El caso de Nicola Sacco (1891-1927) y de Bartolomeo Vanzetti (1888-1927)…

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El caso de Nicola Sacco (1891-1927) y de Bartolomeo Vanzetti (1888-1927)…

Se trata de un caso universal como el que se evoca en el Primera de Mayo nació en Italia y emigró a los EE.UU. en 1908, su nombre de Nicola va indisolublemente ligado al de Bartolome, otro italiano y emigrado,), ambos acusados de haber robado y asesinado a un pagador y sereno de una fábrica de zapatos de South Braintree, Massachusetts, el 20 de abril de 1920. El clima creado por la revolución rusa y la agitación social lleva al ministro de Justicia, Palmer, ha crear un ambiente de «terror blanco» en el que Sacco y Vanzetti van a ser víctimas propiciatoria. Después del hecho la policía no encuentra ninguna clase de pista seria, sabe que eran «extranjeros».

Cuando detienen a Sacco y Vanzetti encuentran en estos unas condiciones idóneas, como dirá M.H. More, el abogado del primero «Ningún fiscal ha tenido nunca una causa más bonita que ésta. Se puede poner en pie y deciros: `Señores, hemos venido aquí durante seis semanas por dos desertores, por dos hombres que no pensaron bastante en este país durante la guerra, que huyeron a México; asesinos, desertores, anarquistas. Sobre estas cuerdas es fácil, señores tocar una música cualquiera…».

El ambiente de «progrom» antianarquista es creado por la prensa, la clase media pide el linchamiento de los «extremistas», los crímenes se asocian con los «extranjeros» (un testigo del fiscal dirá que los asaltantes corrían como «extranjeros»), y el juez Thayer, hará el resto; Vanzetti lo definirá como «un santurrón limitadísimo, ferozmente reaccionario (que) no tuvo escrúpulos en condenarnos injustamente, porque su conciencia aprueba el exterminio de los anarquistas».

En realidad, más que un juicio injusto se trata de una auténtica conspiración gubernamental; la defensa puede demostrar que Sacco había estado en aquel momento en el consulado italiano —lo afirma el cónsul fascista, los pescaderos dicen que Vanzetti estuvo con ellos, pero todos son extranjeros. El único testigo que vio a los asaltantes no aparece en el juicio.

El fiscal se apoya en la «conciencia de culpabilidad» de los acusados. Efectivamente, en el momento de ser detenidos ambos mienten. La razón es simple: arribos han participado en una campaña de denuncia por la muerte del radical Salcedo (presumiblemente arrojado por una ventana por la policía) y temen implicar su organización, luego rectifican.

La maquinaria represiva antiobrera no se podía parar, fueron condenados, permaneciendo en la cárcel en espera de la sentencia desde el 14 de julio de 1921 hasta el 23 de agosto de 1927, día en el que fueron ejecutados en la silla eléctrica. Vanzetti fue entonces capaz de explicar: «No desearía para un perro, ni para una serpiente, ni para criatura más miserable y desafortunada de la tierra lo que yo he tenido que sufrir por culpas en las cuales no incurrí. Pero mi convicción es otra: que he sufrido por culpas que efectivamente tengo. He sufrido por ser radical y, en efecto, yo soy radical; he sufrido por ser italiano y, en efecto, soy italiano (…) pero estoy tan convencido de estar en lo justo, que si usted tuviera el poder de matarme dos veces, sí volviera a nacer dos veces, volvería a vivir para hacer de nuevo, exactamente, lo que hice hasta ahora».

El caso conmueve el mundo, adquiere al menos dos dimensiones más. La primera es colectiva ya que moviliza al movimiento obrero, y a la izquierda de todo el mundo y consigue el apoyo de personalidades como Einstein, G.B. Shaw. Madame Curie, Romain Rolland, Anatole France, etc. La intelligentzia radical norteamericana, con John dos Passos al frente, hace el caso suyo. Hasta Mussolini se ve obligado a enviar una petición de indulto.

La segunda es personal. En la cárcel Sacco y Vanzetti tienen la oportunidad de conseguir una mayor formación de la que habían logrado como emigrantes semianalfabetos, sometidos a trabajos tremendos y a una pésimas condiciones de vida, entonces perfilan dos caracteres que a través de artículos y cartas conmueven e impactan: son dos seres humanos que se enfrentan a la calumnia y la muerte con gran integridad porque también son dos revolucionarios capaces de escribir cosas como la carta de Sacco a su hijo y que moldeará Peter Seeger para una canción:

«Si nada ocurre, seremos electrocutados esta noche, después de las doce/ Es por ello que estoy aquí contigo, con todo amor, y con mi corazón abierto/ Como lo estaba ayer/ No llores, Dante, porque muchas, demasiadas lágrimas han corrido ya/ Tu madre las ha derramado durante siete años/ Y eso no ha servido para nada/ Así pues, hijo, en lugar de llorar, sé fuerte, sé duro/ Para tener la fuerza de consolar a tu madre/ Y Cuando tu quieras consolar la desesperación de su corazón/ Llévala a pasear a un lugar apacible en el campo/ Ofrécela flores/ Sentaos a la sombra de los árboles, cerca de la música de los arroyos/ En la paz de la campiña, ella encontrará la paz/ Como tú, sin duda/ Pero, hijo mío, acuérdate, no pienses solamente en tu propia felicidad/ Detente, sólo un instante/ Para ayudar a los humildes que te rodean/ Los más débiles, los que piden ayuda, los perseguidos, las víctimas/ Esos, son tus amigos, los tuyos y los míos/ Son camaradas que luchan, y que, a veces caen en ellas/ Del mismo modo que tu padre, tu padre y Bart han caído/ Han caído ayer en la lucha, por conquistar la alegría/ y la libertad para todos/ En el combate por una vida mejor, tu encontrarás todo el amor del mundo/ y en este combate, tú también serás amado».

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Entre el amplio material sobre el «caso» cabe señalar: ensayos como los Luis AmadoEl proceso Sacco-Vanzetti (A. Redondo, Madrid, 1971), y Helmuth Orner, Sacco-Vanzetti. El enemigo extranjero (Txalaparta, Tafalla, 1999); la novela de Howard Fast, La pasión de Saco-Vanzetti (La Pléyade, Buenos Aires). Es célebre —y un tanto simplista—la película Sacco y Vanzetti, de Guiliano Montaldo, con Gian Mª Volonté y Ricardo Cucciola, que sí bien no alcanza la altura del drama aunque tiene momentos de gran brillantez; Joan Báez canta la famosa Balada de Sacco-Vanzettiinspirada en la que había creado Woody Guthrie. Algunas cartas de Sacco se encuentran en Los anarquistas de Horowitz (1º vol), y las de Vanzetti en Cartas desde la prisión (Granica., Barcelona, 1976, con un prólogo de Cesare Pillon. Más brevementeEl asesinato legal de Sacco-Vanzettipor Maria Ruipérez (Tiempo de Historia nº 10, entre otros aunque raramente en la prensa establecida…

*  Imagen: Protest to save Sacco and Vanzetti in London, England in 1921. Anonima de dominio público.

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