Fuente: https://mpr21.info/el-otro-donbas-la-ucrania-subcarpatica-al-borde-de-las-fronteras-de-la-union-europea/ mpr21
Desde el comienzo de la Guerra de Ucrania se oyen voces sobre los propósitos de Hungría y, en particular de Víctor Orban, de anexionarse la Subcarpacia. Los rumores sirven a diferentes intereses pero persiguen el mismo objetivo: mantener a Hungría alejada de Ucrania. En Polonia dicen que Hungría ha llegado a un acuerdo secreto con Rusia para repartirse Ucrania. En Rumanía afirmaban que Ucrania le debe la Subcarpacia a Hungría.
En suma, la posición de Hungría en la Guerra de Ucrania sería consecuencia de su propósito de apoderarse de la Subcarpacia, donde una parte de la población es húngara.
La ignorancia que los occidentales tienen sobre esta región se refleja en la terminología para referirse a ella. El término más utilizado es “Transcarpacia”, que está basado en el punto de vista de los hablantes que viven al otro lado de la barrera de los Cárpatos. El término se utiliza desde la última posguerra mundial, cuando la región se integró en la URSS, pasando en 1991 a formar parte de la Ucrania independiente. Los húngaros la llaman Karpatalja, cuya traducción sería “lo que está al pie de la cordillera de los montes Cárpatos”.
Los nombres geográficos apuntan a la población de Rutenia, que limita con cuatro países de la Unión Europea: Hungría, Rumanía, Eslovaquia y Polonia. Hasta la Primera Guerra Mundial, la región formó parte de Hungría. El Tratado de Trianon, firmado en 1920, hizo perder a Hungría dos tercios de su territorio, entre ellos la Subcarpatia, que pasó a manos de Checoslovaquia.
Gracias a su sumisión al III Reich, el almirante Horthy, que estuvo al frente de la Hungría fascista de 1920 a 1944, consiguió recuperar una parte del territorio.
El último censo, que data de 2001, indica que la población húngara es de 151.000 personas, lo que representan el 12,1 por cien de la región. Además, hay unos 15.000 gitanos, de los que una proporción también es de habla magiar, 30.000 rumanos, 30.000 rusos y una pequeña proporción de eslovacos. La mayoría, alrededor del 80 por cien, se considera ucraniana, al menos entonces, y estaba muy ucranianizada.
Por lo tanto, los húngaros son una minoría. Sin embargo, la integración de Hungría en la Unión Europea está cambiando los parámetros demográficos de una región muy pobre. En 2011 el gobierno de Budapest aprobó un procedimiento acelerado para la obtención de la ciudadanía húngara para los húngaros de la diáspora. Desde 2017 los ucranianos que viajan a Hungría no necesitan visado. Finalmente, la guerra ha provocado una fuerte emigración.
La población húngara de Subcarpacia es, además, vieja y rural. Los húngaros en edad de trabajar y los que están en edad de ser movilizados por el ejército ucraniano, han abandonado su tierra natal. No es nada diferente del resto de Ucrania, que desde la independencia ha perdido una tercera parte de su población.
En 2020 Laszlo Brenzovics, un dirigente de la Federación Cultural de Húngaros Subcarpáticos y diputado en la Rada ucraniana desde 2014, tuvo que exiliarse en Budapest. La policía secreta ucraniana, SBU, le acusa de malversación de fondos.
Desde 2014 la Subcarpacia padece, pues, un proceso de limpieza étnica. Dentro de poco no habrá húngaros, y mucho menos otras minorías nacionales.
Hungría fue el primer Estado que reconoció la independencia Ucrania en 1991. El mismo día en el que se celebró el referéndum de autodeterminación, también se celebró otro referéndum en Subcarpacia, donde el 78 por cien de los electores votaron a favor de una autonomía regional.
Kiev nunca aceptó el resultado electoral. Eso no impidió que el 6 de diciembre de 1991 se firmara un tratado, aún en vigor, que sentaba las bases de las relaciones magiares-ucranianas. El tratado estipula que las dos partes excluyen cualquier reclamación territorial. Ningún partido político húngaro en el gobierno desde 1990 ha reivindicado la anexión de la Subcarpacia.
Desde el Golpe de Estado de 2014 las minorías de la Subcarpacia han ido perdiendo sus derechos nacionales, un proceso idéntico a lo que ha ocurrido en el Donbas: aprobación de una ley que restringe los derechos lingüísticos en la educación y destrucción violenta de los edificios y monumentos húngaros. Como consecuencia de ello, en 2018 el gobierno de Budapest dejó de apoyar la integración de Ucrania en la OTAN y la Unión Europea.