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La presencia del Rey y su consorte en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, no solo es una incongruencia moral insoportable, si no también histórica, porque mientras las cámaras de gas funcionaban a pleno rendimiento en ese y otros campos, el antecesor dinástico legítimo de Felipe VI, el infante Don Juan (abuelo del actual rey) tras la muerte de Alfonso XIII en 1941, andaba flirteando con el régimen de Franco desde su residencia suiza de Lausana, mientras entre bambalinas intentaba dar coba, sin que se notara demasiado, a los aliados como si ya nadie se acordara de que en plena guerra civil, intentó presentarse ante Franco para ofrecerle luchar contra la República como oficial de Marina.