Commodities ambientales: paradigma organicista como contrapunto a privatización y…

Fuente: https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgzGqPphPLLVcFGlPgRtwcgBWmrpq                             Amyra El Khalili*                                                                   08.08.22

https://rebelion.org/commodities-ambientales-el-paradigma-organicista-como-contrapunto-a-la-privatizacion-y-la-financierizacion-de-la-naturaleza/ 

COP27 Egipto – Commodities ambientales: el paradigma organicista como contrapunto a la privatización y la financierización de la naturaleza

Las commodities ambientales son el opuesto de las commodities convencionales por hacer contrapunto a los criterios de estandarización y comercialización, al cuestionarlos técnicamente confrontando los números y estadísticas de las grandes escalas de producción. Las commodities ambientales no son créditos de carbono y sus derivativos (REDD, REDD+, Pagamentos por Servicios Ambientales, Créditos de Compensación, Créditos de Efluentes, Pagamentos por Servicios Ecosistémicos, entre otras pirotecnias financieras).  Por el contrario, este informe rebate las falsas soluciones de los que se presentan como “lobos vestidos en piel de cordero”.

Por Amyra El Khalili* para Rebelion de Madri

¿Qué son Commodities Ambientales?

Primeramente, es preciso comprender lo que son commodities” para después definir lo que son “commodities ambientales”. Commodities son mercancías estandarizadas para compra y venta que adoptan criterios internacionales de comercialización en mercados organizados (bursátiles, es decir, de Bolsa de Mercancías y de Futuros). Hoy clasificamos las producciones convencionales em commodities agropecuarias (soja, maíz, café, buey, caña, cacao, azúcar, etc.) y commodities minerales (petróleo, gas, oro, plata, cobre, hierro, etc.).

Las commodities ambientales son el opuesto de las commodities convencionales por hacer contrapunto a los criterios de estandarización y comercialización, al cuestionarlos técnicamente confrontando los números y estadísticas de las grandes escalas de producción, incluyendo las variables sociales y ambientales y, principalmente, las reivindicaciones de los que son los legítimos representantes de su “eminencia parda, El Mercado”, es decir, los productores y consumidores que somos todas nosotras e todos nosotros, pagadores de impuestos y tasas, además de pagar las exorbitantes tasas de juros practicadas en Brasil cuando recurrimos a préstamos y financiamientos.

 

Así, las “commodities ambientales” son mercancías originarias de recursos naturales, producidas en condiciones sustentables, y constituyen los insumos vitales para la industria y agricultura. Estos recursos naturales se dividen en siete matrices: 1. Agua; 2. Energía; 3. Biodiversidad; 4. Floresta; 5. Minerales; 6. Reciclaje; 7. Reducción de emisiones contaminantes (en el suelo, agua y ar). Las commodities ambientales están siempre conyugadas a servicios socioambientales – ecoturismo, turismo integrado, cultura y saberes, educación, información, comunicación, salud, ciencia, pesquisa e historia, entre otras variables que no son consideradas en las commodities convencionales.

 

Mientras las commodities convencionales (agropecuarias y minerales) se concentran en algunos pocos productos de la pauta de exportación con escalas de producción, con alta competitividad y tecnología de punta (transgenia, nanotecnología, biología sintética, geoingeniería, etc.), en las commodities ambientales desarrollamos criterios de producción alternativa como agroecología,  agricultura orgánica, permacultura, biodinámica, agricultura de subsistencia consorciadas con pesquisa de fauna y flora, como las plantas medicinales, exóticas y en extinción. Ejemplificamos la pesquisa con el banco de germoplasma del bioma macaronesia (misto de bioma amazónico con mata atlántica).

 

Es el caso de la simiente de lino y las tinturas rescatadas por el banco de germoplasma para bordados tradicionales de Ilha de Madeira, em Portugal, que han sido clonados por los chinos e industrializados. El mercado fue inundado por falsificaciones chinas de bordados de Ilha da Madeira. Resultado: las bordadoras ya no quieren enseñar a sus hijas el oficio por ser exploradas por la industrialización y por empresarios que exportan sus bordados para boutiques y pagan una miseria a las bordadoras.

 

Otra contradicción: mientras en la Amazonía combatimos la biopiratería, en los países del norte son pesquisadas simientes y especies para recuperar lo que han degradado y desforestado. Son esas contradicciones, sus paradojos y reflexiones entre problemas y soluciones que estamos debatiendo y analizando al construir colectivamente el concepto de “commodities ambientales”. Las commodities ambientales son como un espejo frente a la cara del sistema financiero para que podamos ver em tiempos de tinieblas alguna luz en el final del túnel, proponiendo un modelo de transición a la economía de mercado en su fase neoliberal (neo=nuevo; liberal=libre mercado).

Bien, si vivemos en una economía en que quién comanda es el libre mercado ¿por qué solamente los detentores de capital pueden decidir sobre qué, cómo y de qué forma debemos producir y consumir? ¿Si es libre para los capitalizados, por qué somos rehenes de ellos y estamos “presos”? ¿Debemos ser eternamente “esclavos del libre mercado”?

 

Si somos los que producen, los que consumen, los que pagan impuestos, tasa y juros ¿por qué tenemos que subordinarnos a las reglas de estandarización y comercialización internacionales, fuera de nuestra realidad y todavía aceptar pasivamente que ese mercado se autorregule?

 

En Brasil, sabemos que el legislador es cuestionable y muchas veces injusto; es cuando la ley beneficia el reo (el degradador) y penaliza la víctima (el ambiente). Y, cuando es conveniente para bancos y corporaciones, prevalece lo negociado sobre lo legislado.

