3 preguntas a Antonio Mota sobre 2ª vuelta de elecciones presidenciales en Brasil

Fuente: https://www.investigaction.net/es/tres-preguntas-a-antonio-mota-sobre-la-segunda-vuelta-de-las-elecciones-presidenciales-en-brasil/                                                                               21 Oct 2022

Mientras se anunciaba una posible victoria de Lula en la primera vuelta, la diferencia entre el candidato de la izquierda y Bolsonaro fue más estrecha de lo esperado. Los resultados fueron 48,4% para Lula y 43% para Bolsonaro. La segunda ronda tendrá lugar el 30 de octubre. Antonio Mota, economista brasileño y activista de izquierda, repasa los resultados de la primera vuelta.

¿Cómo podemos analizar los resultados del domingo, sabiendo que aunque Lula gane en la segunda vuelta, el bando de Bolsonaro obtiene una gran parte del Senado?

El resultado de las elecciones del 2 de octubre fue sentido con frustración por la izquierda. El día siguiente estuvo marcado por la sensación de resaca. Los sondeos electorales indicaban que Bolsonaro obtendría alrededor del 37%, pero al final del recuento su voto había subido al 43%. Hubo una clara subestimación de la intención de voto del bando de Bolsonaro. Hay varios factores que explican esta diferencia entre las encuestas y la realidad: históricamente, muchos votantes brasileños toman su decisión en los momentos previos a la votación. Algunos electores que se identifican con el centro y que están marcados por una fuerte oposición al Partido de los Trabajadores votaron a Bolsonaro para evitar que la elección se decidiera en la primera vuelta y para mostrar un mayor apoyo al presidente. Las encuestas tienen dificultades para captar la dinámica política del Brasil “profundo”.

Un punto importante es que, estadísticamente, Bolsonaro obtuvo 1,8 millones de votos más que en 2018. Todo ello después de un gobierno desastroso, marcado por los consecutivos recortes presupuestarios en educación, salud de las mujeres, programas para garantizar los derechos de los LGTB, el desmantelamiento del servicio de protección del medio ambiente y de los derechos de los indígenas, la corrupción –cuyas investigaciones son sistemáticamente bloqueadas por el gobierno– y el ‘negacionismo’ durante la pandemia de Covid-19… La lista es interminable. Aun así, obtuvo más votos que en las anteriores elecciones. Esta diferencia entre la estimación y la realidad tuvo un impacto negativo en la moral de la izquierda. Sin embargo, es importante decir que con Lula, el voto de la izquierda ha aumentado enormemente en comparación con 2018: casi 26 millones de votos más.

Un análisis más profundo muestra que el “Bolsonarismo”, un movimiento político conservador, autoritario y neoliberal, no es algo temporal. Este movimiento no se limitó sólo a 2018, cuando Bolsonaro ganó las elecciones con el apoyo de los medios de comunicación, en un contexto en el que Lula fue detenido en un proceso judicial corrupto, cuyo principal objetivo era impedir que el ex presidente participara en las elecciones. Es relevante señalar que el juez que arrestó a Lula se convirtió en ministro del gobierno de Bolsonaro y fue recientemente elegido senador, defendiendo una agenda de extrema derecha. El bolsonarismo se ha profundizado y será una fuerza en la política brasileña durante años, si no décadas. Aunque Bolsonaro pierda las elecciones presidenciales, su fuerza política seguirá activa.

En cuanto a la composición del parlamento, el resultado también frustró a algunos en la izquierda. El partido de Bolsonaro, el Partido Liberal, es el mayor grupo parlamentario en la Cámara de Diputados, con 99 diputados. La extrema derecha tiene 158 diputados. Una variable importante es el comportamiento de los llamados partidos de “centro”, pero que en realidad son partidos oportunistas que siempre constituyen la mayoría parlamentaria del presidente electo, a cambio de ministerios y puestos en la composición del gobierno. Durante el gobierno de Bolsonaro, el centro ha ganado mucho espacio político, lo que ha llevado a estos partidos a apoyar principalmente la reelección del actual presidente. Sin embargo, es muy posible que, si Lula es elegido el 30 de octubre, esos partidos también formen parte de su gobierno, como ocurrió durante sus mandatos de 2003 a 2010. El centro es, pues, una fuerza capaz de influir en la formación del gobierno y en su programa legislativo.

El ascenso de la extrema derecha en el Senado es preocupante. A partir de 2023, el partido de Bolsonaro tendrá 13 senadores y, en general, la extrema derecha tendrá 25 senadores. El centro tendrá 43 senadores. Así, si es reelegido, Bolsonaro tendrá más facilidad para aprobar proyectos polémicos como el juicio político a los jueces de la Corte Suprema, que pasa por el Senado. En cualquier caso, lo que vemos es que el centro también tendrá un gran poder político en esta cámara del parlamento, pudiendo exigir concesiones al ejecutivo, independientemente de quién sea elegido presidente el próximo 30 de octubre. Un último comentario sobre la primera vuelta se refiere a la clásica derecha brasileña: la socialdemocracia brasileña (PSDB). Este partido, que dirigió el país durante 8 años y gobernó varios estados –entre ellos São Paulo, el más rico del país– ha desaparecido del mapa político. Sus votos han emigrado a la extrema derecha.

Más allá de las dos figuras y su imagen, ¿hizo Lula una mala campaña? ¿Cómo explicar la puntuación de Bolsonaro cuando el balance de su mandato parece catastrófico?

