Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2024/04/14/francia-fallece-isabelle-coutant-peyre-abogada-y-companera-del-preso-politico-y-revolucionario-venezolano-carlos-ilich-ramirez/ 14/04/24
La abogada y pareja del preso político pro palestino Ilich Ramírez Sánchez, conocido como “Carlos”. Isabelle Coutant-Peyre, falleció de cáncer este viernes a los 70 años, anunció un allegado de la penalista.
En 1997, Isabelle conoció en un pasillo de la prisión parisina de la Santé a Ilich Ramírez Sánchez, un episodio que cuenta de manera novelada en su libro de 2004 consagrado al revolucionario pro palestino.
El 25 de agosto de 2001, “nos pedimos mutuamente la mano (…) Él recitó la Fatiha, la profesión de fe coránica, para sellar este compromiso solemne”, relata.
Illich Ramírez y su abogada, Isabelle.
En su opinión, Carlos, a quien comparaba con Nelson Mandela, “no [era] un criminal”, sino “un político”, “un luchador de la libertad, un revolucionario”.
Y, en septiembre de 2021, era aún su abogada defensora cuando la justicia francesa le condenó a su tercera cadena perpetua por una serie de atentados en los años 70 y 80.
En marzo de 2004, durante un programa en la cadena pública France 2, evocó los “muy profundos” sentimientos y gran “complicidad intelectual” que la unían a esta figura emblemática de la lucha armada propalestina en Europa.
Ilich Ramírez: el revolucionario que lleva 30 años secuestrado en Francia
El revolucionario venezolano está encarcelado desde 1994, luego de ser condenado a tres cadenas perpetuas por llevar adelante la práctica del internacionalismo hasta las últimas consecuencias.
Por Rubén Pedro Bonet
Ilich Ramírez Sánchez nació el 12 de octubre de 1949 en Caracas, Venezuela, en el seno de una familia acomodada de clase media. Su padre, José Altagracia Ramírez, definido ideológicamente como comunista, les otorgó una profunda formación marxista a sus tres hijos: Ilich, Lenin y Vladimir, llevando cada uno de ellos sus nombres en homenaje al líder de la Revolución Bolchevique.
A los 13 años de edad, siendo estudiante del Liceo Fermín Toro de Caracas, Ilich empieza a militar en la juventud del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Por esos años, la influencia de la Revolución Cubana generó un nuevo despertar en los pueblos de Nuestra América: fue el ejemplo palpable, para toda una generación, de que es posible vencer al imperialismo mediante la lucha armada. El ejemplo heroico de Ernesto Che Guevara, desprendiéndose de sus cargos en la revolución, de su referencia y de su familia, para ir a combatir al Congo primero y a Bolivia después, impactó profundamente a Ilich, así como a muchos jóvenes de su generación.
En agosto de 1966, luego de egresar del Liceo Fermín Toro, Ilich, junto a su madre Elba María Sánchez y sus dos hermanos, se trasladaron a Londres para emprender un proceso formativo diseñado por su padre, con la intención de aprender las culturas y los idiomas de Inglaterra, Francia y Alemania, y, posteriormente, volver al país dotados de herramientas intelectuales e ideológicas que les permitiera a los hermanos incidir en la transformación de la realidad venezolana.
Pero ese proceso fue alterado cuando, en septiembre de 1968, Ilich y su hermano Lenin obtienen una beca mediante el PCV para estudiar en la Universidad Patrice Lumumba de Moscú. Motivo por el cual Ilich viaja a la Unión Soviética (URSS) y vive allí durante dos años. La Universidad Patrice Lumumba, fundada en 1960, albergaba, durante esa época, a centenares de estudiantes de los cinco continentes que llevaban adelante su formación académica, política e ideológica.
Fue durante esos años en la URSS cuando Ilich entabló contacto con estudiantes revolucionarios del mundo entero, detectando un patrón de dominación a nivel mundial por el imperialismo-sionista. De esta forma, llegó a la conclusión de que la lucha que el pueblo palestino estaba dando contra el Estado de Israel era una batalla fundamental para el destino de la humanidad, que condensaba todas injusticias cometidas contra los pueblos oprimidos por el imperialismo y el sionismo.
“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”. (Ernesto Che Guevara. Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, 1967)
Es por este motivo que, en julio de 1970, Ilich toma la decisión de viajar a Medio Oriente para incorporarse como combatiente a las filas del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), instalándose en un campamento militar de la organización en Jordania. Ahí, presenció la terrible masacre del “Septiembre Negro”, desatada por el régimen jordano (en complicidad con Israel) contra los campamentos de palestinos refugiados en ese territorio. Se calcula que, durante esas sangrientas jornadas de enfrentamientos desiguales (entre el 16 y 27 de septiembre), fueron asesinados más de 3.000 palestinos.
En febrero de 1971, Ilich vuelve a Londres a emprender un trabajo de inteligencia para el FPLP, bajo la aparente normalidad de su vida familiar al lado de su madre y sus dos hermanos, formando parte de una red de militantes que la organización tenía en Europa para desarrollar acciones político-militares de respuesta al genocidio sistemático de Israel contra el pueblo palestino.
