Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/11/21/b8d8-n21.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Jean Shaoul 21.11.23
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció la famosa frase: “Israel es la mejor inversión de 3.000 millones de dólares anuales que hacemos. Si no existiera Israel, Estados Unidos tendría que inventar un Israel para proteger nuestros intereses en la región”.
El hecho de que la administración Biden haya pedido para Israel una emergencia suplementaria de 14.300 millones de dólares, más de tres veces el presupuesto anual, confirma que lo que se quiere señalar con este panegírico es mostrar el papel de Israel como un Estado guarnición, que está al frente de la agresión del imperialismo estadounidense en la región estratégicamente vital de Oriente Medio.
La ofensiva genocida contra Gaza está siendo completamente financiada por Washington en busca de objetivos de guerra más amplios dirigidos contra Irán.
Unos 5.250 millones de dólares de esta suma tan exagerada se destinarán al Departamento de Defensa, en gran parte para reemplazar las existencias de armas entregadas a Israel; 4.000 millones de dólares se destinarán a las empresas armamentísticas israelíes y a la corporación Raytheon para obtener sistemas de defensa aérea y antimisiles; 1.350 millones de dólares a Israel para la investigación y el desarrollo de interceptores láser; 150 millones de dólares para las necesidades del Departamento de Estado; y 3.500 millones de dólares para su entrega a libre disposición de Biden al belicista gobierno de Israel, fuera del escrutinio público y del Congreso.
El esfuerzo decidido de Washington para asegurar que su perro de ataque pueda seguir masacrando a los palestinos en Gaza subraya que los horribles crímenes que se están llevando a cabo allí son parte del impulso del imperialismo estadounidense para establecer su supremacía en todo el Medio Oriente.
Todo esto constituye una violación flagrante de la legislación estadounidense que prohíbe la ayuda a los gobiernos implicados en violaciones de los derechos humanos y a los Estados con armas nucleares o que pretendan utilizar dichos fondos para el desarrollo de armas nucleares. Israel nunca ha admitido poseer armas nucleares, pero es un secreto a voces que tiene misiles apuntando a todos sus rivales en la región. Seymour Hersch, en su libro ‘ The Samson Option ‘, ha documentado el papel directo de los sucesivos presidentes de Estados Unidos, Eisenhower, Kennedy y Johnson, en el programa nuclear de Israel.
Estados Unidos ha proporcionado a Israel más ayuda desde la Segunda Guerra Mundial que a cualquier otro país, un total de 158.000 millones de dólares no ajustados a la inflación en asistencia bilateral y financiación de la defensa antimisiles, lo que equivale a 260.000 millones de dólares estadounidenses (ajustados a la inflación) en 2021. Si bien Israel recibió una importante ayuda económica entre 1971 y 2007, hoy en día casi toda la ayuda estadounidense a Israel es en forma de asistencia militar.
Estados Unidos proporcionó muy poca ayuda, sólo 50 millones de dólares al año, hasta la guerra árabe-israelí de 1967, cuando el Estado sionista demostró su fuerza frente a todos los ejércitos árabes y comenzó su dominio sobre la población palestina. La asistencia de Estados Unidos se incrementó después de cada intervención militar y represión contra los palestinos. Aumentó después de las conversaciones de paz de Oslo, y de nuevo después de que estas colapsaron. Ha continuado mucho después de que Israel no se enfrentara a ninguna amenaza militar externa. El propósito de la ayuda estadounidense es asegurar la superioridad militar de Tel Aviv.
En 1986, la ayuda había aumentado a 3.000 millones de dólares al año (divididos entre 1.200 millones de dólares en asistencia económica y 1.800 millones de dólares de asistencia militar) además de unos 500 millones de dólares al año de ayuda procedentes de otras partes del presupuesto de EE.UU. o, en algunos casos, fuera del presupuesto. En 2009, solo la ayuda militar aumentó a 3.000 millones de dólares al año y en 2018 a 3.800 millones de dólares al año, lo que convierte a Israel en el mayor receptor per cápita de ayuda estadounidense en el mundo.
