Pablo San José
Quizá lo hayan olvidado porque -llama muchísimo mi atención- los medios de comunicación de masas, tan preocupados, por ejemplo, por las elecciones en Venezuela, no dicen ni mu sobre el tema, pero resulta que el ejército español tiene nada menos que 650 militares a día de hoy destacados en el Líbano participando de una misión de paz de la ONU. Son cascos azules. Igual se acordarán un poco de ellos, porque casi todos los años por Navidad–para eso sí- los medios de comunicación se encargan de llenar noticiarios con tiernos reportajes sobre visitas o videoconferencias de nuestros políticos gobernantes con esos compatriotas que pasan las fiestas lejos de casa. Nos cuentan sobre el menú navideño, lo mucho que echan de menos a sus familias y cosas así.
Las tropas españolas en Líbano no llegaron ayer. La llamada Fuerza Provisional (o Interina) de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL) es una misión de paz aprobada por el consejo de seguridad de la ONU en 1978. Si bien, el contingente español se incorpora en 2006. Es decir, nada menos que 18 años dura para la fuerza española esta misión de «paz» de cuyo cometido real, más allá de los menús navideños, no tenemos noticia alguna. Teniendo en cuenta que la participación española en algunas fases ha llegado a ser de 1.100 militares (con una remuneración más que especial), imaginen el costo que eso ha supuesto al erario público. Eso sí, varios militares españoles han perdido allí su vida en circunstancias poco aclaradas, que, por falta de información suficiente, no sabemos hasta qué punto fueron consecuencia de la situación bélica o accidentales. También es un dato muy importante saber que desde febrero de 2022 es un general español quien está al mando de la FINUL.
Porque en la FINUL no participa solamente España. Hasta 45 países que, entre todos, aportan casi 11.000 efectivos forman parte de la misión, la cual, según se lee en la página al respecto del ministerio de defensa «tiene entre sus cometidos vigilar el cese de hostilidades entre Hezbollah e Israel y acompañar y asistir a las Fuerzas Armadas libanesas en el sur del país y a lo largo de la separación entre ambos países denominada Línea Azul. También garantizar el acceso humanitario a las poblaciones civiles y el regreso voluntario y seguro de las personas desplazadas».
Porque, naturalmente, la FINUL está desplegada en territorio libanés y no israelí, faltaría más. Al igual que no hay casco azul alguno desplegado en el entorno de Gaza o en Cisjordania, que es donde se entiende que más falta podría hacer. Por supuesto que ni Israel ni su patrocinador estadounidense iban a permitir tal cosa. Más bien pareciera que el objeto de la FINUL no es tanto, según se anuncia, «vigilar el cese de hostilidades entre Hezbollah e Israel», acción que no consta en las largas décadas de existencia de la misión, como entorpecer eventuales ataques sobre territorio israelí desde el sur del Líbano.
Y bien, llegados a este punto, toca formular la pregunta del millón: ¿Qué se dispone a hacer el contingente de 11.000 militares de la misión FINUL de la ONU, participado por 650 españoles y dirigido por un general español, en el caso probable de que Israel inicie algún tipo de invasión terrestre del Sur del Líbano?
Porque si la respuesta es «nada» o, por ejemplo, refugiarse en sus búnkeres, como algún medio comenta que están haciendo estos días, alguien debería salir inmediatamente a explicar a los españoles para qué narices están ahí desplegadas esas tropas desde hace casi dos décadas.
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