Fuente: https://literafrica.wordpress.com/2019/11 /25/18247/ sfqu 25 noviembre, 2019
1- Con la libreta y el boli. Así ha construido José Naranjo. Con la una y el otro siempre preparados, presentes, empujando las ganas de contar lo que vivía, sentía y pensaba, lo que escuchaba, imaginaba o creía. Escribiendo a mano. Juntando letras. Mientras leía, devoraba, y escuchaba historias contadas por su madre.
2- La rutina dentro de las oficinas de una redacción, sin embargo, deja pocos resquicios para quien quiere colarse por callejuelas y caminos pedregosos. Le nacieron botas nuevas. Entonces iba y venía, iba y venía a un país africano y vuelta, hasta que inició una inesperada travesía.
3- “A partir de ahora intentaré ser una ventana hacia África” se lee en El río que desafía al desierto, en la página 13 que recoge su Cuaderno de viaje 1, fechado el 16 de octubre de 2011 y que inicia sus 50 crónicas africanas.
4- Frente a lo que se destacaba, decía o transmitía, Naranjo intuía que aquel continente inmenso, fascinante, se merecía otra mirada. Mientras se preguntaba cómo hacerlo, fue avanzando, retrocediendo, caminando y comenzando a usar ojos nuevos. Se detuvo a oír al anciano silencioso sentado en una piedra en el camino, abrazó sin descanso, buceó en la mirada de los niños… Fue atesorando en su interior, atesorando despacio, con poso, durante tantos y tantos años.
5-No es extraño que en 2015, en una entrevista, afirmara: Si tuviera que escribir un tercer libro, este sería “sobre todo de África, de su gente, de lo que aprendes aquí, de las dificultades de contarlo”. Y sus gafas redondas no restaban brillo a unos ojos curiosos que se acercaban al continente africano con el respeto y con la humildad del que sabe que hacerlo es colocarse encima de un inmenso alambre, siempre en precario y frágil movimiento, en incertidumbre constante.
6-El día a día no contado, con sus idas y venidas, sus pequeñas luchas, sus pequeños éxitos y fracasos. Junto al trepidante ritmo de la modernidad que esculpe sus formas en las ciudades africanas. La mezcla de desierto, bibliotecas de arena, quioscos verdes, puestitos de street food, árboles de la palabra, humo y asfalto, pantalones que parecen un Arco iris. El ébola, la mutilación genital femenina, los niños- soldado, las minas de coltán, Boko Haram. Todo cabe en este libro, su tercera obra, que parece rescatar lo que afirmaba para una revista en 2017: “África es un concepto que se nos escapa”.
7-“Al final de un camino de tierra suele esconderse una buena historia. Hermosa, terrible o ambas cosas a la vez. Pero para llegar hasta ella hay que abandonar la seguridad del asfalto, girar a la izquierda y dejarse llevar entre arbustos y torbellinos de arena que levanta el viento caluroso” (pág.31)
8-Las crónicas no quieren llevar a engaño. El espejo que nos ofrecen no está trucado, no hay magia ni estilismos. Es difícil mostrar sin cargar las tintas en uno u otro lado. Solo algunos funambulistas lo logran. Se colocan al margen, andan despacio, ligeros, se balancean para no levantar olas de aire a su paso, para no trastocar el espacio que han ocupado y ahora abandonan. Con esa delicadeza que se introduce hasta dentro, muy adentro. A la par que abrazan las dudas, el titubeo constante, la búsqueda continua en el modo de acercarse a semejante magnitud desconocida. Dejando que las voces salgan, nos pueblen, nos contengan, nos devoren y nos reconcilien.
9-Quiero más a este continente ahora. Tras leer este libro. No sé, tengo dificultades para expresarlo.
10-“Todo es frágil y quebradizo al pie del monte Nyragongo” (pág. 235). 4 de junio de 2019.
El río que desafía al desierto y otras crónicas africanas (2019). José Naranjo Editorial: Azulia