 

Hay que separar el joyo del trigo

 

Las matrices de las commodities ambientales son recursos naturales y procesos renovables y no renovables: el agua, la energía, la biodiversidad, la floresta, el mineral, el reciclaje, la reducción de emisiones de contaminantes (en el suelo, agua y ar). No son mercancías, no pueden ser “comoditizadas” pues se tratan de bienes difusos, de uso común del pueblo.

 

Las commodities ambientales son las mercancías que se originan de estas matrices, por ejemplo, el dulce de guayaba de la productora de dulce de Campos dos Goytacazes (RJ). La guayabera es la matriz. La guayaba es la materia prima, el fruto. La mercancía es el dulce de guayaba. La prestadora de servicio es la mujer que hace el dulce de Campos dos Goytacazes que ha aprendido con la indio Goytacá la receta tradicional para hacer guayabada. La mujer que hace el dulce se organiza en asociación y cooperativa. El agua y la energía como commodity ambiental, en este caso es el insumo utilizado por la mujer para producir el dulce de guayaba. Se vuelve commodity ambiental cuando esa mujer cuida de la bacía hidrográfica y trabaja con energía renovable y/o maximizando el uso el agua y energía para poder producir su dulce. Es cuando el agua y la energía son captadas de la naturaleza y pasan para la cadena productiva.

 

Fue justamente con el objetivo de cuestionar como se dan esos “criterios” de estandarización y su modus operandi que pasamos a estudiar el binomio “agua y energía”.

 

En las commodities ambientales trabajamos las siete matrices integradas al aprendizaje de cómo funciona un ecosistema. En la naturaleza no hay separación entre las matrices porque a naturaleza está integrada. Si separamos em siete matrices es para poder estudiar y analizar los impactos socioeconómicos de su uso justamente para no permitir la exploración desenfrenada y ni el extractivismo industrializado, como ocurrió en el desastre ambiental con la minería en Mariana y Brumadinho, Minas Gerais.

 

Estamos falando de commodity, es decir, de mercado organizado, y no de extractivismo pura y simplemente (sin organización social). Commodity no se da en la informalidad y ni es posible decir que cualquier cosa se transforma em commodity en la ilegalidad y sin criterio de estandarización. Obsérvese, sin embargo, que mercancía pode ser lícita cuanto ilícita. La relación de cosas ilícitas que se vuelven mercancías es enorme.

En la economía verde llaman los procesos de servicios ecosistémicos y ambientales. Ocurre que también no son “servicios”, ya que la naturaleza no está a servicio de los humanos, no cobra por sus trabajos. En el concepto “commodities ambientales” estamos hablando de “beneficios providenciales” y no de servicios ambientales.

 

Si alguien presta algún servicio en esa ecuación, es la bordadora de la Ilha da Madeira, la costurera, el extractivista, la quebradora de coco babaçú, el ribereño que pesca el peje, la docera que retira la guayaba manteniendo la mata en pie y sembrando otra mata al lado del árbol de que sacó el fruto, los pueblos indígenas y tradicionales que protegen y guardan las florestas y las aguas. Estos sí, prestan servicios y deberían ser debidamente remunerados por mantener los “beneficios providenciales” que la naturaleza nos proporciona. Ellos e ellas trabajan para que tengamos agua en cantidad y calidad, así como el aire, la tierra y el mar.

 

La academia y las grandes ONGs tienen por hábito crear nuevos expresiones y palabras-claves para desviar la atención de lo que es principal. Esto sucede tanto entre los que defienden el neoliberalismo cuanto los que lo critican. Es mucha tergiversación política, distorsión y parcialidad de las banderas y causas justas que defendemos y discutimos en el mundo real. Pero el pueblo no es tonto. Es bueno, pero no es tonto. Como dijo un líder Jaminawá: “Capibara es capibara, paca es paca, cobra es cobra, y ni viene con esos nombres complicados que no sabemos qué es. Para nosotros las cosas son sencillas”.

 

Usamos la palabra-expresión “commodities” porque dominamos el asunto y estamos rebatiendo argumentos flojos e inconsistentes, derribando mitos que se presentan como verdades absolutas e incuestionables. Quién nos escucha y nos lee con atención entiende perfectamente de lo que estamos hablando.

 

También nunca supimos de un inversionista que pusiese dinero en algo que no entendiese, por el contrario, si lo hacen sin entender es porque están siendo engañados. Engañar personas es estelionato (abuso de la buena fe del individuo) y, en el caso de tener papeles con palabras-expresiones enroladas, certificadores dudosos, auditores incompetentes (en la mejor de las hipótesis), es fraude. Caso tenga intereses impracticables y devastadores, es agiotaje. Entonces la cosa sale de la esfera, del campo técnico e ideológico, y pasa a la condición de jurídico-económico. En esta última hipótesis, es crimen.

 

Por lo tanto, estamos entrando en el territorio del derecho penal, más específicamente en el derecho ambiental y en el derecho humano, sin perder de vista que estamos tratando también con derecho económico, tributario y fiscal. Es materia multidisciplinaria y no da para un (a) único(a) mortal se rogar de doctor(a) en el tema. ¡Nosotros no nos atreveríamos a tanta prepotencia!

 

Si no, veamos, cuando han privatizado la Vale do Rio Doce, ¿qué vendieron? ¿Una empresa estatal? No, vendieron las riquezas del subsuelo, el bien público, el mineral explorado por la Vale do Rio Doce que pasó a tener accionistas extranjeros y someterse a las reglas de marcado (¡o a la falta de esas!). Aquí estamos hablando de mercado financiero y no del mercado como un todo, que somos todos nosotros, productores y consumidores de bienes y servicios.

 

Cuando subastaron el pré-sal, han entregado para exploración de otros países en territorio brasilero el bien común del pueblo, el petróleo. Nosotros respondemos a una pregunta con otra pregunta: ¿es viable?

 

Tomemos como hecho la reciente huelga de los camioneros. Al indexar los precios de los combustibles al precio practicado en las bolsas internacionales, las bombas de gasolina y alcohol en los puestos pasaron a la condición de agentes y cambistas, con reajustes de precios diarios e inesperados.

