Fuente: La Jornada Raúl Zibechi 18.11.22
La evangelización forzada promovida por los conquistadores se propuso destruir la autonomía política y cultural de los pueblos originarios, anclada en modos de vida comunitarios y en espiritualidades diversas pero irreductibles al despojo del naciente capitalismo. No se trataba de una cuestión de religiones, de dioses verdaderos o falsos, sino de que los pueblos no debían seguir viviendo a su modo, según sus costumbres.