Del mismo modo, Estados Unidos proporciona asistencia económica a un país con una población de 9 millones de habitantes que tiene un PIB de 564.000 millones de dólares, mucho mayor que el PIB combinado de sus vecinos árabes inmediatos, incluido Egipto, que tiene una población de 105 millones. Solo Arabia Saudita, con su enorme riqueza petrolera, tiene un PIB mayor, de poco más de un billón de dólares, en Oriente Medio.
La ayuda de Estados Unidos a toda el África subsahariana, con una población de aproximadamente mil millones de habitantes, es de alrededor de 8 mil millones de dólares al año.
Normalmente, la ayuda estadounidense está vinculada a proyectos específicos y a la compra de bienes y servicios estadounidenses, y es supervisada por la agencia gubernamental USAID; pero la mayoría de la ayuda estadounidense a Israel se destina directamente a su Tesoro como una transferencia de efectivo. La ayuda suele venir en forma de préstamos que tienen intereses y obligaciones de reembolso. La mayoría de los préstamos militares a Israel, sin embargo, se han convertido en donaciones, y los préstamos militares restantes fueron ‘perdonados’ por el Congreso, pagando en última instancia la compra de armamento estadounidense, lo que se traduce en un subsidio encubierto al complejo militar-industrial. Solo la ayuda económica debía ser devuelta con intereses.
Incluso las subvenciones anuales a Israel han sido repetidamente insuficientes. Entre 1992 y 1996, Estados Unidos intervino para proporcionar 10.000 millones de dólares en garantías de préstamos, lo que permitió a Israel pedir prestados fondos a un coste menor, para evitar la bancarrota del Estado.
Estados Unidos también ha dado luz verde a la expansión de los asentamientos. Si bien oficialmente el presidente Bill Clinton dedujo el costo de los asentamientos de las ayudas, simplemente puso a su disposición cantidades equivalentes como subvenciones provenientes de otras fuentes que sirvieron para subsidiar los asentamientos. En 2003, durante la segunda Intifada, la administración Bush aportó otros 9.000 millones de dólares, un plan que se amplió en 2012.
Washington también ha proporcionado cobertura política a Israel en las Naciones Unidas. Desde 1972, Estados Unidos ha vetado al menos 53 resoluciones en el Consejo de Seguridad que criticaban las políticas y acciones de Israel en los Territorios Ocupados, mientras que ha utilizado la amenaza de veto para conseguir que las resoluciones se retiren o se diluyan en innumerables ocasiones.
El estado guarnición del imperialismo estadounidense
¿Qué hace Israel por Estados Unidos que merezca un apoyo tan generoso?
En primer lugar, Israel mantuvo a raya a la burocracia estalinista en Moscú durante la Guerra Fría con sus derrotas en Egipto y Siria, ambos países armados por la Unión Soviética, en 1967 y 1973. Impidió victorias de los palestinos y sus partidarios más allá de las fronteras de Israel: en Jordania en 1970 y en el Líbano entre 1976 y 1982 —donde apoyó a la Falange Cristiana fascista en su guerra contra la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y sus aliados chiitas en la guerra civil libanesa que se desató entre 1975 y 1990— así como en los territorios ocupados. De este modo, contribuyó a reprimir a la clase obrera árabe y a mantener en el poder a los decrépitos y corruptos regímenes nacionales burgueses.
En efecto, Israel reemplazó a Gran Bretaña después de su retirada ‘al este de Suez’ como policía de Oriente Medio en nombre del imperialismo estadounidense.
El ejército israelí ocupó el Líbano entre 1982 y 2000, mucho después de que Estados Unidos se viera obligado a retirarse tras los ataques masivos con bombas de Hezbolá contra las fuerzas estadounidenses en 1983. En 2006, lanzó una guerra contra el Líbano, que finalmente fracasó, con el objetivo de transformar a su vecino del norte en un estado vasallo como parte de los planes del imperialismo estadounidense para establecer su hegemonía sobre toda la región.
Al igual que sus intervenciones anteriores contra los palestinos y sus aliados, el objetivo inmediato de la guerra —la eliminación de Hezbolá, organización respaldada por Irán y Siria, como fuerza militar y política dentro del Líbano— era aplastar toda resistencia a la dominación israelí y estadounidense y fortalecer el poder de las fuerzas derechistas proestadounidenses como una preparación esencial para el cambio de régimen en Siria y, en última instancia, en Irán.