 

Es imposible convivir con una situación así cuando ni los camioneros logran saber lo que están pagando para continuar en la carretera; cuando ni sus salarios están garantizados y corren riesgo de vida con asaltos y pésimas condiciones de trabajo con la flota desecha, sin saber cómo irán pagar las cuotas de los camiones nuevos que han comprado.

 

Cuando proponemos “las commodities ambientales”, estamos hablando de alternativas de generación de empleo e ingreso para los que viven de la minería, de la exploración desenfrenada del bien común, pues el argumento de las mineras y el agronegocio es que tal actividad extractivista genera empleo e ingreso, trae divisas (dinero de inversionistas extranjeros) para el país. Pero sabemos que las empresas multi e transnacionales que se establecen en Brasil llegan aquí en búsqueda de insumos (agua y energía), de materia prima (mineral y productos agropecuarios) y mano de obra barata o aún gratuita y esclavizada. Traen sus funcionarios bien pagados del exterior, altamente capacitados, hablando dos o más lenguas, con maestrías y doctorados, no contratan mano de obra regional, exploran el ambiente local con la complicidad de los políticos. Así se privatizan las ganancias y se socializan las pérdidas.

 

El agua, la energía y el alimento ¿son o no son mercancías? ¡Esa es la cuestión!

Pues decimos que es lo contrario de esas campañas que viene de afuera para adentro, cuñadas por ONGs internacionales, cuando la palabra commodities traducida literalmente significa mercancía. Queriendo “estandarizar las campañas” para que se usen en todos los continentes, las ONGs cometen un equívoco y alimentan todavía más la confusión entre producción y finanzas.

 

Somos críticos sobre los límites del discurso socio ambientalista mayoritario, pues en su visión pone consignas de fácil asimilación – como “agua no es mercancía” – por encima del análisis del modelo de producción y consumo en el cual estamos todos inseridos. Del otro lado, trata de precisar las diferencias entre mercados financierizados y oligopolizados de aquellos que envuelven productores y consumidores de pequeña escala, a nombre de quiénes siempre se estimulan los instrumentos de economía sustentable, mitigación de daños, compensaciones ambientales, entre otros.

 

Hacen lo mismo han hecho los colonizadores que tanto critican: nos someten a su voz de comando sin preguntarnos si esas expresiones nos sirven para decir lo que nos gustaría decir.

 

Explicamos: commodities es la palabra-expresión utilizada en finanzas y pueden ser bien más que simples mercancías, dependiendo de cómo es usada y en que contexto se está empleando, como en el caso del agronegocio, en sus propagandas, cuando afirman que Brasil se volvió el mayor exportador de soya con el boom de las commodities, teniendo los chinos comprando nuestra producción, o cuando dicen que “todo se volverá commodity”, sin explicar cómo es posible esa metamorfosis. Eso sin tomar en cuenta que todavía tenemos en vigencia el artículo 225 de la Constitución Federal, además de los derechos tributario y fiscal.

 

Esa es la síntesis del texto: el bien ambiental es definido por la Constitución como siendo “de uso común del pueblo”, es decir, no es bien de propiedad pública, pero sí de naturaleza difusa, motivo por el cual nadie pude adoptar medidas que impliquen gozar, disponer, fruir del bien ambiental o destruirlo. Al revés, al bien ambiental es solamente conferido el derecho de usarlo, garantizando el derecho de las presentes y futuras generaciones.

 

Están usando la palabra-expresión commodities de forma sesgada, destorcida y descontextualizada o sencillamente moviendo la palabra-expresión de un lado para otro sin profundizar el debate que está en curso hace décadas, de esta forma desviando la atención de lo principal y en la mayor parte de las veces invirtiendo el sentido de nuestras afirmaciones, demostrando que no saben de qué están hablando y que desconocen los atascos de las cadenas productivas de bienes y servicios.

 

El eco-historiador y ambientalista Arthur Soffiati, que nos acompaña hace más de dos décadas, es fiel testigo del tamaño de este embrollo:

 

“Los ecologistas fueron atacados por los capitalistas, por los marxistas, por los anarquistas y por los cristianos. Por lo menos, las fotografías eran en blanco y negro en aquella época, permitiendo saber quién era quién. Hoy día, los cincuenta tonos de gris confunden las posiciones y la comprensión de los conceptos. Aún así, es posible reconocer dos paradigmas: el mecanicista y el organicista. El primero sigue creyendo que el planeta y las personas son recursos a ser explorados en carácter ilimitado para ganar dinero. El segundo propone un cambio radical, criticando tanto a la derecha cuanto a la izquierda por sus posiciones retrógradas.

La geoingeniería, la transgenia, la biología sintética, son nuevas ropajes para viejas propuestas que se reúnen hoy día bajo el rótulo general de economía verde. Ellas se vinculan al viejo paradigma mecanicista que alimenta al capitalismo y al socialismo (que nunca ha representado un proyecto radical de revolución). Ya el proyecto “commodities ambientales” se alinea con el nuevo paradigma organicista que condena vehementemente el objetivo de transformar todas las manifestaciones de la naturaleza en mercancía.

Quizás la palabra commodities lleve los incautos a pensar que expresa la economía de mercado. Así, sugiero que, antes de atacar “la economista Amyra El Khalili” y poner sus firmas en documentos cuyo tenor no dominan suficientemente, sus críticos y los investigadores estudien más su trabajo. Y lo que es más curioso: quién llega en la lucha atrasado quiere condenar a los activistas antiguos que saben muy bien distinguir una cosa de otra”.

 

¿Mercantilización de la Naturaleza?

