Fuente: Umoya num. 98 – 1er trimestre 2020 Paola López Muñoz
Un repaso por las recetas económicas del organismo internacional en el continente africano.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) no tiene muy buena fama, especialmente en la zona del África Subsahariana. Este organismo internacional tiene como función principal su carácter prestamista, con el que pretende mantener la estabilidad financiera y lograr un crecimiento económico sostenible en los países en los que interviene. Sin embargo, en muchas ocasiones, sus actos han dejado entrever que, por delante de esos objetivos, puede haber otros intereses, que no suelen ser precisamente los de los países del Sur.
El mecanismo que utiliza el FMI consiste en dar préstamos y exigir el cumplimiento de unos requisitos a cambio o imponer condiciones. El problema es que las recetas que sugiere no son siempre las más acertadas, dado que suelen diseñarse de una manera muy general sin tener en cuenta la situación particular de cada país, lo que provoca resultados adversos y descontento social.