Las frecuentes guerras de Israel proporcionaron a Estados Unidos pruebas en condiciones de combate real para sus armas, a menudo enfrentándolas a armamento soviético. Con su arsenal nuclear, Israel tenía armas capaces de llegar a la Unión Soviética. Impidió el surgimiento de Irak como potencia nuclear con el bombardeo del reactor nuclear de Irak en 1981. De manera similar, en 2007, bombardeó un presunto reactor nuclear en el sureste de Siria, supuestamente después de que la administración Bush expresara su falta de voluntad para hacerlo y a pesar de los temores de que Siria tomara represalias.
No menos valiosos fueron los servicios encubiertos de Israel, que proporcionaron a su patrocinador en Washington la posibilidad de negar su participación. Tel Aviv sirvió como conducto de armas estadounidenses a regímenes a los que Estados Unidos no podía ayudar: la Sudáfrica del apartheid, el Irán del ayatolá Jomeini durante la guerra Irán-Irak, y numerosas dictaduras militares y fuerzas rebeldes derechistas, particularmente en América Latina. El servicio de inteligencia de Israel, el Mossad, proporciona a Washington recopilación de inteligencia no solo de Oriente Medio, sino también en otras áreas estratégicas clave como Rusia y Asia Central, e incluso partes de América Latina.
En Irán, agentes israelíes han asesinado a científicos nucleares de alto nivel y saboteado infraestructuras críticas. Además de los ataques contra objetivos iraníes por aire y por mar, ha llevado a cabo miles de ataques contra las fuerzas respaldadas por Irán en Siria desde el inicio en 2011 de la guerra proxy respaldada por la CIA para el cambio de régimen.
Israel ha ensayado nuevas formas de interrogatorio y tortura, que más tarde se utilizarían en Irak, y ha sido pionero en los ‘asesinatos selectivos’ de líderes palestinos, que ahora son una práctica generalizada para Washington, incluso contra sus propios ciudadanos en Yemen.
Washington planea una guerra contra Irán
La ‘ayuda’ estadounidense no es más que el pago por los servicios prestados, condicionado a la fiel ejecución por parte de Tel Aviv de los dictados de Washington.
El World Socialist Web Site advirtió repetidamente que el gobierno fascista del primer ministro Benjamin Netanyahu estaba presionando para una confrontación total con los palestinos, con el ejército, la policía y los colonos ejecutando ataques casi diarios contra ciudades y pueblos en Cisjordania desde principios de 2023 y los fanáticos religiosos buscando un control cada vez mayor sobre el recinto de la mezquita de al-Aqsa.
Al mismo tiempo, Netanyahu estaba intensificando su retórica contra Irán y sus aliados en Siria y Líbano. Sus esfuerzos tenían como objetivo incitar ataques de represalia, creando un clima de miedo y aprensión para desviar las tensiones sociales explosivas y la oposición política a su gobierno hacia afuera, contra un ‘enemigo común’.
Estados Unidos aprobó la guerra de antemano. Está trabajando en estrecha colaboración con la maquinaria de guerra israelí construida en Estados Unidos para llevarla a cabo, enviando buques de guerra y tropas al Mediterráneo oriental y al Golfo. A nivel diplomático, se niega incluso a considerar un alto el fuego.
El presidente Joe Biden legitima abiertamente el genocidio y la limpieza étnica de Israel como instrumento de la política exterior estadounidense. Es una continuación de su agresión militar en Irak, Somalia, Afganistán, Libia o Siria y señala futuros ataques militares contra Irán y sus aliados en Siria, Líbano y otros lugares en busca de la dominación estadounidense de una región rica en recursos.
La matanza de Gaza respaldada por Estados Unidos solo puede ser finalizada por la movilización política independiente de la clase obrera en todo Oriente Medio e internacionalmente, incluyendo a aquellos trabajadores israelíes que se oponen a la xenofobia racista de su gobierno y partidos políticos, en una lucha por el socialismo y contra el capitalismo.
(Publicado originalmente en inglés el 19 de noviembre de 2023)