Desde que el primero colonizador metió los pies en ese continente latinoamericano y caribeño, la naturaleza fue mercantilizada. Estamos en otra fase: la de la “militarización de la naturaleza”. No hay duda que el objetivo de la “militarización es seguir mercantilizando todo y cualquier cosa, de la naturaleza a la vida – de hecho, sería hipocresía decir que esta no fue todavía mercantilizada. Son más de 500 años de colonización mercantil y nadie ha hecho nada. A cada gobierno, sea de derecha o izquierda, se reproduce el mismo modus operandi. En charla dictada en la sede del BNDES (EL KHALILI, 2000), promovida por el gobierno de los EE.UU., hablamos sobre el Plan Colombia, en que se tiró veneno a las plantaciones de coca, amapola, marijuana que, además de matar la tierra, dejó la población con graves secuelas.

 

¿Alguien citó ese pronunciamiento en los informes? ¡Nada! Lo que los periodistas escribieron en la “gran prensa” ha sido solamente lo que interesaba al mercado de carbono, pero no escribieron lo que dijimos sobre la necesidad de crear alternativas agroecológicas para los pobres campesinos(as) que plantan coca, marijuana y amapolas.

 

De esta forma somos solidarios con las propuestas del “Comunicado del Componente de la FARC en el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS)”. Si queremos paz en las florestas, campos, montañas y aguas, tenemos que caminar para las soluciones de los problemas y no “problematizar más y más, poniendo gasolina donde ya hay incendio”.

 

¿Cómo es posible explicar para doña María y el señor Juan, que alimento no es mercancía, si ellos tienen que comprar en la feria, en el supermercado, en la panadería, en la carnicería la comida de los hijos? ¿Cómo es posible explicar para nuestras madres que agua y energía no son mercancías, si las cuentas de agua, luz y combustible están cada vez más altas?

 

¿Será que dará para usar ese argumento con las empresas-estados que nos abastecen con agua, luz y gas que estos no son mercancía? ¿Qué el Estado tiene que subministrarnos servicios que jamás deberían ser mercantilizados, como salud, educación, seguridad pública, previdencia, entre otros, que pagamos con impuestos y tasas cuando tenemos que quitar nuestras deudas?  ¿El funcionario que me atiende puede exentarme de esos pagos sólo con tal argumento?

 

Pensamos que las afirmaciones “agua, energía y alimento no son mercancías” no explican nada para nadie. Debemos, sin duda alguna, discutir la calidad de lo que producimos y consumimos, si lo que comemos nos alimenta o si lo que pagamos tiene el precio justo, pero debemos evitar confundir todavía más lo que ya está confuso y obscuro. Finalmente ¿para quién estamos hablando y con quién estamos dialogando?  Esta es la pregunta que no quiere callar.

 

Para los simples mortales, gallina es gallina, paca es paca, como dice sabiamente el líder Jaminawá del  Acre.

En tiempos confusos y obscuros, Arthur Soffiati nos sitúa históricamente y analiza los conflictos sociopolíticos para mejor aclarar nuestras ideas:

 

“Cuando empecé mi lucha en defensa del medio socioambiental, en 1977, había tres posturas bien distintas en relación a la cuestión socioambiental. La exponencialista, constituida por capitalistas y socialistas, defendía un crecimiento exponencial de la economía, alegando que esto iría beneficiar lo social. Para esta, no existía la crisis ambiental. Si, de hecho, era verdadera, la tecnología se incumbiría de resolverla en el futuro. Capitalistas y socialistas formaban también la segunda postura – la de los compatibilistas – que creían en la existencia de la crisis y proponían que fuese resuelta con la conciliación de crecimiento económico y protección del ambiente.

Los obreros, sindicatos e iglesias progresistas no se importaban con la crisis ambiental. Para estos, sólo existía lo social, pues el ser humano es el hermano, el prójimo, el dominador del mundo. Resumiendo: el humanismo se transformó en antropocentrismo. La tercera corriente era revolucionaria e innovadora. Se autodenominaba de ecologismo. Sus pensadores concluyeron que la crisis socioambiental resultaba de una concepción de mundo que se limitaba a la humanidad y su desarrollo y al acúmulo de riqueza por pocos. El ecologismo defendía la tesis de que el planeta no podía sostener por mucho tiempo dos sistemas económicos voraces en materia y energía, desatentos de los límites de la naturaleza en recibir desechos del proceso productivo y generadores de guerras y miseria”.

 

La eminencia parda: el Mercado

Vamos identificar quién es la eminencia parda: el Mercado. Hacemos esa provocación después de años y años oyendo el sistema financiero hablar en nuestro nombre sin preguntarnos lo que pensamos o lo que nos gustaría decir. Los operadores de la Bolsa repiten todos los días: el mercado subió, el mercado cayó, el mercado está nervoso, el mercado está parado. No se dan cuenta de lo que están diciendo de tan condicionados que están en ese universo.

 

El mercado a que nos referimos en el e-book “Commodities ambientales en misión de paz”, como dijimos anteriormente, somos todos nosotros que producimos y consumimos, y no el mercado financiero, que no produce absolutamente nada y ha sobrevivido como parásita del rentismo y de la especulación. (DOWBOR, 2017)

 

El actual sistema financiero es lo que está determinando lo que la eminencia parda, el Mercado, debe producir y consumir. Por eso, siéntense a gusto al hablar a nombre de la eminencia parda, el Mercado, de forma generalizada, sin separar mercado financiero de mercado de trabajo, de mercado alternativo, de mercado de producción, de mercado de bienes y servicios. Hay mercados y mercados. Distinguir producción de finanzas es el primer paso para no confundir las cosas.

 

Por otro lado, sucede también que la economía que vivimos se estableció (establishment) en el paradigma mecanicista, donde todo tiende a ser mercantilizado, con escala de producción utilitarias y como producción con valor de uso social. Es evidente que cualquier instrumento económico-financiero que sea pensado en este paradigma será usado para concentrar todavía más el capital rentista (que vive de juros y no de producción) de que realmente ser usado para efectivamente financiar la producción. Y, consecuentemente, termina por ser usado para financierizar (endeudar) los que producen bienes y servicios.

