Yegua, gato y león: El hombre un animal político

Diego Ramos                                                                                                                          6 de septiembre de 2025 Hora: 03:27

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Foto: EFE/Archivo


La política secuestrada por la ferocidad.

Hemos escuchado, aprendido y repetido hasta al cansancio que el “hombre es un animal político”, pero no solo ello, nos involucramos completando la idea introduciendo que el uso de la razón nos diferencia de los demás animales cuadrúpedos, dando a entender que ese uso de la razón nos despoja de lo intuitivo animal y de la ferocidad salvaje.

“Apareció la yegua”, “es culpa del gato” o “yo banco al león”, solo por arrojar algunas frases de las tantas que hemos escuchado o expresado los ciudadanos argentinos, aludiendo a los expresidentes Cristina Kirchner, Mauricio Macri, y al actual presidente Javier Milei. Entonces, ¿a qué se debe que personajes políticos que llegaron caminando al sillón de Rivadavia de la Casa Rosada terminaran siendo identificados con ciertos cuadrúpedos? La respuesta está en la constante ridiculización de la política que con el discurso del odio se busca desterrar toda humanidad en la política.

Si la crueldad es un deseo humano perverso, la ferocidad es una reacción animal. Entender que la ferocidad ha vuelto a apoderarse de nosotros es comprender el porqué de ciertas decisiones políticas que destrozan vidas humanas. La vigencia de dicha ferocidad en un león que soltó la Constitución Nacional para agarrar una motosierra establece el retorno de la bestia que destruye la paz social.

La ferocidad se enfoca en la brutalidad del acto en sí, es un animal despiadado deseoso de devorar todo a su camino. Este retorno de la ferocidad como único regulador de relacionarnos entre los humanos es lo que marca la pérdida del sentido de la “otredad” y la pérdida del sentido de la política que humaniza. Las despiadadas “políticas” que, por ejemplo, quitan pensiones a los discapacitados de manera aleatoria, reprimen a los jubilados sin piedad y atentan contra niñas y niños quitándoles el derecho a la salud en pos del déficit cero, hoy se convierte en el mayor engaño por la corrupción reinante.

La figura de un león con motosierra en la mano expresa el modelo que se quiere proponer: la ferocidad, donde el lenguaje solo sirve para mentir, engañar, someter, explotar y censurar. Este modelo intenta arrojar al precipicio la idea de que la tarea de humanizar la historia ha fracasado. El lenguaje del amor como tarea pedagógica política en todos los ámbitos es crucial para desmontar el engaño, como el de la necesidad de un inhumano sacrificio por parte de la sociedad argentina para terminar con una casta, engaños que van en la misma sintonía de Hitler a Mussolini los líderes del fascismo que capitalizaron la falsedad como base de su poder.

El fascismo actúa desde abajo, pero gana legitimidad desde arriba. Cuando el presidente brasileño Jair Bolsonaro denigra abiertamente a los afrobrasileños, o cuando el presidente Donald Trump señala que los mexicanos son violadores o “invasores que llegan en caravana”, o el presidente Javier Milei que se agarra con un niño autista calificándolo de “ultrakirchnerista”, no hacen más que legitimar el pensamiento fascista en algunos de sus seguidores políticos.

Este año en la ciudad de Córdoba Javier Milei disertó en “la derecha fest” bajo el eje “la construcción del milagro”, alineando su esquema de pensamiento a la misma lógica de Goebbels (propagandista nazi) que afirmaba que Hitler lo conocía todo y que era “el instrumento creativo natural del destino divino”. La evidencia de un mismo relato confirma la presencia de un escenario posfascista, donde verdad y falsedad no pueden distinguirse, por lo tanto todo se transforma en mito. El filósofo italiano Franco Berardi Bifo expresa que la fuerza de los fascistas de hoy no nace de la política ni del pensamiento, sino de una mutación antropológica: la descerebración producida por la tecnología y la psicopatía.

Cuando Aristóteles se refiere al hombre como animal político es en dirección a la naturaleza racional y social que busca los medios para que la comunidad pueda alcanzar su pleno desarrollo y felicidad. Ahora bien, cuando un gobierno quiere redireccionar a la inversa o a contramano desde “el estado de naturaleza”, es porque ha decidido terminar con el verdadero sentido del “hombre animal político”. La ferocidad irracional se traduce en atentar contra la materialidad de la vida, especialmente de los más indefensos y vulnerables. El león no es una casualidad, y si hay censura, la batalla no es cultural.

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