Boutayna Aliq 10/07/24
Hay un dinamismo en la política iraní que es capaz de acomodar variables sin negar las constantes. El Presidente Pezkishian repitió más de una vez que se adhiere a las directivas del líder, que representan las constantes de la Revolución.
Una vez más, las elecciones iraníes confirman que son portadoras de sorpresas, lo cual constituye una prueba más de la consolidación del escenario democrático en la República Islámica de Irán y de su incesante desarrollo, y de la creencia del pueblo en que es capaz de influir y crear oportunidades dentro de una escena política diversa bajo la carpa de la revolución y el régimen islámico, y a la luz de la capacidad considerada de renovación de la élite política.
Cabe señalar que la mayoría de los puestos de toma de decisiones iraníes se producen a través de un proceso electoral. Las leyes y costumbres también han resuelto una serie de cuestiones básicas necesarias para completar el escenario democrático, como fijar un mandato para el presidente que no exceda los ocho años, después del cual no tendrá derecho a volver a postularse, reservar escaños parlamentarios para cristianos, judíos y zoroastrianos en reconocimiento de los derechos de las minorías y dedicar un lugar destacado a las mujeres en el trabajo político.
Está claro que las urnas son importantes en Irán y las elecciones son uno de los catalizadores de la competencia, el diálogo y la aceptación de los demás.
Partiendo de esta realidad, parece claro que cada experiencia electoral presenciada por la República Islámica de Irán tiene sus implicaciones, y esto se aplica a la reciente habilitación electoral. Una vez finalizado podemos detenernos en una serie de datos, y los más destacados son:
Primero: El aumento del porcentaje de votos del 40 por ciento en la primera vuelta al 50 por ciento confirma lo que decía el líder de la Revolución de que aquellos que boicotearon y se abstuvieron de votar no son hostiles al régimen islámico, y que la disminución del porcentaje de votos no es un indicio de objeción al régimen islámico. El Imam Khamenei dijo: “Si alguien piensa que quienes no votaron lo hicieron en oposición al régimen, está equivocado”.
Verificar las cifras y la dirección del voto muestra que quienes decidieron participar en la segunda vuelta y no en la primera eran de ambos grupos, lo cual lleva a la conclusión de que los candidatos fueron elegidos porque creían en su capacidad para marcar la diferencia en el escenario electoral.
Cabe señalar aquí que el período de 50 días previsto por la Constitución para la celebración de elecciones presidenciales tras la ausencia repentina del Presidente Raisi, durante el cual se desarrollaron todas las etapas de las elecciones, es un período muy corto y no es suficiente para movilizar, alentar y convocar a los votantes.
Esto también confirma que la disminución del porcentaje de votos en Irán no es muy diferente de lo que ocurre en cualquier otro país. La abstención en la votación está relacionada con las circunstancias, desafíos y complicaciones, que dejan un impacto significativo en el estado de ánimo del elector, y no tienen relación ni cercana ni lejana con la posición sobre el régimen.
Como dijo el Imam Khamenei, la baja participación electoral tiene “otras razones”. Entre ellos puede estar la falta de candidatos convincentes para la categoría de boicot o un sentimiento de insatisfacción y frustración con el desempeño político en general, que observamos en muchos países que se consideran democracias establecidas desde hace mucho tiempo.
Segundo: Los estrechos porcentajes obtenidos por los dos candidatos, Pezeshkian y Jalili, indican la integridad de las elecciones, ya que la competencia es real, no imaginaria. Ocurrió en medio de un notable revuelo mediático y tensiones dentro de Irán y una gran cobertura fuera de Irán, dado que es un actor importante en el desarrollo de los acontecimientos en nuestra región. Por lo tanto, lo que esté sucediendo dentro de él y el equilibrio de poder que prevalecerá dentro de él tendrá un impacto en las cuestiones más importantes que nos ocupan.
Tercero: el presidente iraní ganador pertenece a la raza turcomana azerbaiyana y su madre es kurda. Esto es evidencia de que la República Islámica de Irán es un país en el que se han fundido nacionalidades múltiples y diversas, y de que el concepto de “hegemonía persa” sobre Irán no es correcta. La identidad islámica del Estado formó el crisol en el que todos los componentes se fundieron y recibieron igualdad de oportunidades, sin ningún fanatismo.
Además, los intentos de los hostiles a Irán, encabezados por Estados Unidos, de utilizar la carta de las nacionalidades para desestabilizar el régimen, han fracasado, aunque esta tarjeta sigue siendo siempre uno de los desafíos que puede adquirir nuevas dimensiones con la continuación y el aumento de intentos de sabotaje estadounidenses.
Cuarto: Los debates y las campañas electorales han demostrado que no existen tabúes en las elecciones, y que todos los temas se plantean para ser discutidos en voz alta, libre y clara. El acuerdo nuclear, las cuestiones económicas, la política exterior… Estos y otros títulos fueron presentados sin ninguna objeción, lejos del estereotipo sobre la ausencia de libertades en Irán que la contrapropaganda occidental intenta establecer.
Quinto: Las propuestas expresadas por los candidatos demostraron que existe flexibilidad al tratar variables sin afectar las constantes.
Hay un dinamismo en la política iraní que es capaz de acomodar variables sin negar las constantes. El Presidente Pezeshkian repitió más de una vez que se adhiere a las directivas del líder, que representan las constantes de la Revolución. El compromiso con los principios es constante. En cuanto a la variable, está en la forma de abordar las constantes, y cada parte tiene su propio enfoque.
Sexto: Todos aceptaron los resultados sin problemas. El día después de las elecciones, Irán parecía prepararse con todos sus componentes para ordenar sus cartas para afrontar los grandes desafíos. A pesar de esto, muchos se preguntan: ¿Qué viene después de las elecciones?
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No hay duda de que Irán mantendrá sus principios, ya que el sistema de toma de decisiones iraní refleja una estructura de poder descentralizada, es decir, múltiples fuentes de toma de decisiones, con un papel para el Presidente de la República, quien, de acuerdo con los poderes otorgados a él, puede configurar el escenario con su propia lectura y enfoque, y esto es lo que aparecerá durante los próximos meses en medio de anticipación regional y global, y en una etapa sensible y peligrosa llena de importantes acontecimientos y acontecimientos, cuyos resultados probablemente dejarán importantes impactos en la realidad y el futuro de la región.
Fuente: Al Mayadeen