Bajo la lupa: ¿Trump pudo haber lanzado bombas nucleares…

Fuente: La Jornada/Alfredo Jalife-Rahme                                                      19.01.20

Bajo la lupa

¿Trump pudo haber lanzado bombas nucleares sobre Irán?¡Sí!, según Scott Ritter // La verdadera respuesta iraní aún no se da

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▲ En Irán honran cada día de oración al general Qassem Soleimani y al comandante de la milicia chiíta iraquí Abu Mahdi al Muhandis, asesinados el 3 de enero.Foto Ap
Irán constituye una potencia militar convencional regional cuya irradiación opera en el triángulo del Golfo Pérsico, Mar Caspio y Mar Mediterráneo oriental.

A diferencia de Israel –que oculta en forma clandestina 400 bombas nucleares (https://goo.gl/TBAFy7), pisotea el Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP) y evade la inspección del Organismo Internacional de Energía Atómica (AIEA, por sus siglas en inglés), que divulgó el heroico Mordejái Vanunu (https://bit.ly/2G2APbB) –Irán carece de armas nucleares, pero posee el know how del enriquecimiento de uranio que alcanzó 20 por ciento para el manejo de isótopos médicos.

El ayatolá Jamenei ha sentenciado que la posesión de bombas atómicas es anti-islámica (https://bit.ly/2R5V3az). Para que Irán posea su primera bomba atómica necesita rebasar 90 por ciento del enriquecimiento de uranio, por lo que requiere acelerar la rapidez y el número de sus centrífugas.

No basta tener una bomba nuclear, sino que se requiere también su delivery system (sistema de lanzamiento), cuya eficacia tendría que comprobar a posteriori.

Con estos antecedentes técnicos, no se requiere ser genio y/o estratega para entender la disparidad militar de Estados Unidos –segunda superpotencia nuclear detrás de Rusia que ahora la superó con sus portentosas armas hipersónicas (https://bit.ly/30AltnW)– frente a Irán, a quien sólo le queda el recurso de la guerra asimétrica mediante su alianza con las múltiples milicias chiítas desde Siria (alawitas), Líbano (Hezbolá), pasando por Yemen (hutíes), hasta Iraq (con su caleidoscopio de guerrillas), Afganistán y Pakistán.

Ante el programado asesinato, con siete meses de antelación (https://bit.ly/2G4z6lY), del icónico general iraní Qassem Soleimani –martirizado junto al líder de las milicias chiítas iraquíes Abu Mahdi al-Muhandis– por órdenes de Donald Trump, a mi juicio, Irán sopesará sus represalias –que se calcula habrá en su debido tiempo y en forma asimétrica– cuya cronología se optimiza un trimestre antes de la buscada relección del magnate Trump, para infligirle un mayor costo electoral con el envío masivo de féretros estadunidenses.

El consagrado Scott Ritter evaluó juiciosamente que Irán tiene todas las cartas en sus manos en el conflicto que viene (sic) con Estados Unidos en el Medio Oriente, salvo que Trump esté listo (sic) a lanzar un arma táctica nuclear contra la principal instalación de investigación atómica iraní (https://bit.ly/3agFKn4).

Ritter fue el inspector estadunidense de la ONU quien exhibió las mentiras (sic) de destrucción masiva de Baby Bush, sobre la mendaz posesión de armas de destrucción masiva que nunca existieron y que fueron motivo de su fracasada guerra en Iraq. Estados Unidos ocupa Iraq desde hace 17 años con la corresponsabilidad de Baby Bush, Barack Obama y Trump (https://bit.ly/2TB9QMd).

Los estrategas militares de Washington –desde el general David Petraeus hasta Ritter– vislumbran que la retaliación iraní se escenificará en la parte occidental del Golfo Pérsico: Kuwait/Bahrein/Qatar (asiento de la base aérea militar Al Udeid estadunidense)/Arabia Saudita/Emiratos Árabes Unidos.

La meta final de Irán será obligar a la retirada del ejército de Estados Unidos, por la vía pacífica o de guerrillas, del Medio-Oriente –cuya demarcación habría que definir porque se ve difícil que Trump y su yerno talmúdico, Jared Kushner, abandonen a Israel–. Hay que tener mucho cuidado con las propagandistas aseveraciones simplonas de corte maniqueo, lineal y daltónico, cuando el Gran MedioOriente se mueve en la hipercomplejidad no lineal de varios niveles, donde resaltan sus característicos matices poco comprensibles para quienes desconocen su enmarañada geografía y ni siquiera han visto su mapa.

Los cronogramas también pesan mucho y quizá Irán pondere que habría que, primero, saber el epílogo teatral del impeachment de Trump en el Senado y, segundo, conocer a su contrincante demócrata, para actuar un trimestre antes de noviembre. No ahora.

Irán posee tanto el timing como el arma nuclear estratégica de los pobres (sic): el cierre del estrecho de Ormuz, tránsito en el Golfo Pérsico de 20 por ciento del petróleo, que afectaría la antigravitatoria alza bursátil histórica de Trump.

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