Con la escalada de los enfrentamientos en el frente norte, el éxito excepcional del histórico “vuelo de la abubilla” y el fracaso del enemigo en alcanzar sus objetivos en la Franja de Gaza, la entidad sionista y sus generales están cada vez más confusos, llenos de preguntas sobre la guerra y su destino. El informe de seguridad israelí para 2022, que trataba sobre los “escenarios de la próxima guerra con Hezbolá”, concluía que Hezbolá se ha convertido en una pesadilla que amenaza la existencia de la entidad sionista y los proyectos de sus aliados y regímenes de normalización. Estas conclusiones han resurgido, afirmando que lo ocurrido la madrugada del 7 de octubre de 2023 pudo haber provenido de las fronteras libanesas y no de la “disuadida” Franja de Gaza.

El enemigo no supo anticipar el “diluvio de Al-Aqsa” y fracasó en su evaluación del frente libanés, cuando Hezbolá entró en combate el 8 de octubre de 2023. El movimiento de resistencia tomó una decisión estratégica precisa, cargando contra la entidad, su ejército y sus colonos, apoyando a la resistencia palestina y formando un escudo para proteger al Líbano. También permitió que las potencias del Eje entraran gradualmente en la batalla, consolidando la “unidad del Frente de Resistencia”.

El enemigo es consciente del significado de entrar en una confrontación global con Hezbolá y de las enormes pérdidas humanas, económicas y militares que ello implicaría. Según los sionistas, todas las debilidades fatales han quedado expuestas y “Nasralá no dudará en golpearlas con fuerza”, una convicción compartida también por Estados Unidos y Europa. Nasraláh recuerda constantemente a los sionistas sus puntos débiles, a menudo mencionando Gush Dan.

Los ataques selectivos de Hezbolá contra el sector eléctrico, las plantas desalinizadoras, los puertos (especialmente Haifa), los aeropuertos, las plataformas de gas, y otras instalaciones estratégicas tendrán un impacto devastador en la entidad sionista, que depende enormemente de la energía y carece de profundidad estratégica. Enfrentarse a Hezbolá sin alternativas rápidas y viables será extremadamente difícil.

La realidad ha cambiado: Hezbolá, con más experiencia y mejor armamento que en 2006, ahora cuenta con una fuerza impresionante. Según los centros de investigación israelíes, posee 150,000 cohetes y misiles de precisión, 65,000 con un alcance de hasta 80 kilómetros, 5,000 con un alcance de 80-200 kilómetros, 5,000 con un alcance de más de 200 kilómetros, 2,500 drones y cientos de armas avanzadas, siendo capaz de disparar 4,000 cohetes en un día de combate.

El enemigo sionista ha estudiado lo ocurrido en Ucrania con los drones rusos y comprende el peligro que enfrenta, sin el respaldo geográfico que tiene Europa. Según el Wall Street Journal, Israel planeó un ataque a gran escala contra Líbano el 11 de octubre de 2023, pero Estados Unidos rechazó el plan, considerándolo demasiado arriesgado.

A pesar de los problemas internos, el frente libanés sigue más cohesionado que el desmoronado frente enemigo. Las fuerzas israelíes, especialmente las unidades de élite, están en su peor estado de combate y moral tras haber sido agotadas por la resistencia en Gaza. La capacidad de disuasión del enemigo se ha erosionado junto con su habilidad para planificar estratégicamente. Una guerra contra el Líbano no salvará la economía de la entidad, ni romperá su aislamiento, ni facilitará su “integración” en la región.

Por último, los dirigentes sionistas no han olvidado la amenaza de Sayyed Hassan Nasraláh en febrero de 2011, cuando dijo: “Estad preparados para un día en que, si se impone la guerra en Líbano, los dirigentes de la resistencia os pidan que toméis el control de Galilea”. Esta amenaza sigue resonando en las mentes de los líderes enemigos en Washington, París, Berlín, Londres y otros lugares: ¿Y si lo hiciera Nasraláh?

Publicado originalmente en: Al-Akhbar

Publicado originalmente en:  https://al-akhbar.com/Opinion/383309/كابوس-العدو-وسؤاله-ماذا-لو-فعلها-

نصرالله