Fuente: http://www.aurorafundacion.org/?VUELVE-EL-SINDICATO-LIBRE 7 de julio de 2020
El partido Vox anuncia que va a crear su propio sindicato. Oír a esos neofranquistas que su próxima meta es irrumpir en el terreno sindical, nos ha recordado automáticamente otros términos de insana recordación: sindicatos libres, pistolerismo, Martínez Anido en la Barcelona de los años 1920’s, partidas de la porra, guardias blancas, escuadrones de la muerte, etc. Por ello, lo primero que nos preguntamos es ¿qué subtítulo le pondrán a su sindicato?: libre, nacional, español… Nos da igual como acaben llamando a sus perros de presa. Lo que sí nos preocupa es que sea verdad que tienen votantes en los barrios pobres. Y, exactitud de las estadísticas aparte, es probable que los tengan en cantidades suficientes para formar un sindicato. Es fácil repetir el dicho “eres más tonto que un obrero de derechas” pero es más difícil reconocer que la derecha obtiene buena parte de los votos en los cinturones industriales y en los medios rurales –dicho sea sin contar el abstencionismo, la fragmentación de la izquierda, la cooptación socialdemócrata y hasta la ley d’Hondt. Así que, a la derechita cobarde, ahora se le añadirán los sindicatos floreros, mafia de corruptos que venden su alma por hacerse fotos en Moncloa y, peor todavía, que pisotean su gloriosa y centenaria tradición de defensores del trabajador.
No creemos que Vox se haya distraído buscando los antecedentes históricos de su proyectado sindicato. Si acaso, habrán ojeado algo de los sindicatos gringos y habrán visto algún film clásico (La ley del silencio, 1954) o moderno (El irlandés, 2019) y, quizá, algún reportaje morboso sobre la evaporación del líder camionero Jimmy Hoffa. Es decir, cultura gringa. [Pero no se nos malinterprete: no estamos abundando en el manido tópico del neofranquismo inculto –falso, leen a Pérez-Reverte y devoraban la seudo-ciencia de Punset-, sólo aludimos a que no necesitan otra cultura que la contenida en las cotizaciones de Bolsa]. Pero, ya que son tan españoles españolísimos, les obsequiamos con un poco de historia patria durante la República resumida por un académico ‘neutral’ que llama hostilidad a la auto-defensa de los verdaderos sindicatos: En cuanto al sindicalismo libre, “conoció una profunda crisis durante la etapa republicana. En abril de 1931 se había disuelto la Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España (CNSLE) y su presidente, Ramón Sales, había huido del país. A lo largo de 1932, algunos de los antiguos dirigentes de la CNSLE intentaron levantar sindicatos profesionales, como la Federación Española de Trabajadores, creada en Madrid, la Federación Obrera Catalana, o la Confederación Vasco-Navarra de Sindicatos Obreros Profesionales, heredera de Confederación Regional de Sindicatos Libres del Norte de España, del padre Gafo, que llegó a los 25.000 afiliados a mediados de 1934. Pero el ambiente no era propicio para el retorno de los libres, y las tres centrales, de muy escaso desarrollo, terminaron integrándose en el FNT y luego en la CESO. En febrero de 1935, Ramón Sales, que había regresado poco antes del exilio, procedió a reconstruir la CNSLE en Cataluña y Madrid, aunque con poco éxito. La Confederación, recibida con hostilidad por los grandes sindicatos, experimentó la radicalización que afectó durante el segundo bienio al conjunto del movimiento obrero, y que la indujo a una marcada politización. Una parte de sus miembros terminó incorporándose a los sindicatos falangistas y el resto se vinculó al Bloque Nacional de Calvo Sotelo” (Gil Pecharromán, 2002) Y ahora debemos precisar algunas denominaciones: por mera comodidad, hemos llamado neofranquista a Vox pero es de subrayar que Vox es, sobre todo, neoliberal –algo a lo que hubiera llegado Franco si hubiera durado una década más. Pero esto ha de enmarcarse en el cuadro general de un neofascismo que ha abandonado buena parte de sus señas de identidad. Hoy, Vox no es antisemita sino, al revés, discípulo del sionismo israelita; no es estatista