19 meses después del 6 de enero, Biden descubre la amenaza del fascismo

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/09/01/pers-s01.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws                    Eric London                                                                                    01.09.22

El jueves, Joe Biden pronunciará un discurso nacional desde Filadelfia en el que le dirá al país que “nuestra democracia está en juego” y que un año y medio después del intento del golpe de Estado de Trump el 6 de enero de 2021, “nuestros derechos y libertades siguen bajo ataque”, según un adelanto de un oficial de la Casa Blanca.

Estas declaraciones, junto a la afirmación de Biden el jueves de que Trump es un “semifascista” son un reconocimiento impactante de que Estados Unidos está al borde del precipicio de una dictadura fascista.

Image

En los 19 meses desde la intentona golpista, los demócratas han minimizado el peligro e intentado absolver al Partido Republicano y el aparato militar y de inteligencia. Ahora, nueve semanas antes de las elecciones de medio término en las que los candidatos de Trump lideran las listas republicanas, Biden anunció que el peligro es más alto que nunca. No daría un inusual discurso en horario de mayor audiencia, con el monumento Independence Hall como fondo, si su Gobierno no considerara que se enfrenta a una crisis política sin precedentes.

Los eventos de las últimas tres semanas rinden testimonio de un conflicto tan intenso que los periódicos capitalistas publican regularmente artículos que consideran la inminencia de una guerra civil. El 8 de agosto, el FBI allanó el palacio de Trump en Florida e incautó varias cajas de evidencia que el Departamento de Estado alega que incluyen secretos estatales. La publicación de varios documentos desde entonces demuestran que la redada se basó en la afirmación de que los fiscales tienen una causa probable para creer que Trump estaba obstruyendo la justicia y violando la Ley de Espionaje.

El 26 de agosto, la directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, anunció que las agencias de inteligencia estaban investigando los documentos que Trump se llevó de la Casa Blanca y que recuperó en el allanamiento de la propiedad Mar-a-Lago en Florida. El 27 de agosto, la junta editorial del New York Times publicó una declaración intitulada “Donald Trump no está por encima de la ley”, en la que el diario más influyente del Partido Demócrata llamó a enjuiciar a Trump a pesar de que eso “podría agravar las enconadas divisiones partidistas, incluso al punto de disturbios civiles”.

Trump y sus aliados respondieron con amenazas abiertas de violencia.

Después del allanamiento en Mar-a-Lago, los abogados de Trump entregaron una carta al fiscal general Merrick Garlan con una amenaza propia de la mafia: “El presidente Trump quiere que el fiscal general sepa que ha estado escuchando lo que dicen las personas de todo el país sobre la redada. Si se pudiera describir su humor con una palabra, sería ‘enojo’. Se está calentando la situación. Se está acumulando la presión. Si yo pudiera hacer algo para reducir la temperatura y la presión, avísenos”.

El 28 de agosto, el cómplice del 6 de enero Lindsey Graham (republicano de Carolina del Sur) declaró en Fox News: “La mayoría de los republicanos creemos que, cuando se trata de Trump, las leyes no aplican. Todo se trata de atraparlo. Y diré lo siguiente: si hay un procesamiento contra Donald Trump por manejar incorrectamente información clasificada después de la debacle de Clinton… va a haber revueltas en las calles”.

Estas amenazas de violencia son creíbles y hay que creerlas. Después de todo, este es el modus operandi de Trump. En los últimos días, ha protagonizado un torbellino de actividad en la plataforma de extrema derecha Truth Social, azuzando a sus partidarios fascistas y compartiendo imágenes lascivas y degradadas de sus oponentes políticos en el Partido Republicano y el Demócrata. En una publicación el martes por la mañana, Trump compartió una imagen de una cuenta llamada “Patriot Party” dando a entender que iba a romper con el Partido Republicano y formar un partido “ultra MAGA” de extrema derecha.

Pero las declaraciones y acciones del Gobierno de Biden dejan claro que el Partido Demócrata no está luchando contra el fascismo, sino que está allanando el camino para un mayor fortalecimiento de la extrema derecha.