 

Por lo tanto, las críticas a los instrumentos económicos de la economía verde, como Créditos de Carbono, REDD – Reducción de Emisiones por Desmate y Degradación, Créditos de Efluentes, Créditos de Compensación, Pagamentos por Servicios Ambientales. Pagamentos por Servicios Ecosistémicos, etc. Son pertinentes y merecen atención, principalmente caso los organismos fiscalizadores y reguladores, así como el Ministerio Público, apuren las denuncias que están siendo registradas en nuestras redes de información.

 

Sin embargo, no podemos generalizar y confundir gente seria y bien intencionada con oportunistas, especuladores y criminales. Muchos creen ingenua y equivocadamente que tales instrumentos van financiar la transición de una economía parda para una economía verde, y no están comprendiendo las trampas financieras y jurídicas engendradas con operaciones que involucran cuestiones de orden geopolítica casadas con tierras y recursos naturales estratégicos, reglados y legislados con la complicidad de políticos para la implementación de estes peligrosos contratos financieros y mercantiles. Es el paquete que viene de la llamada economía verde o economía de bajo carbono.

 

Créditos de carbono y de compensación ambiental

El artículo “¿Qué son créditos de carbono?” (EL KHALILI, 1998) explica la diferencia entre títulos bursátiles (negociados en bolsa) y commodities (mercancía estandarizada), y aclara que “créditos de carbono” no pueden ser “commodities ambientales”.

 

Cuestionamos: se hay emisión de un título ¿para qué y para quién debería servir? Si es un crédito, sea de lo que sea ¿cómo se puede usar-aplicar ese crédito?

 

En primer lugar, carbono no puede ser considerado mercancía, si la intención es reducir las emisiones. No existe cuenta para reducir lo que sea en el sistema financiero, solamente para multiplicar. Confunden “secuestro de carbono” con “créditos de carbono”.

 

En la naturaleza, el secuestro de carbono es la fotosíntesis. Las plantas capturan el CO2 para después eliminar el oxígeno. En finanzas no hay cómo hacer esa ecuación, aún más en el mercado de commodities que está desreglamentado. Hoy, Chicago Board negocia hasta cien veces la misma bolsa de soya por acción de especuladores y manipuladores que nada tienen que ver con la actividad productiva. Tales acciones destuercen los precios y perjudican el financiamiento de los cultivos, condicionando los agricultores a comprar tecnología de punta que los países del norte patentaron, como simientes, agrotóxicos, químicos, máquinas y equipos.

 

Una cosa es financiar un proyecto de mitigación (reducción de emisiones), otra es emitir títulos para las bolsas o negociar commodities en las bolsas. Son cosas distintas, tienen funciones distintas; no deberían fundirse o menos aún confundirse. Ocurre que, con los instrumentos de economía verde citados anteriormente, están fundiendo y confundiendo a propósito los contratos en una arquitectura financiera peligrosa.

 

Sospechamos que lo hacen para apropiarse de tierras y recursos naturales estratégicos (bienes comunes). Con la crisis financiera internacional del 2008, luego de la quiebra del Banco Lehman Brothers, as inversiones que estaban en el  subprime (hipotecas de residencias) migraron para lo que llamamos de subprime ambiental (hipotecas de tierras).

 

Como dijimos, ningún inversionista pone dinero en aquello que no conoce y ni firma contratos financieros y mercantiles que no entiende. Todavía más con contabilidades complejas en contratos financieros y mercantiles que necesariamente deben medir la cantidad de carbono secuestrado. ¿Cómo es hecha la medición? ¿Quién audita tal ingeniería?

 

Si en la academia hay divergencias de lo que puede o no ser “secuestrado”, si expertos a todo momento publican estudios e informes que derriban tesis y proyectos de carbono ¿en quién confiar tamaña tarea para firmar acuerdos, contratos y proyectos que envuelven miles de millones y aún alienan tierras por 30, 40, 50 y hasta 100 años?

 

Mitigar no ocurre de la noche para el día, son años y años, y muchos que están firmando contratos, acuerdos y proyectos ni estarán vivos para saber sus resultados, comprometiendo así el patrimonio ambiental y cultura de las presentes y futuras generaciones, como es el caso de las tierras de los pueblos indígenas y tradicionales.

Y no necesitamos ir a la Amazonía para verificar: aquí mismo, en territorio paulista, las tierras de los agricultores pueden quedar en garantía por tantos años y alienadas solamente para recibir las migajas de los tales “servicios ambientales y ecosistémicos”, sea de secuestro de carbono o de la gestión de las aguas de una represa, cascada o río que pasa dentro de una propiedad o hacienda. ¿Será que no están poniendo en riesgo el patrimonio público (como son las tierras indígenas y tradicionales de la Unión) o privado (como son las tierras de nuestros abuelos maternos y paternos) para cobrar un valor insignificante cuando esas tierras valen mucho más, no para ser exploradas exhaustivamente, sino para proporcionarnos los “beneficios providenciales” que nos mantienen vivos, como agua, aire y suelo?

 

Analizando un contrato que estamos auditando, encontramos la siguiente cifra: han contratado una consultora individual en capacitación para sembrar huertos comunitarios por la módica cantidad de R$ 95.000,00 por 15 (quince) meses; en contrapartida ofertaron a un líder indígena el valor de R$ 180.000,00 (para tres aldeas) por año a cambio de la firma del contrato de REDD+. Así, la consultora individual recibe poco más de la mitad del valor ofrecido para tres aldeas. Es una discrepancia absurda. Nunca recibimos esa módica cantidad para capacitar comunidades en los cursos de commodities ambientales. Como estamos auditando, por secreto de justicia, no vamos revelar nombres.

