Importante, pero no determinante. El lince

logo

Vaya racha que llevo: dos errores importantes este año. Aunque he sido uno entre tropecientos mil. Ya lo dice un refrán castellano: «mal de muchos, consuelo de tontos». El que tropecientos mil nos hayamos equivocado con Siria no es un consuelo para nadie. Muy pocos vimos la descomposición interna de un gobierno por el que, menos Occidente y sus acólitos locales, apostaba todo el mundo árabe. Siria había sido recibida con los brazos abiertos por la Liga Árabe tras años de ostracismo y se aprestaban a reabrir las embajadas en Damasco.

Teorías del por qué ha caído con tanta facilidad hay muchas, si es que las botellas de champán que se están descorchando en Occidente dejan oír algo. Desde la arrogancia personal de Al Assad hasta la traición monetaria de los principales generales. Coged la versión que más os plazca. En cualquier caso, lo que he estado viendo es que hay mucha cautela, por no hablar de temor, en los países árabes por el poder que adquieren los islamistas salafistas. Esto no es Afganistán, casi perdido entre montañas. Está en pleno corazón de Oriente Próximo y las ondas están llegando, con mayor o menor fuerza, a otros lugares. No estamos en un retorno al pasado de 2011, como vaticinaba, sino de 2010, cuando la famosa «primavera árabe» llevó al poder a los islamistas en muchos lugares (y eso fue lo que desencadenó la primera fase de la guerra en Siria que ahora ha terminado, momentáneamente). El caso de Egipto es paradigmático. Más extremo es el caso de Libia, y no son pocos quienes auguran un escenario similar para

Sobre las versiones que aparecen por ahí, hay quien dice que Al Assad dio la cara hasta el final y que se negó a detener el suministro de armas a Hizbulá a cambio de una cierta normalización política de Occidente hacia él y su gobierno y a un levantamiento gradual de las sanciones y que por eso se lanzó la ofensiva salafista en coordinación con los bombardeos sionistas de la frontera sirio-libanesa. Hay quien dice que Al Assad «no mostró la suficiente flexibilidad en las negociaciones con Turquía», como recomendaba Rusia y que cuando se produjeron conflictos en algunas zonas por cuestiones socioeconómicas ordinarias, en los que mediaron los rusos del Centro para la Reconciliación, las autoridades sirias no cumplieron los acuerdos. Incluso hay quien dice que ha habido desacuerdos entre Rusia e Irán por Siria, puesto que Irán consideraba a Siria como «su Ucrania», es decir, un lugar donde ningún otro podía tener influencia. Quedaos con lo que queráis, ya da igual.

A riesgo de volver a meter la pata, no veo un aumento del enfrentamiento sunní-shií sino todo lo contrario: al igual que una buena parte de los sunníes estaban simpatizando con Irán por plantar cara al IVRS, a nivel de calle (mucho) y a nivel de palacios (menos), ahora puede -condicional- haber una alianza tácita entre los palacios e Irán para hacer frente a esas ondas de choque salafistas. Hay que estar más atentos que nunca a la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán patrocinada por China en marzo del año pasado. Si no se mueve es un síntoma de que el miedo aúna.

A estas alturas de la historia se puede decir, y aquí no me equivoqué ni un ápice, que el principal afectado es Irán y que quien más directamente es beneficiado es el IV Reich sionista, antes conocido como Israel. No hay que llorar por el llamado Eje de la Resistencia anti sionista, ni por Hizbulá que si bien ha perdido una entrada directa de armamento encontrará, sin duda, nuevas maneras de recibirlo. Poderoso caballero es don dinero. Aunque eso lleva tiempo y ese tiempo favorece al IVRS que no ha tardado ni un segundo en ocupar nuevo territorio sirio sin que los que descorchan champán hayan dicho ni mú. Los palestinos están un poco más solos hoy que ayer, aunque es significativo que, al contrario que en la guerra de 2011-2020, los palestinos de los campos de refugiados en Siria no han combatido a los salafistas. Mientras tanto, mis amigos en zapatillas, Ansarolá, siguen a lo suyo y hoy han vuelto a atacar al IVRS. Están lejos, pero son incansables. Por lo tanto, aun debilitado, es pronto para decir adiós al «camino Soleimani». Esto va para los pesimistas y angustiados de siempre.

Aquí también me voy a mojar. Ayer, mientras Al Assad se largaba, solo hubo un foco de resistencia armada a los salafistas: el santuario shíi de Sayyeda Zainab, que está en Damasco. Medio centenar de combatientes shíies defendieron el santuario durante tres horas. Y se produjo un hecho curioso: mientras unos salafistas saqueaban la embajada iraní en Damasco, otros negociaban una rendición de los combatientes shiíes a cambio de respetar el santuario. Hoy el santuario está tranquilo y custodiado por los salafistas. Esto le va a dar a Irán algún tipo de influencia en Siria, sin duda.

Otro chapuzón: creo que este será el método de comportamiento de los salafistas a corto y medio plazo si quieren aparentar «responsabilidad».

Aquí os hago una aclaración de términos: los salafistas reclaman una interpretación rigurosa del islam que, entre otras muchas cosas, plantea un proyecto político para refundar el islam propiciando la vuelta a la fe originaria, instaurando un sistema político islámico y usando como principal motor para ello la catarsis o limpieza interna haciendo especial hincapié en la purga en los métodos educativos; los takfiristas van un paso más allá y consideran a todo el musulmán que no aplica o cumple la Sharia como incrédulo y a los que no son sunníes como herejes. Quienes han tomado el poder ahora en Siria se mueven entre el salafismo y el takfirismo.

En menor medida, como afectada por la caída de Siria, está Rusia, que si bien va a mantener las bases a medio plazo ya puede ir haciendo las maletas. De esas bases la única importante es la naval de Tartus. Mantenerla o no nos dará una señal de si hubo conversaciones con los yihadistas salafistas y presiones a Al Assad para la no resistencia. No lo sabremos con certeza hasta ese momento. Pero no olvidéis una cosa: en política exterior no hay aliados, sino intereses. Nada personal, solo negocios. No en vano, la Duma (parlamento) rusa va discutir un proyecto de ley el mes que viene para dejar de denominar «terroristas» a los talibanes. Y ahí tenéis a China siendo el primer país en recibir a un embajador de Afganistán.

Queda lo de Turquía (y los BRICS). Vuelvo a lo de «solo negocios». No tengo nada en qué basarme salvo lo que he leído de Irán y de Rusia, pero la coincidencia me lleva a adelantar (otro charco) que hubo algún tipo de acuerdo para todo lo que ha pasado. Turquía se beneficia, sin duda -en menor medida que el IVRS-, pero también Rusia e Irán puesto que Turquía juega un papel importante en romper las sanciones occidentales (ilegales, según el derecho internacional) contra esos dos países. Así que todo sigue igual, aunque Rusia ha tenido que dejar caer un peón e Irán un alfil.

La partida sigue. Se ha perdido un peón/o alfil y es importante, pero no determinante. Dejad que el champán occidental se agote. Otros lo descorcharán por otro motivo que no gustará tanto a Occidente.

(Publicado en el blog del autor, el 9 de diciembre de 2024)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *