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Cada vez que tiene un micrófono delante de la boca, la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, cuenta bulos sobre los vehículos eléctricos chinos, que -según dice- podrían convertirse en armas de destrucción masiva en las carreteras de Estados Unidos.
El director del FBI, Christopher Wray, asegura en que los piratas informáticos chinos del equipo “Volt Typhoon” han puesto en peligro la infraestructura estadounidense.
El Pentágono advierte que quizá las grúas de carga de fabricación china incorporen instrumentos de espionaje camuflados.
El Congreso insiste en que TikTok, o sea, los chinos, se ha apoderado del cerebro de los adolescentes estadounidenses…
Vuelve el “peligro amarillo”, y es lógico que en Washington estén histéricos porque han perdido todas y cada una de las batallas que han emprendido contra China. Su estrategia tecnológica, que es de naturaleza militar, ha fracasado. Los aranceles, sanciones y presiones han incentivado al país asiático a desarrollar sus propias alternativas locales.
El “peligro amarillo” ha dado paso al “peligro de la tecnología de doble uso”, dicen los paranoicos de la seguridad y la defensa, que durante mucho tiempo han argumentado que los sistemas avanzados de China podrían pasar del uso civil al militar con sólo presionar un interruptor.
La prensa especializada no ahorra calificativos para describir el fracaso. The Economist titula que Estados Unidos lo ha intentado todo para “asesinar” a Huawei (*) y lo que ha logrado es que el monopolio se reinvente a sí mismo.
Ademas de Huawei, Estados Unidos ha tenido que atacar a sus lacayos, como los europeos, y a las empresas suministradoras para bloquear a la empresa china. Incluso en 2018 ordenó a sus sicarios canadienses que detuvieran a la directora financiera, Meng Wanzhou, que también era hija del fundador del monopolio tecnológico. “No hay forma de acabar con Huawei”, dijimos hace dos años.
Huawei reaccionó reemplazando los componentes fabricados en el extranjero con los suyos propios, desde sistemas operativos hasta semiconductores. Lo logró en sólo tres años. En lugar de quedar fuera del negocio de los móviles, la empresa presentó el Mate60 Pro+, que tiene un 70 por cien de sus componentes fabricados en China y es prácticamente indistinguible de sus homólogos 5G de vanguardia.
Las máquinas de litografía de semiconductores
Ahora Washington intenta lo mismo con las máquinas de litografía de semiconductores, a las que consideran como el último cuello de botella para la producción de chips avanzados. Estados Unidos presiona a sus lacayos para que limiten el acceso de China a esta técnica. Un representante del Ministerio de Comercio se fue a Países Bajos a apretar las tuercas a la empresa ASML (Advanced Semiconductor Materials Lithography), el mayor productor de litografías, y a Japón para intimidar a los dirigentes de Tokyo Electron, la segunda empresa en el escalafón. Necesitaba convencer a los gobiernos de ambos países y a ambas empresas para que se unieran a la guerra tecnológica contra China en la que está empeñada Estados Unidos.
Actualmente los chinos representan casi la mitad de las ventas totales de ASML, al margen las máquinas de litografía ultravioleta más avanzadas. China todavía tiene muchos equipos de litografía de inmersión DUV altamente sofisticados de ASML, la segunda línea de productos más avanzada de la empresa holandesa. Lo mismo ocurre con Tokyo Electron, donde China representa el 47 por cien de los ingresos mundiales de la empresa. Es ridículo creer que el cliente más grande de los dos principales productores de litografía del mundo no pueda permitir que sus técnicos realicen ingeniería inversa en sus almacenes de productos ASML y Tokyo Electron para desarrollar alternativas que contrarresten el bloqueo estadounidense.
El nuevo móvil de Huawei no tiene un microprocesador de 4 nm como el iPhone 15, pero tiene uno de 7 nm que ofrece prestaciones 5G completamente funcionales. Se trata de una segunda mejor solución que ofrece a los consumidores chinos un producto excepcional.
En el laboratorio de investigación de Huawei trabajan 114.000 trabajadores, el 55 por cien de su fuerza de trabajo, que movilizan un presupuesto de 23.000 millones de dólares (el 23 por cien de los ingresos de la multinacional). No necesitarán esforzarse mucho para fabricar mercancías de última generación.
Lo mismo puede decirse del potencial de la fabricación litográfica local de China. Una empresa local de litografía china, Naura Technology Group, está produciendo una alternativa a las herramientas ultravioleta extremas más avanzadas de ASML. La empresa china ha desarrollado una nueva técnica llamada SAQP (Patrón cuádruple autoalineado) que graba múltiples líneas en obleas de silicio, mejorando tanto la densidad como el rendimiento de los microprocesadores.
No hay más que presionar un poco a China para que resuelva un problema, por difícil que sea. Si lo presionas más, lo resolverá más rápidamente. Es una civilización muy antigua con una revolución muy reciente. En 1949 era un país pobre que -como mucho- se desplazaba en bicicleta. Hoy China está conectada a la red ferroviaria de alta velocidad más grande del mundo.
(*) https://www.economist.com/briefing/2024/06/13/americas-assassination-attempt-on-huawei-is-backfiring