 

Todos los instrumentos de la economía verde obedecen a la misma lógica de otros contratos financieros y mercantiles, siguen la lógica de los préstamos internacionales que esclavizan nuestra economía, tales como los préstamos del FMI, del Banco Mundial, de los bancos multilaterales para financiamiento de obras públicas, de transporte e de saneamiento básico. Entre los resultados de eso, basta mirar la cantidad de obras paradas cuyas inversiones han hecho de estradas, rieles y trenes una montaña de chatarra.

 

Economía verde versus economía socioambiental

Participamos de varios frentes que se oponen al modelo económica-financiero llamado de “economía verde”. Somos contrarios a los proyectos de “economía verde”, que viene para arriba para abajo y de afuera para adentro, como la implementación de una agenda de venta rápida, con objetivos de legislar, dar números y estadísticas.

 

Hay tres principales mercados mundiales ilícitos:  el de armas, el del narcotráfico y el de la biopiratería. Ese dinero pasa por el sistema financiero, el verdadero responsable por el financiamiento de marcado de armas y todo el aparato generador de guerras y miserias.

 

Defendemos proyectos socioambientales que, al tener su foco en la preservación y conservación ambiental, contribuyen para la seguridad pública, combaten las drogas, la violencia contra la mujer, la criminalidad, la discriminación étnica, racial y religiosa, promueven la igualdad de género y concurren para la generación de empleo, ocupación e ingresos.

 

Como alternativa, construimos colectivamente la economía socioambiental. Diferentemente de la economía verde, la socioambiental pasa por un proceso de consulta a la base popular, de amplia consulta pública y es lenta lo suficiente para ser entendida. El proceso que adoptamos es de abajo para arriba y de adentro para afuera. Es, sobre todo, desvinculada de la agenda de elecciones. Todo trabajo de consulta y construcción colectiva demora años, dadas las dificultades de llegar adonde pocos logran, en regiones apartadas y sin acceso a la comunicación, locales caracterizados por una población que necesita de asistencia y orientación sobre impactos socioambientales.

 

Actuamos en dos frentes: primero, al orientar en relación a la producción de un proyecto económico, financiero y jurídico con el cambio de paradigma; segundo, al divulgar y publicar informes producidos por formadores de opinión y líderes que participaron de cursos y talleres que aplicamos en conjunto con universidades, centros de pesquisas y grupos locales, además de divulgar también los informes de otros frentes que apoyamos.

 

Los informes indican el mapa de la región, el perfil de la población, las características del bioma, identifican las potencialidades alternativas de la biodiversidad, entre otras informaciones relevantes. De esa forma, se puede presentar los tipos de problemas conectados a ellos, como el de agua contaminada y el enfrentamiento a la violencia, drogas, degradación ambiental, exclusión y desigualdades sociales, y proponer soluciones. Es así que se idealizan proyectos socioambientales y se buscan maneras de hacerlos viables.

 

Antes de idealizar un proyecto socioambiental, es necesario que la sociedad sea debidamente informada, en lenguaje de fácil comprensión, sobre cuestiones técnico-científicas. Nuestra propuesta es cuestionar ese modelo económico para que los actores sociales se informen mejor sobre las alternativas y riesgos al tomar sus decisiones. Al final, en casos como los de los proyectos oriundos del mercado de carbono, recusar dinero es un derecho, cuando no un deber.

 

Se podrían citar varios casos. Poe ejemplo: con la divulgación del “Dossier Acre”, hemos dado visibilidad a las denuncias hechas a proyectos del mercado de carbono y pagos por servicios ambientales en el estado del Acre. Elaborado en 2012, el estudio no tenía todavía logrado el merecido espacio en los medios y en los más diversos foros de debate, como también se ignoraba su punto de vista técnico, operacional, jurídico, socioeconómico, además del hecho de que esas políticas de arriba hacia abajo interfieren en el modo de vida de las comunidades indígenas, tradicionales y campesinas de la región amazónica.

 

Tenemos, actualmente, más de cinco mil distribuidores, multiplicadores y asociados en la producción y diseminación de información. Son esas colaboraciones y “nosotros de comunicación” que formamos la “alianza” que ahora completa más de dos décadas de trabajo voluntario, sin recursos de empresas y gobiernos. No somos la media. Representamos un contrapunto para la prensa. Apoyamos los medios alternativos para que también logren sus financiamientos, puesto que nos prestan un servicio de utilidad pública de la mayor relevancia.

 

Hace más de 20 años trabajamos en ese proyecto de envergadura geopolítica por la cultura de paz, por la autodeterminación y emancipación de los pueblos con la cultura de resistencia, cuyo resultado se dará a largo plazo. No buscamos resultados inmediatos, sino duraderos y verdaderamente sustentables, formando “alianzas” inquebrantables.

 

Un abordaje estructurado para la elaboración de proyectos económico-financieros para el mercado de “Commodities Ambientales”.

 

El Derecho y la Economía Socioambiental

Consejo Jurídico de la Alianza RECOs

 

“El concepto de commodities ambientales en el contexto de la Economía Socioambiental, nuevo modelo económica para América Latina y El Caribe, prima por su capacidad de agregar y generar conocimiento continuo por intermedio de profesionales actuando en los más variados campos de la ciencia, alejando cualquier forma de beneficios individuales, de subordinación política o de reserva de mercado por solidaridad corporativista. Por esa razón, es correcto afirmar que esta propuesta no fue concebida para agradar a algunos segmentos y determinados sectores de la sociedad, pues, debido a su independencia, se caracteriza por la interpretación sistémica de las necesidades de las comunidades carentes y excluidas de la economía.

