Yambo Ouologuem, la historia de una tragedia literaria y de un libro olvidado

Fuente: https://literafricas.com/2024/02/03/yambo-ouologuem-la-historia-de-una-tragedia-literaria-y-de-un-libro-olvidado/

La concesión del Premio Goncourt en 2021 al senegalés  Mbouga Sarr por su -elogiada- novela La más recóndita memoria de los hombres, sirvió para que durante un corto espacio de tiempo las literaturas africanas se asomaran por el universo líquido y físico del Mundo-Libro.

En sus aledaños se han colado discusiones, críticas y contra-críticas, reflexiones y, sobre todo, lecturas. Sin embargo, y a pesar de que un joven escritor senegalés ha traído para los postres del Mundo-Libro la verdadera historia de la literatura, aquella que se compone de los libros olvidados, de los libros que quedan en los márgenes, poco se ha hablado de estos.

Es cuanto menos ¿curioso? el escaso interés que se ha mostrado por el agente principal que está en el germen de la novela de Sarr: el escritor maliense Yambo Ouologuem que le sirve de pretexto para iniciar la búsqueda, cual detective salvaje, de un personaje real que la historia de la literatura, otra vez, no quiere tener demasiado en cuenta. El Mundo-Libro se nos queda como el soufflé cuando tardamos en atacarlo al reparar en estas cuestiones: bastante desinflado.

Sin embargo, Ouologuem no es solo una figura recurrentemente citada por otros autores que reconocen la deuda con él, sino también la piedra angular alrededor de la cual las conversaciones derivan en cuestiones de calado sobre esa ¿ambigua? relación que mantenemos con todo lo que proviene del continente africano. Sarr, en cambio, lo ha cogido al vuelo.

En 1968 el maliense publicó Deber de violencia. Todo un hito literario. Alain Mabanckou escribió sobre esta novela que «fue el nacimiento de la autocrítica» frente a la negritud que magnificaba el África precolonial. Se trata también, probablemente, de la primera obra de autor africano traducida al castellano. Lo hicieron en Argentina, la editorial Posadas. Y estamos, en definitiva, ante un libro excepcional, “fuera de esquemas africanos preconstruidos”, por múltiples motivos.

Utilizando un sinfín de recursos: desde la oralidad, el lirismo o diálogos teatrales, en un arco que va desde el siglo XIII al XX, empieza con una epopeya, la de los Saif, parece que basado en un sultanato que existió. Ouologuem nos sumerge en las siniestras dictaduras imperiales, en la participación de estos señores feudales en la esclavitud del pueblo africano. La violencia, la degradación moral, la corrupción y la barbarie ya existían antes de la llegada del hombre blanco. Muestra a las élites africanas que colaboraron para que la situación se perpetuara. Pero tampoco la colonización pasa de puntillas en esta obra contracorriente, ni su feroz ataque a los «africanistas». Con una sexualidad explícita y sin tapujos que nos adentra en la modernidad, Ouologuem completa un relato que tiene como base la transformación, ojo con las religiones, del negro en servil y al final la conversión en un negro-blanco.

«Hay gente que tiene expectativas sobre lo que debería escribir un autor africano. Mi libro va contra eso«, afirmó el maliense al nombrar las intenciones de su obra. Una frase que hizo que, cual detective salvaje, buscara desesperadamente a Ouologuem.

Desgraciadamente la manera en la que el escritor es recordado es mayoritariamente otra. A raíz de la novela de Sarr se ha colado a hurtadillas en algunas de las notas de prensa, pero rara vez ha obtenido el interés suficiente para indagar en su obra. Se ha preferido mostrar -salvo raras excepciones- lo que ocurrió cuando se alzó con el Renadout siendo el primer africano en lograrlo.

Las secuencias narradas a modo de serie viral son, por todo aquel que muestra cierto interés, conocidas. A Ouologuem se le acusó de plagio. El libro quedó denigrado y apartado. El escritor volvió a su país Dogón, no publicó nada más y se recluyó en la religión.

Particularmente esta serie me ha parecido siempre bastante simple. Un libro como aquel tuvo que haber levantado muchas ampollas en los años 60, qué y un escritor negro, sobre qué y un escritor nacido en África. Y, ¿quién fue Ouologuem? ¿Qué significó ser acusado de plagio hasta el punto de ser apartado de la escritura? Poca información al respecto.

Pero la minúscula luz se ha ido agrandando hasta poder orientarme en alguna dirección. Deber de violencia es un texto crudo, lleno de violencia y sexo, que no deja bien parados a los africanos, mostrando “un África espantosa”. Así, sus propios compatriotas se revelaron contra él. Shengor a la cabeza. Sin embargo, no fueron los primeros ni los últimos en ir abriendo el camino que llevaba al olvido. Sus editores le retiraron su apoyo. Su deriva le llevó a pasar por un hospital psiquiátrico, se arremetió contra él de una forma que parecía encubrir otras intenciones. Las acusaciones de plagio de autores occidentales suenan hoy a racismo: se le juzgó muy duramente sin entrar en otras consideraciones como se hace ahora. “Técnica de collage”, “brillante ensamblaje de múltiples horizontes culturales”, son la medida de que su coraje y su brillo no tuvieron oportunidades de mostrar ninguna otra cara.

Además, continuó escribiendo. A pesar del varapalo que supuso colocarle de aquella manera en aquella suicida posición, no cesó su escritura. Otras 4 obras más y casi seguro hay material inédito por descubrir. Entre ellas una novela erótica Les Mille et une Bibles du sexe, 1969 (Las mil y una Biblias sexuales) firmada por el dúo Utto Rudolf (un seudónimo del propio escritor) y el propio Yambo. Publicada un año después del escándalo. La Biblia y Las mil y una noches, otras dos obras que estaban también dentro de Deber de violencia. Después se fue recluyendo cada vez más en sí mismo hasta que enmudeció.

Del estrellato al foso. En caída directa.

El escritor africano siempre tiene las de perder”. Pongo esta frase entre comillas porque no es mía. A veces, después de tantas lecturas y de tantas conversaciones una no sabe bien si lo que escribe es fruto solo de su propia voz o está innutrida de otras. Los frágiles límites son hoy más inconsistentes con la sombra de la inteligencia artificial que todo lo toma y todo lo confunde. Da vértigo la deriva. Pero entonces eran otros tiempos y puedo pensar que Ouologuem estaba customizado por todas las lecturas que había realizado. Creo que quizás su escritura no fue sino un inmenso legado, audaz, a la que adornaron de miles de prejuicios, tachas, intolerancia y oscuridad para sumirla, para ahogarla y para que dejara de emitir esa luz intolerable que arrojaba una versión sobre todos demasiado incómoda.

El mundo es falso. Fue su defensa. Yambo Ouologuem cumplió con el destino trágico de todo aquel que se sale del camino para enseñarnos cómo atravesar el espejo. Sarr lo sabía. Y ahora, aunque somos todavía más los iniciados, el deber de mostrarlo continúa.

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«Deber de violencia» (Le Devoir de violence, 1968). Yambo Ouologuem. Ed. Losada. Trad. Emma Zappetini.

«La más recóndita memoria de los hombres» (La plus secrète mémoire des hommes, 2021). Mbouga Sarr. Ed. Anagrama. Trad. Rubén Martín Giráldez.

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