
▲ Fotograma de la película Zona de interés, del director británico Jonathan Glazer.
Desde la secuencia de créditos intuimos que estamos ante algo inusual. El título de la película, Zona de interés, en letras blancas sobre un fondo negro se desvanece, dejando a la negritud, acompañada en la banda sonora por un ominoso rumor. Eso dura varios minutos hasta volverse inquietante. Finalmente aparece la primera imagen: una escena que no podría ser más bucólica. Una familia alemana de día de campo en un claro del bosque, al lado de un río.
Poco a poco, el director británico Jonathan Glazer va introduciendo algunas claves visuales de lo que está sucediendo. Un jardín rodeado por un muro rematado por alambres de púas. El aparente paterfamilias vistiendo un uniforme del ejército alemán. Pronto se nos informa que todo eso transcurre en el hogar de los Höss, a un lado del campo de exterminio de Auschwitz durante la segunda guerra. El padre Rudolf (Christian Friedel) es el comandante del campo, mientras su esposa Hedwig (la asombrosa Sandra Hüller) cuida de los cinco hijos y mantiene el exuberante jardín de la mansión.
Uno siempre se ha preguntado cómo sería la vida cotidiana de los familiares de los comandantes nazis de los campos de exterminio. Esta película es la respuesta contundente. No sólo es la banalidad del mal, en las palabras de Hannah Arendt, sino también su inconsciencia.
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