Es en esa perspectiva holística que las consideraciones y opiniones propagada y difundidas por Alianza RECOs se transforman en elementos esenciales para la edificación y perfeccionamiento del concepto de commodities ambientales, sirviendo como base crítica al modelo socioeconómico actual; objetivas alcanzar en su plenitud el desenvolvimientos social, económico y ambiental, valorando la dignidad de la persona humana y el medio ambiente, teniendo como fundamento de articulación la posibilidad de garantizar el derecho de uso de los bienes ambientales dentro de los fundamentos establecidos en la Constitución Federal”. 

 

Proposta de “Plano de trabalho e roteiro de projetos econômico-financeiros para o mercado de  Commodities Ambientais”

 

Introducción

El presente documento es resultado de las discusiones y propuestas presentadas por los participantes de los cursos realizados por entidades de clase representativas de los economistas paulistas, ministrados por la Profesora Economista Amyra El Khalili, para la elaboración de un plan de trabajo y guion para proyectos en “Commodities Ambientales”, así contribuyendo con importantes y necesarios cambios en relación a los usuales conceptos ampliamente adoptados para análisis y desarrollo de proyectos, así como para la cadena productiva de viene y servicios, distribución y comercialización.

 

Los grupos han sido compuestos por expertos en economía, derecho, geografía, publicidad, administración de empresas, ingeniería química, biología, entre otros profesionales multidisciplinares.

 

Este es un abordaje que refleja la preocupación con el rescate social, la producción sustentable, la preservación y conservación de las matrices ambientales (bienes comunes), utiliza una adaptación del lenguaje técnico usual para un entendimiento más amplio, define una escala de producción que sea compatible con el medio ambiente sin degradarlo, además de defender una agregación continua de nuevos colaboradores, lo que vuelve orgánicos los proyectos “Commodities Ambientales”. Así, será necesario la estructuración y monitoreo rígido totalmente participativos e integrados.

 

El desenvolvimiento de un nuevo modelo macroeconómico bajo la plataforma de las “Commodities Ambientales”, asociado al cambio del paradigma económico actual, se pauta por la constitución de varios proyectos microeconómicos que se integrarán en una dinámica de programas y subproyectos complementarios, teniendo em cuenta los parámetros e las normas bajo el nuevo paradigma económico ambientalmente sustentable de justicia social para la dignidad de la persona humana.

 

La unidad está en la formación de la entidad de coordinación compuesta por en equipe multidisciplinario en conjunto con el líder comunitario. El equipo gerenciará las principales fases del proyecto respetando las características de comienzo y fin, unicidad y porte.

 

En términos macro y microeconómicos, los proyectos estarán integrados en la dirección del derecho de uso, con inclusión social, de las siete matrices ambientales (agua, floresta, mineral, biodiversidad, energía, reciclaje y reducción de emisión de contaminantes en el agua, suelo y ar).

 

Se buscará revertir el estándar de crecimiento y desarrollo económico actual de manera a valorar el trabajo humano en nuevos moldes (permitiendo así la inserción de los excluidos) y a garantizar el derecho de uso de los recursos naturales, partiendo de la transformación y armonización de los comportamientos organizacionales.

 

Entre los riesgos para el éxito del desarrollo de los proyectos en “Commodities Ambientales” están la intolerancia a las diversidades culturales, la no permisión al derecho a la felicidad de muchos excluidos por medio del uso de la violencia al imponer reglas y normas bajo antiguos paradigmas, el mantenimiento del valor máximo del dinero y del poder centralizador como formación del comportamiento humano, entre otros.

Debe darse atención a la integralidad de los proyectos, desde la fase inicial (anteproyecto), considerando el concepto diferencial que rige las “Commodities Ambientales”, es decir, el beneficio de la comunidad local, promoviendo el desenvolvimiento diferenciado, respetando sus peculiaridades históricas, culturales, antropológicas y socioambientales, además de sus anhelos futuros, hasta su completa implantación y operacionalización, siendo necesario el continuo monitoreo.

 

El Proyecto “Commodities Ambientales” refleja la necesidad de planear y estructurar la producción sustentable, en que el punto de partida es el respeto a la comunidad como valor importante para orientar la educación ambiental, sí cumpliendo su principal objetivo que es inserir la población y comunidad regional en el sistema económico de forma saludable y duradera, teniendo como principal característica la reinversión de las recetas en las mismas comunidades que integran el proceso.

 

Lo que más nos ha sorprendido fue constatar que existen posibilidades reales de utilizar instrumentos alternativos para el desenvolvimiento sustentable, con inclusión social, justicia en el desenvolvimiento económico, respeto al medio ambiente y a los valores históricos, culturales y antropológicos, generando nuevas oportunidades en el mercado de trabajo y mayor interacción entre profesionales de varias áreas del conocimiento.

 

Asimilados los conocimientos vivenciados en el curso, no más se sostienen los pilares de la actividad económica y de la “medida de éxito” que permean la sociedad actual. De repente, los actores sociales cambian de lugar: os “excluidos” pasan para el tope de la pirámide, retirando el poder de control del mercado financiero, que deja de manipular la economía imponiendo a la industria y a la agricultura qué producir, dónde, cómo, a que tasas, plazos y lucros en detrimento del respeto a la naturaleza.

 

Con el nuevo modelo económico de las “Commodities Ambientales”, son creadas e fortalecidas las relaciones entre las personas y la producción de bienes y servicios a través de medios formales e informales, multiplicando beneficios e intereses colectivos agregados.

 

De esa forma, se evidencia que son imprescindibles nuevos parámetros para elaboración de proyectos, englobando la selección cuidadosa de los actores involucrados, es decir, profesionales, comunidad, beneficiarios, financiadores, mercado, entre otros, hasta la justa distribución de los resultados finales, contemplando siempre los aspectos éticos, de credibilidad, legitimidad, transparencia y responsabilidad.