La cuestión de “cómo explicar el resultado de Bolsonaro” requeriría un estudio antropológico en profundidad. Lo que puedo indicar son algunas hipótesis. Es un conjunto de elementos lo que conduce a este resultado. En primer lugar, es importante repetir que lo más llamativo no es que haya una segunda vuelta, sino que Bolsonaro haya obtenido una votación tan grande. Lula también tuvo un alto número de votos a su favor. Juntos, los dos candidatos obtuvieron el 91,63% de los votos válidos.

Sobre el resultado de Bolsonaro, planteo tres puntos principales:

1) La agenda moral conservadora: Bolsonaro goza de un amplio apoyo de las iglesias evangélicas, que han crecido significativamente y han penetrado en las zonas más profundas del país. Marcados por una retórica conservadora, incluso reaccionaria, se identifican con el gobierno de Bolsonaro y su programa de defensa de “la patria, la familia y Dios”. Dado que este público es, en general, bastante disciplinado, el apoyo de los líderes eclesiásticos hace que una amplia red de pastores y líderes religiosos repita sistemáticamente la propaganda del gobierno, lo que acaba por convencer a una parte importante de los fieles.

2) La cuestión económica: en los meses previos al inicio de la campaña, Bolsonaro aprobó una serie de ayudas económicas para los más pobres. El objetivo explícito era ganarse a una parte de este electorado, que históricamente vota por el Partido de los Trabajadores. Las ayudas creadas por el Gobierno son temporales y terminan en diciembre. Con esto, Bolsonaro pudo crear un instrumento a su favor.

3) El desarrollo de un movimiento neofascista: durante los cuatro años de su gobierno, Bolsonaro ha contribuido al desarrollo de un movimiento neofascista. Su discurso reaccionario y defensor de las armas en defensa del capitalismo ha conseguido ganarse la fidelidad de una importante base de la sociedad. El principal componente sociológico de este grupo es la clase media, que gana entre dos y cinco salarios mínimos.

El perfil típico del “bolsonista” es un hombre de mediana edad, blanco, de clase media y evangélico. La sociología del votante de Lula es casi lo contrario. El electorado del ex presidente está compuesto principalmente por las mujeres, los negros, los jóvenes, los pobres y los católicos.

En cuanto a la campaña de Lula, la cuestión principal es que tiene un mensaje “nostálgico”, de recuperación de un cierto desarrollo económico y social como el que vivió el país durante sus mandatos, entre 2003 y 2010. Este discurso funciona en parte para quienes vivieron este periodo y se beneficiaron de las políticas desarrolladas por el Partido de los Trabajadores.

Sin embargo, no tiene en cuenta que la sociedad ha cambiado mucho desde entonces: hubo un golpe de Estado en 2016, el país se ha desplazado en gran medida hacia la derecha, se han aprobado varias contrarreformas en el Parlamento que bloquean varios instrumentos de política económica utilizados por su gobierno. En definitiva, se presenta como un buen gestor del capitalismo brasileño. Personalmente, creo que Lula ganará las elecciones. Pero con este tipo de discurso y política, no podrá desarmar al bolsonarismo y al neofascismo en ascenso.

¿Cómo se posicionan los movimientos sociales ante la segunda vuelta, cuando los mítines y apoyos a favor de Lula no son necesariamente suficientes para asegurar la victoria? ¿Cuáles son los debates más importantes entre las dos rondas?

La mayoría de las fuerzas de izquierda apoyaron a Lula en la primera vuelta. La cuestión del apoyo en la segunda vuelta se centra en cómo conseguir más votos de los partidos del centro. Dos candidatos de “centro”, Simone Tebet y Ciro Gomes, que recibieron 8,5 millones de votos en la primera vuelta, han anunciado su apoyo oficial a Lula. Así, el Partido del Trabajo profundiza en la moderación de su discurso (ya moderado). De nuevo, hago un llamado de atención sobre las cifras: Lula terminó la primera vuelta con una ventaja de 6 millones de votos sobre Bolsonaro. Con este apoyo de los candidatos de “centro”, la victoria de Lula se hace más concreta. ¿A qué precio se garantiza este apoyo?

Partiendo de una desventaja, Bolsonaro apuesta por la radicalización de su discurso reaccionario. Los ataques a Lula se han intensificado, utilizando la clásica fórmula de la derecha para deslegitimar a los candidatos de izquierda: la corrupción. Además, la agenda moral –contra el aborto, contra los derechos LGBT– tiende a convertirse en el centro del debate.

Sectores de la izquierda están tratando de “cambiar el voto” de los votantes de Bolsonaro y convencerlos de que gran parte de la retórica de su candidato es una mentira y que, en la práctica, su gobierno ha sido catastrófico. Me temo que esta iniciativa no será muy eficaz. El votante de Bolsonaro, por desgracia, no toma su decisión en base a una valoración objetiva de la realidad. Cuestiones como la inclinación religiosa, el odio y las fakenews consiguen influir profundamente en la posición política de este grupo de votantes. Se trata de un tipo de lógica particular, contra la cual la izquierda tiene dificultades para reaccionar.

Creo que Lula podría conseguir más votos yendo a buscar a la parte de la población que se abstuvo de votar. La abstención fue de 32.770.982 votos, lo que significa que el 20,95% de los votantes con derecho a voto no acudieron a las urnas. Probablemente no se sienten representados en el formato actual del sistema político brasileño. Para convencerlos, tenemos que desarrollar un discurso diferente al que actualmente reproducen el PT y Lula.

El 30 de octubre votaré por Lula, como hice a principios de mes. Sin embargo, la crisis económica y política que azota al país desde hace años no tendrá una solución fácil, aunque Lula gane las elecciones. Este es un reto teórico y práctico para las fuerzas de la izquierda y espero que sean capaces de afrontarlo.

Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action

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