Todas las partes implicadas en las negociaciones que se llevan a cabo en el formato de Normandía (Alemania, Francia, Rusia y Ucrania) coinciden en que los acuerdos de Minsk son la base para un arreglo político del conflicto en el sureste ucranio, pero Kiev y Moscú interpretan los entendimientos a su manera, como si de textos diferentes se tratara, y los mediadores europeos nada pueden hacer frente al rechazo, de unos y otros, de propuestas para alcanzar consensos.
La reunión de los asesores políticos de los líderes de los cuatro países, celebrada en Berlín el jueves pasado, concluyó tras nueve horas de intensa discusión sin ningún avance y, como testimonio de las posiciones antagónicas, ni siquiera pudieron emitir un comunicado conjunto. Los rusos atribuyen la responsabilidad por el enésimo fracaso a la intransigencia de los ucranios, y viceversa.
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