 

En este sentido, nuevos indicadores de selección, elaboración, evaluación y control de proyectos deben incorporarse, además de aquellos relacionados con los proyectos de vidas sustentables, en que el bienestar colectivo y el equilibrio entre los aspectos económico, social, ambiental, físico y espiritual pueden estar contemplados.

 

Lógicamente que no se excluyen los criterios tradicionales – tasa interna de retorno, valor económico adicionado, retorno (payback), Valor Presente Líquido etc. –, pero se agregan nuevas formas de interpretarlos:

 

  1. ¿Viabilidad económica por la perspectiva de quién?
  2. ¿Cuánto cuesta dejar de hacer?
  3. ¿Quién gana con el proyecto?
  4. ¿Cuál la ganancia y/o costo social y ambiental?

 

Políticas públicas y el aspecto socioeconómico

El mercado de commodities ambientales trae conceptos y prácticas innovadores que ofrecen alternativas viables para contraponerse al modelo de las commodities convencionales, buscando neutralizar a los vicios concentradores e predatorios del sistema por los cuales las grandes corporaciones y pocos países desarrollados, detentores exclusivos de capital y tecnología de punta, usufructúan innúmeras ventajas (que van de la economía de escala, con amplitud global, a la internalización de las ganancias), aliadas a la socialización de las pérdidas, agravado por el hecho de que este modelo acentúa la exclusión. En el modelo con énfasis socioambiental, se busca la inserción de los excluidos en la economía, en condiciones de igualdad con los trabajadores.

 

Los proyectos, por esta metodología, potencializan el mercado de trabajo con la formación de equipos multidisciplinares por el aumento de la búsqueda de profesionales especializados con la visión holística de un nuevo modelo económico de inclusión de las variables social y ambiental; Su previsión es de comprometimiento con promoción del desenvolvimiento sustentable; concientizan  sobre la importancia de la preservación de valores históricos, artísticos, culturales, paisajísticos, antropológicos y socioambientales; promueven la inclusión social con el cambio de paradigma (inserción de los excluidos, jubilados y minoría en general en una sociedad digna, ética y participativa).

 

Analizados los efectos micro y macroeconómicos, bajo la nueva perspectiva, se proponer la transformación de las estructuras.

 

3.1 Efectos microeconómicos

Se propone:

a)viabilizar la generación de ocupación e ingreso con inclusión social; b) fomentar l generación de nuevos mercados, productos y servicios; c) crear nuevos hábitos de consumo, potencializándolos; d) provocar el desenvolvimiento de la actividad local con reducción de la economía informal; e) educar para la concientización ambiental; f) aumentar la base de la integración social con ciudadanía y cualificación; g) buscar mejorar la calidad de vida; h) vislumbrar mejores perspectivas para generaciones futuras; i) criar y fortalecer organizaciones del tercer sector; j) incentivar la formación de unión para micro organizaciones autosustentables.

 

3.2 Efectos macroeconómicos

Se propone:

a)crear riquezas con aumento del PIB; b) aumentar la recaudación fiscal; c) aumentar la movilidad social; d) mejorar la distribución de ingresos; e) incluir al legislativo como regulador, evitando gastos innecesarios; f) mejorar la salud pública; g) reducir la violencia; f) reducir los gastos (costo ambiental y social) con políticas públicas compensatorias; h) reorientar la política fiscal, con incentivo a la protección al medio ambiente; i) reorientar las inversiones públicas para priorizar para la salud; j) promover la educación y preservación ambiental; l) reducir la carga tributaria del país; m) promover el pasaje de un país puramente extractivista hacia un país conservacionista e preservacioncista.

 

Finalmente, commodities ambientales son mucho más que un modelo alternativo para el desenvolvimiento sustentable. Son el rescate de principios y valores universales, en que se busca la inclusión social sin el asistencialismo y la dependencia sobejamente conocidos en el modelo tradicional.

 

Notas:

1.Los informes producidos por la Alianza RECOs resultantes de los cursos de Economía Socioambiental son publicados pela Revista Fórum de Direito Urbano e Ambiental (FDUA). A FDUA es el primer periódico brasileiro especializado en Derecho Urbano y Ambiental. Los suscriptores de la FDUA son tribunales de justicia, ministerios públicos, AGU, STF, cámaras de diputados, operadores del derecho, entre otros.

 

  1. Charla dictada por Amyra El Khalili en el seminario “El Sector Financiero y el Medio Ambiente”, realizada por el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social (BNDES) y por el Consulado de los EE.UU., con el tema “O que são Commodities Ambientais?”, en Rio de Janeiro, el 17 de Agosto de 2000.

 

El documento integral (anexo) e:  Proposta de “Plano de trabalho e roteiro de projetos econômico-financeiros para o mercado de  Commodities Ambientais”  puede verse aquí:

https://racismoambiental.net.br/2022/05/03/commodities-ambientais-o-paradigma-organicista-como-contraponto-a-privatizacao-e-financeirizacao-da-natureza-por-por-amyra-el-khalili/

Versión Beatriz Cannabrava – Revista Diálogos del SurFuente:  EL KHALILI, Amyra. Commodities ambientais: o paradigma organicista como contraponto à privatização e financeirização da natureza. Fórum de Direito Urbano e Ambiental – FDUA, Belo Horizonte, año 21, n. 122, p. 11-41, mar./abr. 2022.

Amyra El Khalili es profesora de Economía Socioambiental. Fue economista con más de dos décadas de experiencia en los mercados futuros y de capitales, habiendo ocupado cargos relevantes en corredoras y bancos de investimentos. Editora de las redes Movimiento Mujeres por la P@Z! y de la Alianza RECOs – Redes de Cooperación Comunitaria Sin Fronteras. Autora del e-book Commodities Ambientais em Missão de Paz: Novo Modelo Econômico para a América Latina e o Caribe. Blog: <www.amyra.lachatre.org.br>.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *