Fuente: Iniciativa Debate/Pepito Grillo
Ya hace mucho tiempo que no me gusta ni un pelo lo que estoy viendo, y es que se está convirtiendo en una actividad de riesgo decir lo que se piensa como se te ocurra pensar por ti mismo/a y no como mandan los cánones de la moda de turno. Al pobre Arturo Valls se le ha ocurrido decir que creía que las galas de cine quizá no sean el mejor lugar para centrar la atención en asuntos que no tienen como objeto el cine, pero lo ha hecho tocando el lingam del nuevo tótem, y eso hoy es imperdonable.
Ver video en: http://iniciativadebate.net/2018/02/04/y-si-tambien-respetamos-a-arturo-valls/
ARTURO VALLS: “CREO QUE NO ES UNA NOCHE PARA REIVINDICAR, SE DEBERÍA HABLAR MÁS DE CINE Y DE LO QUE CUESTA PRODUCIR UNA PELÍCULA, NO MAREAR CON OTROS TEMAS” #GOYA2018PIC.TWITTER.COM/I2SPV1CUPF
— EUROPA PRESS (@EUROPAPRESS) 3 DE FEBRERO DE 2018
Es su opinión, y no sé si estoy de acuerdo con él porque no me he parado a reflexionar seriamente sobre ello. El instinto me dice que sí hay que defender aquello en lo que uno crea en cualquier lugar, también en los Goya, pero no como parte del espectáculo, porque no me gusta que se coreografíen y monopolicen las reivindicaciones, y tampoco tengo muy claro si lo que se está defendiendo ahí tiene algo que ver con el feminismo. Al menos como lo entendíamos hace no demasiados años. Pero ya puestos hubiera sido agradable que alguien también se acordara de la gente que está muriendo en las costas de Libia, de la pobreza infantil en España, de los pensionistas que siguen perdiendo poder adquisitivo; de esas camareras de piso que se matan a trabajar por cuatro duros o de esas asistentas del hogar (siempre mujeres), que también trabajan para muchas de esas reivindicativas actrices, y que por norma no tienen derechos ni vida propia.

A lo mejor no estoy de acuerdo con que se crucifique a Arturo Valls porque tampoco estoy de acuerdo con lo que ahí se reivindicaba. Y es que no creo que el mundo (el mercado) del cine sea el mejor ejemplo de desigualdad, al menos si buscamos la desigualdad salarial o de oportunidades y presencia entre hombres y mujeres. Otra cosa hubiera sido si estos y estas privilegiadas hubieran dedicado ese esfuerzo a visibilizar a los que, incluso dentro de su profesión, no tienen voz, ni mil focos y cámaras apuntándoles. Pero entonces hubieran tenido que tratar las desigualdades de clase y algunas más, y no iba de eso el asunto.
Quizá tampoco Arturo iba tan lejos en su comentario. Quizá él solo decía lo que parece decir: que esa gala debería servir para hablar del cine. Y sigo sin saber si tiene razón, pero no creo que haya motivo para crucificarlo.