sino -repetimos- neoliberal; no es absolutamente nacionalista estilo autárquico sino peón de multinacionales; no es elitista sino, como demuestra su inminente sindicalización, quiere conjugar a los cayetanos con veleidades ‘obreristas’, etc. De las antiguas glorias, sólo le quedan el racismo, la misoginia, los dineros negros, las amistades encumbradas… y la violencia. Pero también son un partido político. Si volvemos a la historia, observamos que en este terreno tiene mucho que rechazar. No pueden recordar a la desprestigiada Falange, por mucho que la mayoría de sus dirigentes comenzaran en esa zahúrda. De camisas azules, ni hablemos –volveremos sobre el color azul-. Podrían expurgarla y quedarse con Ledesma Ramos, por pagano (no meapilas), el más nazi de todos, pero eso sería un ejercicio de micro-cirugía para el que no están capacitados. De la criba sólo se salvaría Albiñana (1883-1936), durante la República el fundador del Partido Nacionalista Español (PNE, 1930-1937). Como es un fascista olvidado por el franquismo, a la hora de buscar pedigrí histórico, se podrían agarrar a ese clavo ardiendo y presumir de originalidad y de exhumar las faraónicas glorias nacionalistas. Pero, si no lo han hecho todavía, como aún están a tiempo, les obsequiaremos con una segunda referencia histórica:
Para empezar, les puede servir que los historiadores siguen discutiendo el sexo de los ángeles, léase si José Mª Albiñana Sanz era fascista. Algunos, como “González Cuevas [y el antecitado Gil P.]niegan la ascendencia ideológica fascista en José María Albiñana y su Partido Nacionalista Español fundado en 1930 -que algunos autores han considerado el primer partido fascista español- más allá de ser una mera réplica estética en los símbolos externos de la camisa y el saludo de brazo derecho extendido .” (cit. en Roberto C. Montañés Pereira, s/d) Por nuestra parte, como no padecemos bizantinismo, resolveremos el tema de un plumazo: el PNE era monárquico y corporativista, tuvo un brazo armado oficial -los Legionarios de España, uniformados con camisa azul… purísima- y sostenía que sólo había dos formas políticas, el comunismo y el nacionalismo. Si eso no es fascismo, que la lectora siga rompiéndose las neuronas. Pero, si antes hemos sugerido el nombre de Ledesma Ramos, por puro fair play, debemos citarle de nuevo porque, para este preboste, el PNE solamente era una “gesticulación reaccionaria al servicio vergonzante de la aristocracia terrateniente y de los elementos más regresivos”; además, al final se unió al carlismo más clerical –lo siento, Vox. Otrosí, no les veo dispuesto a santificar a Ledesma porque sería demasiado abjurar de una “España Nacional, aburguesada, católica e hipócrita, que prefirió como mártir a Primo de Rivera, una figura más aseada, menos brusca y más “trascendente” desde el punto de vista de la propaganda… [por ello] Ledesma tuvo que cargar con el estigma de ser calificado como “demasiado proletario” (dudoso blog Distopia) Por otra parte, Albiñana, un Gordito Relleno de tebeo, no daría hoy la imagen aguerrida que necesita Vox. Lo cual sería una injusticia porque, además de explotar su condición de mártir de los rojos-, podrían usar su aspecto Conquistador pues anduvo por México donde se unió a los Cristeros –unos católicos fanáticos que, financiados por el Vaticano, se opusieron con las armas a que México fuera laico-. Años después, al pasar por Trujillo, se extasía ante la estatua ecuestre del Invasor: “Veo en la plaza un jinete. Me descubro con emoción, ¡Es Pizarro, mi camarada Pizarro, mi compañero de América! ¡Salud, glorioso Paco, y perdona la confianza! ¡Los dos hemos cruzado el Océano, camino de la selva virgen! Tú, fuiste a conquistar reinos y glorias. Yo, a defender esas glorias y esos reinos” (Albiñana en Confinado en las Hurdes, 1933) Asimismo, la demagogia paternalista de Albiñana sería un activo para Vox. Cuando el antediluviano Prócer fue deportado por el gobierno republicano a las Hurdes, habló así de uno de los hurdanos: “El alcalde pedáneo de Martilandrán, triste, ignorante; y