Un funcionario de la Casa Blanca dijo a la prensa que el discurso del jueves presentará la lucha por la democracia en el país como algo inextricablemente ligado a la lucha por la “democracia” en el extranjero contra los enemigos “autoritarios” de Estados Unidos, Rusia y China. El funcionario dijo que Biden advertirá que la “posición de Estados Unidos en el mundo” está en juego como resultado del 6 de enero. La reportera de NBC para la Casa Blanca, Lauren Egan, dijo el martes: “Sabemos que va a decir que la reputación de Estados Unidos en el escenario mundial sigue en juego. Va a decir que nuestra credibilidad ante nuestros aliados extranjeros está en juego este noviembre”.

Este argumento está plagado de contradicciones que Biden no puede responder. ¿Cómo puede Estados Unidos difundir la democracia en el extranjero si una red fascista amenaza con tomar el poder en casa? ¿Cómo avanza la lucha por la “democracia” contra los fascistas en casa proporcionando a los fascistas en Ucrania miles de millones de dólares en armas?

Desde las Leyes de Extranjería y Sedición hasta las Redadas Palmer, el internamiento de japoneses-estadounidenses y el tiroteo en la Universidad de Kent State, la guerra significa reforzar el aparato represivo y la extrema derecha para reprimir la disidencia política y aplastar las huelgas y protestas de los trabajadores. Se han publicado decenas de libros sobre estos temas, como Freedom of Speech in War Time de Zechariah Chafee y Perilous Times:Free Speech in Wartime de Geoffrey Stone.

Biden también está trabajando agresivamente para salvar al Partido Republicano, que los demócratas necesitan para proseguir la guerra. En el mismo discurso en el que calificó a Trump de “semifascista” la semana pasada, Biden pidió la “unidad nacional” con el mismo Partido Republicano que es responsable de llevar a cabo el golpe de Estado y de bloquear los esfuerzos para que los responsables rindan cuentas.

Biden dijo que la unidad entre los “republicanos convencionales” y los demócratas era necesaria para hacer frente a Rusia y China y superar el daño que Trump hizo a los intereses del imperialismo estadounidense. Afirmó que “subestimé el daño que habían hecho los cuatro años anteriores en cuanto a la reputación de Estados Unidos en el mundo”. En sus declaraciones, tuvo cuidado de distinguir entre los “republicanos MAGA” y los “republicanos convencionales”, afirmando que estos últimos “aman este país”.

La Administración de Biden promete aumentar el poder de las fuerzas represivas del Estado en las que Trump se apoya. Ayer, en un discurso en Wilkes-Barre, Pensilvania, Biden atacó a los “republicanos MAGA” tildándolos de oponentes de la policía que resultó herida por la turba del 6 de enero, no de oponentes de la democracia. Durante sus declaraciones, Biden denunció los llamamientos a “desfinanciar la policía” y dijo que planeaba aumentar el financiamiento de la policía.

En cuanto a la política social, el Gobierno de Biden está aumentando despiadadamente los tipos de interés para reducir los salarios de los trabajadores, colaborando con los sindicatos para reprimir la lucha de clases y mantener los salarios por debajo de la tasa de inflación. No es posible luchar por la democracia política mientras se garantiza que las corporaciones amplíen su poder dictatorial sobre toda la economía. En la medida en que Trump sea capaz de desarrollar un apoyo de masas, se debe a las consecuencias devastadoras de las políticas del Partido Demócrata, que ha abandonado cualquier relación pasada con las reformas sociales.

El propio Trump se destacó como figura política a partir de un clima político reaccionario impactado por décadas de guerras permanentes, ataques a los derechos democráticos y la transferencia de billones de dólares de la clase trabajadora a la aristocracia financiera.

Las guerras en Afganistán e Irak fueron acompañadas por la creación del Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) y la expansión de la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional. El Partido Demócrata rescató a los bancos en 2008 y proporcionó a las corporaciones billones de dólares a través de la Ley CARES en 2020. Ha recortado los programas sociales, mientras entregaba miles de millones a Wall Street a través de años de la política de flexibilización cuantitativa. Este es el clima de militarismo, chauvinismo y parasitismo que fertilizó el suelo del que brotaron Trump y su movimiento.

La lucha por la democracia en casa solo tendrá éxito en la medida en que se articule con la oposición a la guerra en el exterior y con la lucha contra la caída de los salarios y el aumento desmesurado del coste de la vida, en la defensa de los inmigrantes que son el chivo expiatorio de la crisis social, y en la defensa de todos los derechos democráticos. Únicamente la clase trabajadora puede defender la democracia auténtica por medio de su movilización política e independiente contra toda la élite política capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de agosto de 2022.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *