Santiago González Vallejo 12/07/24
En este libro, delgado, asumible en una lectura de pocas horas, acaso un partido de fútbol, escrito por el profesor palestino, de la Universidad de Lovaina, explica las notas históricas del ‘conflicto’, colonización de Palestina por un movimiento supremacista, nacido a finales del siglo XIX, el sionismo y cómo se ha llegado a fecha de hoy, sin visos de que se pueda acabar si no hay desde fuera, una reacción.
No, lo que nos asalta a las conciencias, no empezó el 7 de octubre de 2023.
Todo es conocido y documentado: El origen del problema, ‘El sionismo tiene como objetivo establecer para el pueblo judío un hogar público y legalmente asegurado en Palestina‘. 1897, Primer Congreso Sionista. El arrogarse la representación de todo lo judío. La decisión colonial de unos europeos de invadir un territorio ajeno no europeo y sin contar con la población autóctona no europea. La necesidad de expulsar a sus habitantes autóctonos, los palestinos, para ser sustituidos por una población que se identifique con el sionismo, más allá de ser judío.
La búsqueda de alianzas, primero con la Inglaterra y, después, con Estados Unidos, siempre vendiendo ser parte de su política imperial.
También, la deriva de una Europa desde su mala conciencia hacia una minoría de la población de sus países, que llegó al extremo de la búsqueda del exterminio judío y otras poblaciones por parte de los regímenes nazi-fascistas, ver a Israel como parte suya y empezar a dudar con las sucesivas guerras, reconocer al sujeto palestino y estar dividida entre en fijar una política coherente o seguir arrastrando las inercias de su complicidad.
Palestina. La Nakba permanente (1947-2024). Una llamada de atención a Europa
Bichara Khader. Prólogo de Teresa Aranguren
Editorial Cantarabia
Continúa el libro hablando del reconocimiento de la Organización de Liberación de Palestina, y los sucesivos, asimétricos y fragmentados acuerdos. Finalmente todos abocados al fracaso tras chocar en la imposible coexistencia del sionismo y un Israel, Nación de los judíos, y el anhelo de autodeterminación del pueblo palestino que no acepta ser ‘buena víctima’ y que continúa resistiéndose y busca poder vivir con derechos: Conferencia de Madrid, los Acuerdos de Oslo -donde siguió la política de asentamientos- y, finalmente, los Acuerdos de Abraham donde por parte de Estados Unidos, Israel y países árabes firmaban el finiquito de la causa palestina.
Y es, entonces, cuando llega el 7 de octubre de 2023.
Frente a la normalización y colonización israelí, sean de un partido laborista o el Likud y sus aliados, hubo una respuesta, una explosión de las víctimas palestinas. Y empezó la matanza industrial, incluyendo la matanza israelí a sus propios compatriotas con fuego amigo.
Se ha destruido Gaza. Vidas, infraestructuras, viviendas, campos de cultivo. Ya era invivible Gaza. El ejército y los colonos israelíes quieren llevar sus objetivos de desposesión y expulsión de los palestinos hasta el final. Los países occidentales, en general, no reaccionan. El Sur Global ya desprecia a esa Europa de doble vara de medir. Se salva España por sus gestos tímidos, no suficientemente vigorosos.
Nadie responde sobre cómo será el día después. Si lo hay.
La soberbia israelí hace que los Acuerdos de Abraham, reconocimiento de los países árabes a Israel, a cambio de nada para los palestinos, se congelen. Hagan dudar a países europeos de su doble vara de medir y tímidamente vuelven a hablar de dos estados, Israel y lo que queda de la Palestina llena de colonias, pero sin dar pasos de sanciones a colonias, colonos y Estado supremacista. Es decir, bla, bla, bla.
Queda la utopía de un sólo Estado. Pero, para eso, hay que derribar al sionismo.
Y, todavía, a eso no han llegado los occidentales.
Sudáfrica ha dado un paso de coherencia. ¿ Los demás Estados? mirando la destrucción y como avanza la colonización de lo que queda de Palestina, si no exigimos coherencia a nuestros gobiernos.
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