pobre, es como la papila terminal del régimen en un campo de miseria. Su semblante apacible y pueril, acusa una bondad ingenua, confirmada por su grandeza dé alma. Yo, que me niego terminantemente a prodigar tratamientos de Excelencia a quienes no lo merecen, concedo el de Majestad a este hombre primitivo, que no ha sufrido el impuro contacto de la soberbia, la traición, la ridícula vitola de la autoridad inmerecida e improvisada por el azar.” (ibid) Naturalmente, los soberbios y los traidores son los republicanos, esa “horda de hambrientos y enchufistas que ha caído sobre España al amparo de una situación trágicamente padecida, ha perdido toda noción de dignidad, y sólo piensa en prolongar- el disfrute de unos privilegios arrancados brutalmente al sufrido pueblo, por el engaño y el crimen… piara incivil de porcinos acomodados… [que, gracias a la ‘derechita cobarde’, ha logrado] la desunión y la relajación de unas derechas desorientadas, la masonería extranjera que ha calado en la burguesía apartándola del catolicismo y el bolchevismo socializante de perversos efectos revolucionarios…[nosotros] somos los modernos parias, víctimas de la Inquisición republicana, ejercida por ‘homúnculos’ rencorosos y ridículos” (ibid) Estos insultos a coscoporro y esta violencia castiza han de ser música celestial en los oídos de Vox -es lo que más les aproxima al jabalí valenciano. En parte porque, además, Albiñana es tan asimétrico y desequilibrado como ellos mismos. Por ello, confinado en Las Hurdes durante menos de un año, se queja de la violencia moral, la “tortura”, que sufre y de que le están condenando a morir de inanición gracias a la inhabitabilidad del paraje hurdano, cuya incivilidad en grado sumo es un insulto a su excelencia intelectual (cit. en Montañés P) Pese a su semblanza del alcalde pedáneo antes citada, la imagen que da de los hurdanos es tremendismo y elitismo puro: cuando llega a Martilandrán lo que ve es “un puñado de chozas miserables, levantadas sobre estiércol secular, una breve humanidad enferma y harapienta, una promiscuidad repugnante de sexos y especies animales” (ibid) Finalmente, el valenciano Albiñana es elegido diputado por Burgos con 64.904 votos. Desde el primer minuto, dejó claro que no pensaba participar del Parlamento sino conspirar para el golpe fascista. Y llegamos al golpe militar-clerical del 18 julio 1936: el diputado “Albiñana, que difunde los mensajes del general Mola, da por segura la inmediata victoria y aplastamiento de la República y se ve ocupando cargos al más importante nivel. Pero la maniobra sale mal, al menos inicialmente, y nuestro hombre, que teme por su vida, se hace pasar por ciego. Cuando es identificado en la calle afirma no saber de qué hablan. «Soy un pobre ciego», afirma, para luego refugiarse en la casa de un sacerdote amigo suyo y favorable al golpe. Es aquí cuando llega el momento más hilarante de esta historia. Como es diputado, se dirige a Las Cortes, pero por el camino avanza lentamente, ayudado, por supuesto, por su bastón de invidente. Tras alcanzar las puertas ruega protección a los congregados, habla de asilo político, afirmando que el pueblo lo ha elegido democráticamente y es un cargo electo. Ya dentro del edificio, una vez los convence, pernocta en la Enfermería, donde se las ingenia para que le traigan puntualmente la comida de un bar cercano” (Pete ‘Black Thunder’, blog Agente Provocador) A la postre -o con los postres-, es expulsado del Congreso y encerrado en la Cárcel Modelo de Madrid. El 22 de agosto, después de que los ‘nacionales’ ya hubieran asesinado a cientos de miles de inocentes, unos exasperados milicianos fusilan en la cárcel a Albiñana. Señoras/es –es un decir- de Vox, ¿no les gusta recordar a todos sus mártires? En este caso les comprendo, un señorito extravagante y antisemita cuyos Legionarios no sirvieron ni para sacar a su Jefe del Congreso ni de la cárcel, es un fracasado. En este partido de triunfadores –y de obreros-, sea anatema.
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