Alumnos de la escuela de Mahama, en Ruanda, asisten a un encuentro con Acnur, el pasado junio.Lilly Carlisle (UNHCR)
La educación es clave para el futuro de los niños y las niñas alrededor del mundo. Es un hecho. Y lo es aún más en un contexto como en el que me encuentro, el campo de refugiados de Mahama, al este de Ruanda, uno de los más grandes del planeta, con más de 60.000 habitantes.
Aquí, como director del colegio Paysannat LE, el más grande de Ruanda, con más de 20.000 alumnos, he confirmado que enseñar no es solo mi profesión, es también mi pasión. El día a día en el campo es complejo, pero la vida en las aulas se asemeja, como es deseable, a la de otros lugares. Cuando me preguntan cuáles son las principales diferencias entre un colegio de un campo de refugiados y un colegio ordinario siempre digo que la metodología y la forma de enseñar son muy similares. Las diferencias se encuentran fuera de las aulas. Sin embargo, esas diferencias dentro de las aulas no son, afortunadamente, tan notables.
Cuando me preguntan cuáles son las principales diferencias entre un colegio de un campo de refugiados y un colegio ordinario siempre digo que la metodología y la forma de enseñar son muy similares
Es cierto que un elemento sobre el que hacemos especial hincapié en la escuela es el apoyo psicosocial. Como docentes, sabemos que tenemos un papel clave a la hora de hablar con los estudiantes para entender quiénes son, cómo están y, sobre todo, cómo podemos ayudarles.
Uno de los grandes desafíos con los que nos encontramos los docentes en los campos de refugiados es la saturación de las aulas, en las que contamos con un número muy elevado de alumnos, que complica nuestra labor.
En el campo de refugiados de Mahama, coordinados con ACNUR, contamos con un programa para reducir la brecha educativa [que proporciona tabletas y ordenadores para que los alumnos trabajen en el aula]. Junto a nuestro colegio, este programa llega a otras 14 escuelas de refugiados en Ruanda, a más de 400 docentes y más 13.500 niños y niñas. Se trata de un apoyo clave para nosotros los docentes, ya que nos ayuda a familiarizarnos con la tecnología desde las aulas, dando respuestas a muchas demandas en el ámbito digital, educativo y social, tanto para nosotros como para los estudiantes.
En un campo de refugiados la escuela es un eje fundamental, sobre el que gira el día a día de los menores. Y es que, en la escuela, los niños no piensan en sus problemas. Se olvidan por un momento de si su madre está enferma o tienen cualquier dificultad en casa. Ese es, sin duda, uno de los grandes valores de la educación en este contexto.