menos de dos años después de que los republicanos intentaron derrocar el Gobierno de EE.UU. y mantener a Donald Trump en la Casa Blanca a pesar de su contundente derrota en las urnas.

Biden explicitó esta postura en una rueda de prensa la tarde del miércoles, cuando describió la elección como un triunfo de la democracia, meramente porque los fascistas respaldados por Trump no lograron estropearlas. Esta es sin duda la primera vez que un presidente estadounidense da una señal de alivio simplemente porque las urnas se abrieron y millones pudieron emitir sus votos sin ser amenazados, atacados o asesinados.

Biden no volvió a mencionar este tema, omitiendo por completo el ataque al Capitolio federal el 6 de enero de 2021, la ola de violencia antisemita, las amenazas de Trump y sus aliados, y el intento de asesinato contra Paul Pelosi, el esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

El mandatario ignoró que el aparente control republicano de la Cámara de Representantes les permitirá investigar su Gobierno y su familia, rechazar cualquier legislación introducida por la Casa Blanca e incluso, como lo piden algunos miembros de la ultraderechista Bancada de la Libertad, someterlo a un proceso de destitución.

En cambio, describió la elección como un rechazo popular al “extremismo”, dada la derrota de muchos candidatos respaldados por Trump, particularmente aquellos que negaron la legitimidad de las elecciones de 2020, y declaró que el pueblo estadounidense “busca el bipartidismo”.

No hizo ninguna crítica a los republicanos por su apoyo a Trump y sus alegatos de “fraude electoral” en 2020. Acabó la rueda de prensa anunciando que pronto conversaría con el líder republicano en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quien se espera que reemplace a Nancy Pelosi como presidente de la cámara baja. McCarthy fue uno de los 137 diputados que votaron en contra de certificar la victoria de Biden en el Colegio Electoral en 2020, incluso después del ataque violento contra el Capitolio instigado por Trump.

Dijo que “seguiré trabajando con aquellos al otro lado del pasillo” y presumió que había promulgado más de 200 leyes bipartidistas desde que llegó al poder. “Sin importar el resultado final”, añadió, “estoy preparado para trabajar con mis colegas republicanos. El pueblo estadounidense dejó en claro que esperan que los republicanos trabajen conmigo”.

En otras palabras, Biden pasó de advertir que “el Partido Republicano hoy está dominado, es impulsado y está intimidado por Donald Trump y los republicanos MAGA [pro-Trump] y eso representa una amenaza para el país”, como afirmó en un discurso en septiembre, a declarar que el principal objetivo de su Gobierno es colaborar con ese mismo Partido Republicano.

Un acuerdo bipartidista con los republicanos se basará en una política exterior común de confrontación dirigida tanto a Rusia como a China, indicó Biden. Dijo que se iba de viaje a Oriente Próximo y Asia y que se reuniría con el presidente chino Xi Jinping en la cumbre del G-20 en Bali. A su regreso, dijo, invitaría a los líderes republicanos y demócratas del Congreso a la Casa Blanca para una reunión informativa.

Biden desestimó la pregunta de un periodista sobre el comentario de McCarthy de que no habría “ningún cheque en blanco” para Ucrania de cara a la guerra con Rusia, solo respondiendo que habría apoyo bipartidista para Ucrania. No ha habido ningún cheque en blanco para la guerra de Ucrania bajo su Administración, dijo, citando la negativa de EE.UU. a enviar aviones de guerra de EE.UU. para imponer una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, con el fin de evitar la “Tercera Guerra Mundial”, a pesar de las peticiones del presidente ucraniano Volodímir Zelenski.

Además de la guerra en curso de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania, ambos partidos apoyan la escalada de agresiones contra China, que los estrategas militares de EE.UU. consideran la principal amenaza a la dominación económica global de EE.UU.

Independientemente de la trayectoria exacta de la política exterior estadounidense, cualquier acuerdo bipartidista con los republicanos se basaría en la determinación común de hacer que la clase trabajadora estadounidense pague los costes masivos del militarismo imperialista y la guerra. Aunque Biden pretendió rechazar las propuestas de varios senadores republicanos de recortar el gasto en Medicare y el seguro social, no hay duda de que los demócratas y los republicanos actuarán unidos para recortar el gasto social y reprimir las luchas de la clase obrera.

El campo de batalla inmediato es el inminente estallido de una huelga de trabajadores ferroviarios a nivel nacional, ya que más de 60.000 ingenieros y conductores están votando sobre un acuerdo proempresarial negociado por la Casa Blanca. Los trabajadores de varios sindicatos ya han votado en contra del acuerdo.

Biden demostró su hostilidad hacia la clase trabajadora en respuesta a un periodista que señaló que el 75 por ciento de los votantes, entrevistados en las encuestas a pie de urna, piensan que el país va en la dirección equivocada. “¿Qué va a cambiar?”, preguntó. Biden respondió: “Nada”. Más tarde, en respuesta a una pregunta similar sobre qué impacto tendrá la hostilidad popular en la decisión de buscar su reelección o no en 2024, Biden volvió a responder: “Nada”.

Esta arrogante respuesta da voz a la hostilidad de clase de los millonarios y multimillonarios que representan los demócratas y republicanos. Odian a la clase trabajadora y temen cualquier intervención desde abajo en la crisis política de Estados Unidos.

En el último año, el salario real de un trabajador promedio cayó un tres por ciento, mientras que los precios de los alimentos y el combustible aumentaron más de un 10 por ciento. En los últimos 12 meses, más de 300.000 estadounidenses perdieron la vida a causa del COVID-19. Mientras tanto, la rentabilidad de las empresas se disparó hasta alcanzar los niveles jamás registrados.

Al declarar que “nada” cambiará, Biden está dejando claro que las políticas de guerra, austeridad e infección masiva de su Administración continuarán.

Las elecciones de 2022 han demostrado una vez más que el sistema bipartidista es una camisa de fuerza política para la clase obrera estadounidense. Es imposible que los trabajadores defiendan sus intereses económicos y sociales —sus empleos, niveles de vida, escuelas, salud— dentro de un sistema político totalmente controlado por la aristocracia financiera. En este sistema, tampoco pueden luchar contra los peligros de la guerra imperialista y las amenazas cada vez mayores a los derechos democráticos, que proceden tanto de los republicanos como de los demócratas.

La cuestión decisiva es que millones de trabajadores reconozcan esta realidad política y tomen ahora la decisión de desarrollar y construir una alternativa política de masas a la política capitalista, mediante la construcción de un nuevo partido político de la clase obrera basado en una perspectiva socialista. Ese partido es el Partido Socialista por la Igualdad en Estados Unidos y sus copensadores internacionales en todo el mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de noviembre de 2022)

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