De las Siete Hermanas a la OPEP ha corrido un río de sangre

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En 2014 un avión ocupado por el director de la petrolera francesa Total, Christophe de Margerie, se estrelló y el magnate falleció. Pareció que se había producido otro de esos “accidentes aéreos”. Entonces Francia iniciaba un acercamiento hacia Rusia, algo que siempre es intolerable a los ojos de Washington, sobre todo si se trata de petróleo.

Estados Unidos saboteó el gasoducto transiberiano que debía transportar gas desde la Unión Soviética a Alemania y se podrían enumerar bastantes casos parecidos para demostrar que lo que está ocurriendo ahora mismo no es nada excepcional.

El 27 de octubre de 1962, Enrico Mattei, director del ENI, la compañía italiana de hidrocarburos, también murió cuando una bomba explotó a bordo de su avión cerca de Milán. Era un hombre de otros tiempos y el ENI, una empresa de titularidad pública, también.

Mattei apoyó a los movimientos independentistas, como el argelino, contra potencias coloniales. Se puso en contacto con los países productores de petróleo directamente, sin pasar por el filtro de las empresas petroleras privadas. Su pretensión era negociar un reparto de los beneficios por mitades. Hasta entonces, Oriente Medio había sido explotado descaradamente por las grandes empresas anglosajonas, agrupadas en un cártel al que Mattei le puso nombre: las Siete Hermanas.

Hoy las potencias occidentales se quejan de la OPEP, a la que acusan de subir los precios del petróleo de forma concertada. Eso es lo que hacían en 1962 las Siete Hermanas, que se habían repartido el mercado del petróleo el 28 de agosto de 1928 en una reunión que celebraron en un castillo escocés.

Los cabecillas de Royal Dutch-Shell, Standard Oil (más tarde Exxon) y Anglo-Persian (BP), a los que se unieron más tarde Chevron, Texaco, Mobil y Gulf Oil, acordaron las áreas de explotación, los precios y el transporte. El pacto marginó a los países productores, cuya función se reducía a suministrar petróleo abundante y barato.

Treinta años después Mattei comprometió seriamente el monopolio de las Siete Hermanas y, en última instancia, amenazó el control de Washington sobre los mercados energéticos mundiales.

Pero Mattei hizo algo aún peor: en 1959 viajó a Moscú en plena Guerra Fría para importar petróleo soviético y construir un oleoducto. La URSS estaba dispuesta a cubrir el 25 por cien de las necesidades energéticas de Italia a precios irrisorios (comparados con los de las Siete Hermanas). Comienza la intoxicación mediática. El New York Times le acusa de “filosoviético” y la CIA comienza a vigilarle de cerca, mientras aumentaba la presión diplomática sobre el gobierno italiano. Los proyectos del ENI se presentaron como una “grave amenaza para la seguridad de Occidente”.

Hoy las “amenazas” contra este Occidente sagrado se pagan con sanciones, pero entonces Mattei las pagó con su vida. Naturalmente, su asesinato quedó impune. Incluso entonces pocos reconocieron que se trataba de un asesinato. Los medios hablaban de un lamentable “accidente aéreo”. La investigación se cerró, 30 años después se volvió a abrir y, mientras tanto, los medios italianos, al servicio de sus amos de Washington, se han dedicado a lanzar cortinas de humo.

Tras la muerte de Mattei, pusieron al frente del ENI a Eugenio Cefis, un miembro de la logia P2 que se haría famosa 30 años después por sus vínculos con la CIA, la mafia, el Vaticano, Gladio, los servicios secretos, las finanzas, los jueces… En fin, Cefis cambió el rumbo del ENI y sometió a Italia al dictado de los que mandan en Washington.

El periodista Mauro de Mauro

Pero siempre hay quien sigue metiendo las narices en asuntos escabrosos, durante años, como el periodista Mauro de Mauro, a quien el director de cine Francesco Rossi había encargado investigar el asesinato del director del ENI para escribir el guión de su película “El Caso Mattei”.

De Mauro desapareció en 1970 sin dejar ningún rastro. Su cadáver no se ha encontrado y la intoxicación mediática no pierde ocasión para seguir lanzando su cortina de humo favorita, que en Italia es siempre la mafia. Sirve para tranquilizar cualquier conciencia.

La desaparición de De Mauro y las amenazas contra Rossi cambiaron el guión de la película. El cineasta dejó en un limbo a los responsables del asesinato de Mattei. Es más: no estaba demostrado que fuera un atentado. “No somos héroes”, dijo. La película ganó la Palma de oro del Festival de Cannes de 1972.

Las falsificaciones de la historia son así de curiosas. Hoy los tribunales italianos admiten oficialmente que la muerte de Mattei fue un atentado, a pesar de lo cual los medios de comunicación siguen hablando de un “accidente aéreo”. Los fraudes consumen el subconsciente de los reporteros a base de repetirlos cada día.

Pero antes de acabar estas líneas, ya que hablamos de cine italiano, no podemos dejar de mencionar la insólita muerte de otro gran realizador, Pasolini, en 1975, cuando estaba escribiendo una novela titulada “Petróleo” y metiendo las narices donde nadie le llamaba. En Italia han comenzado a hablar las voces que dicen que los tres casos (Mattei, De Mauro, Pasolini) siguen el mismo hilo conductor.

Sólo los héroes, como Pasolini, se atreven a seguir exhumando este tipo de recuerdos, cada vez más añejos.

El Caso Mattei, película de Francesco Rossi, 1972
https://www.youtube.com/watch?v=e5ciw3yUxI0

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