Pasará algunos años realizando un arduo trabajo de inteligencia hasta emprender su primera acción en la capital británica: el intento de homicidio, el 30 de diciembre de 1973, de Joseph Edward Sieff, dueño de las tiendas Marks & Spencer y presidente de la Federación Sionista de Inglaterra.
“Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aun dentro de los mismos: atacarlo dondequiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces, su moral irá decayendo”. (Ernesto Che Guevara. Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, 1967)
Luego de realizar sus primeras acciones en Londres, se traslada a París, en octubre de 1974, para continuar desarrollando acciones de sabotaje contra los capitales sionistas junto a otros revolucionarios de la organización, que vivían en esa ciudad.
El 27 de junio de 1975, es ubicado en un departamento de la calle Rue Toullier, en el Barrio Latino de París, por tres agentes policiales franceses y un delator libanés. Se produce un enfrentamiento en el que mueren dos de los tres policías y el delator, logrando Ilich salir ileso de esa situación. Después de este hecho, al ser identificado por la policía francesa, Ramírez comienza a ser conocido internacionalmente como “Carlos”, su nombre de guerra. Y será buscado con vehemencia durante casi dos décadas por los servicios de inteligencia de Israel, Inglaterra, Francia y Estados Unidos.
El 21 de diciembre de 1975, un pequeño grupo de combatientes internacionalistas de distintos países, comandados por Carlos, llevan adelante el asalto a la sede de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en Viena. Tomando de rehenes a los presidentes y primeros ministros de los países que participaban de dicha reunión, su personal administrativo y custodios. Esta acción político-militar perseguía tres objetivos fundamentales: denunciar el papel lacayo que Irán, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita jugaban dentro de la organización para mantener los precios del petróleo bajos, beneficiando la explotación de los hidrocarburos por parte del Imperialismo norteamericano; visibilizar la causa palestina a nivel internacional y recaudar fondos para mantener la lucha del pueblo palestino contra el Estado de Israel.
Tras enfrentamientos que dejaron un saldo de tres muertos, el 22 de diciembre, el comando del FPLP y sus 42 rehenes partieron en un vuelo desde Viena hacia Argelia. Finalmente, el 24 de diciembre, tras un periplo por varios países del Magreb y de vuelta en Argelia, el comando -habiendo logrado exitosamente su cometido- terminó su operación liberando a todos los rehenes y desapareció para reincorporarse a la lucha por la causa palestina.
“El terror es un método de lucha que han usado todas las revoluciones y también todas las reacciones. Hechas las reverencias de práctica a la actitud que prefiere condenarlo ‘en sí mismo’ (como si algo existiera en sí mismo), su humanidad o su inhumanidad depende de sus fines. Nuestra Revolución de Mayo fue terrorista. El general Aramburu también. Con estas precisiones, es posible reenfocar el terror en Medio Oriente, superar las barreras de una propaganda que -casualmente- es la del imperialismo occidental y decidir quién tiene la parte de razón que las circunstancias le permiten tener.
El objetivo del terrorismo palestino es recuperar la patria de que fueron despojados los palestinos. En la más discutible de sus operaciones, queda ese resto de legitimidad.
El terrorismo israelí se propuso dominar un pueblo, condenarlo a la miseria y al exilio. En la más razonable de sus ‘represalias’, aparece ese pecado original”. (Rodolfo Walsh. La revolución palestina, 1974)
El 15 de agosto de 1994, el Comandante Carlos fue capturado en Sudan por agentes del servicio de inteligencia francés, mientras se recuperaba de una operación. Desde ese secuestro, realizado de manera ilegal -dado que no había ninguna orden de captura internacional-, el Estado francés ha violado, sistemáticamente, los derechos humanos de Ramírez. Además, lo sometió a múltiples métodos de tortura física y psicológica, a un aislamiento absoluto durante diez años y teniéndolo encarcelado durante los tres primeros años (de 1994 a 1997) sin pasar por ningún proceso judicial. En la actualidad, está condenado a tres cadenas perpetuas y, con 70 años de edad, es parte de la población de riesgo frente a la pandemia del Covid-19.
Luego del asalto a la sede de la OPEP, todo el gran aparato mediático del sionismo se ha volcado en contra de Ilich. Tal es así que no sólo los grandes monopolios de comunicación lo han catalogado como un terrorista sanguinario y psicópata, sino que también la industria cinematográfica de Occidente ha producido una película: Carlos, de Oliver Assayas (2010), en donde pretenden mostrar al revolucionario venezolano como un mercenario que llevó adelante la lucha armada, motivado por la búsqueda de la fama internacional, con un estilo de vida propio de un rock star norteamericano. De esta manera, se intentó homologar su personalidad a la de un agente de la CIA o el Mossad israelí.
Con esta producción ideológica, el imperialismo anglo-sionista busca la banalización no sólo de la vida de Ilich, sino también de las fuerzas revolucionarias que practican la lucha armada para liberarse del sistema capitalista y neocolonial. No pueden permitir que se propague entre las nuevas generaciones el ejemplo revolucionario de combatientes internacionalistas que han demostrado, con su práctica concreta, que es posible dar golpes y producirle daños al sistema capitalista en cualquier parte del mundo.