Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/10/07/pers-o07.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Jacob Crosse 07.10.22
El viernes pasado, el expresidente de Estados Unidos envió una amenaza de muerte clara e inequívoca contra el líder del Partido Republicano en el Senado, Mitch McConnell.
En su propia red social, Donald Trump atacó a McConnell por votar a favor de un proyecto de ley que financia el Gobierno federal hasta mediados de diciembre. Trump dijo que McConnell debió haber votado a favor “porque odia a Donald J. Trump… Tiene un DESEO DE MORIR”.
Inmediatamente después de sugerir estaba tentando la muerte, el expresidente procedió a hacer un ataque racista en contra de la esposa del senador y exsecretaria de Transporte de Trump, Elaine Chao, a quien se refirió como la “esposa amante de China, ¡Coco Chow!”.
La amenaza de muerte contra McConnell se produce en el contexto de sus mítines fascistizantes previo a las elecciones de mitad de periodo en un mes. Estos eventos cuentan con figuras como la diputada Marjorie Taylor Greene del estado de Georgia, quien se describe como una “nacionalista cristiana”.
En sus redes sociales antes de ser elegida, Greene acogió las teorías conspirativas fascistas y antisemitas que culpan a George Soros de financiar las “caravanas de migrantes” y le dio “me gusta” a comentarios que llamaban a ejecutar a políticos demócratas, incluyendo a Barack Obama, Hillary Clinton y Nancy Pelosi. El año pasado apodó a la diputada Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York y otras demócratas como el “Escuadrón Yihad” alegando que tenían simpatías “terroristas”.
Los mítines de Trump, que han contado con una escasa participación, han promovido la teoría fascista del “reemplazo”, han exigido la ejecución masiva de los “narcotraficantes” y han utilizado canciones y saludos vinculados al movimiento QAnon y al grupo fascista “America First” de Nicholas Fuentes.
Desde los ataques de Trump contra McConnell y Chao, ningún senador republicano, ni siquiera los republicanos “moderados” como la senadora Lisa Murkowski de Alaska y el candidato presidencial republicano de 2012, Mitt Romney, han denunciado el mensaje de Trump de que McConnell tiene un “DESEO DE MORIR”.
Esto incluye al exgobernador de Florida y actual senador republicano Rick Scott, quien se rehusó en dos entrevistas televisivas el domingo a condenar los comentarios de Trump sobre el “DESEO DE MORIR”, efectivamente respaldando el llamado de Trump a la violencia. Además, intentó desestimar los insultos racistas de Trump contra Chao como un mero “apodo”.
Los acontecimientos esta semana subrayan lo avanzada que está la transformación del Partido Republicano en una organización fascistoide.
Hace tan solo un mes, el propio Biden esencialmente reconoció esta realidad en un discurso televisado a nivel nacional donde afirmó que el Partido Republicano “se encuentra dominado e intimidado por los republicanos MAGA [pro-Trump]” quienes “no respetan la Constitución” ni “aceptan los resultados de una elección libre”.
Comentando sobre el discurso, el World Socialist Web Site escribió :
El hecho de que uno de los pilares gemelos de la política capitalista en EE.UU. sea liderado por un fascista, respaldara su rechazo a los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 y apoyara tanto clandestina como abiertamente la intentona golpista violenta del 6 de enero de 2021 significa que un sector importante de la burguesía apoya el derrocamiento de la Constitución y un giro veloz y violento hacia una dictadura.
Los mítines de Trump en la última semana, que culminaron con su llamado a la violencia política contra sus oponentes, confirman esta declaración.
Sin embargo, lo más significativo de las amenazas de Trump es el silencio del Partido Demócrata. Ni un solo líder demócrata las ha condenado. El propio Biden no ha dicho nada sobre la amenaza, mientras aprovechaba un viaje a Florida tras la devastación causada por el huracán Ian para su propia publicidad y para mostrar su unidad con el gobernador republicano Ron DeSantis.
Desde que Biden pronunció su discurso hace un mes, ni él ni otros destacados demócratas han dicho nada sobre Trump y el continuo apoyo del Partido Republicano al fascismo.
La transformación fascistizante del Partido Republicano ha sido ayudada e instigada en todo momento por el Partido Demócrata.
Han pasado 20 meses desde el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021, que pretendía bloquear la certificación de la victoria electoral de Biden. Biden respondió a esta insurrección pidiendo un “Partido Republicano fuerte”. El golpe en sí fue precedido por un complot contra la gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer, y otros gobernadores demócratas. Los demócratas respondieron restándole importancia al complot, que representaba un ensayo general para el 6 de enero.
La respuesta del Partido Demócrata durante todo el complot golpista de Trump, antes y después del 6 de enero, ha estado motivada por dos consideraciones. En primer lugar, como partido de Wall Street y de los militares, está decidido a forjar una unidad con el Partido Republicano, o con una parte del mismo, basada en avanzar la escalada de la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y de los planes de guerra contra China.
En segundo lugar, la principal preocupación del Partido Demócrata no es la amenaza del fascismo y la dictadura, sino el crecimiento de la oposición de la clase trabajadora desde abajo.
Desde que llegó al poder, Biden ha seguido en todo lo esencial la misma política interna que Trump, en particular en relación con la pandemia. Biden declaró que se había “acabado”, a pesar de la muerte de más de 400 estadounidenses cada día por COVID-19. Está utilizando los servicios del aparato sindical para sofocar la lucha de clases y someter a la clase obrera a una política belicista que amenaza con desencadenar una catástrofe nuclear.
Es necesario subrayar que no existe una base de apoyo masivo para una dictadura fascista en los Estados Unidos. La relativamente baja asistencia a los mítines de Trump subraya este hecho. El apoyo a Trump, fuera de los sectores de la clase dominante y el aparato militar-estatal, es en gran medida un producto del hecho de que no hay ningún mecanismo dentro de la élite política para que la amplia masa de la población articule sus intereses.
Como escribió el WSWS hace un mes, “En el arraigado sistema bipartidista de EE.UU., algunas secciones de trabajadores y la clase media respaldan el Partido Republicano por defecto, no por convicción. … En la medida en que Trump cuenta con una base de masas, dos tercios de ella, si no tres cuartas partes, lo apoyan por su demagogia vacía. El desarrollo de la lucha de clases reventará ese globo”.
Esta es la cuestión crítica. Si dependiera de Biden y del Partido Demócrata, no se desarrollaría una lucha seria contra la derecha fascista, y el peligro seguirá creciendo, sea cual fuere el resultado en las urnas el 8 de noviembre.
Solo será posible desenmascarar y oponerse a la mugre y reacción afincadas en la cima de la política estadounidense en la medida en que la clase obrera se desembarace de las limitaciones que le han impuesto.
El crecimiento de la lucha de clases –incluyendo entre los trabajadores ferroviarios, los de Amazon, los de servicios, los educadores, los trabajadores de la salud y otros sectores de la clase obrera— demuestra cuál es la fuerza social que puede oponerse a la dictadura y a la guerra.
Esta fuerza social, sin embargo, debe 1) ser organizada y estar unificada a través del desarrollo de comités de base independientes del aparato sindical—la campaña del candidato presidencial del UAW, Will Lehman, expresa de la forma más clara este desarrollo—; y 2) estar guiada por la perspectiva política avanzada por el Partido Socialista por la Igualdad de unir a todos los sectores de la clase obrera en EE.UU. e internacionalmente sobre la base de un programa socialista, contra todas las formas de explotación capitalista y las guerras imperialistas.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de octubre de 2022.)