Vicky Sánchez-Bravo: “Asesinos, asesinos, lo vais a matar, vais a matar a mi hermano”

Vicky Sánchez-Bravo: “Asesinos, asesinos, lo vais a matar, vais a matar a mi hermano”

Iñaki Alrui*                                                                                                                      10/09/25

El próximo 27 de septiembre se cumplen 50 años de los últimos fusilamientos de la dictadura franquista, un reguero de sangre ininterrumpido de un régimen que nació y murió matando

Al alba de aquel fatídico día de 1975 serian fusilados cinco luchadores contra la dictadura franquista, dos eran militantes de ETA:Hacia las 8:00 de la mañana Ángel Otaegi fue conducido hasta la huerta del centro penitenciario. Allí seria fusilado contra la tapia del penal de Burgos por un pelotón de la Policía Armada. A la misma hora, Jon Paredes Manot “Txiki”, en un claro del bosque que está junto al cementerio barcelonés de Cerdanyola del Vallés, con los brazos atados a un trípode, fue fusilado por un pelotón de seis voluntarios del Servicio de Información de la Guardia Civil”.

Los otros tres eran militantes del FRAP: “Su fusilamiento fue llevado a cabo por pelotones compuestos cada uno por 10 guardias civiles o policías, un sargento y un teniente, en el campo de tiro militar de Hoyo de Manzanares, Madrid. Los miembros de los pelotones se habían presentado voluntarios. A Ramón García Sanz y José Luis Sánchez-Bravo Solla, los fusilarían policías armadas, mientras que a Xosé Humberto Baena, lo fusilaría un pelotón de la Guardia Civil. El general de Brigada, José Antonio Sáenz de Santa María era jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil y fue el responsable de los preparativos y ejecución de los fusilamientos”.

Cincuenta años después de aquellos asesinatos hablamos con María Victoria Sánchez-Bravo Solla, Vicky, hermana de José Luis. Es tremendamente difícil resumir en pocas líneas el carácter y valor de esta mujer luchadora, que precisamente lleva cincuenta años en la lucha por la Verdad, la Justicia y la Reparación, no solamente por su hermano sino por todos los fusilados de aquel 27 de septiembre de 1975. Vicky es un ejemplo de dignidad, coherencia y lucha, además de haber sido testigo directo de la noche de capilla que compartió con los tres condenados del FRAP y también estuvo presente, desde un alto del campo de tiro de Hoyo de Manzanares, en los fusilamientos. Vicky es memoria histórica en primera persona, sus palabras son un acto de justicia y de esperanza para el futuro. Lo mejor leer la entrevista…

Intervención de Vicky durante el Homenaje a los fusilados el 27 de septiembre de 1975, 40 Aniversario, 2015

Iñaki Alrui: Se cumplen 50 años de los últimos fusilamientos de la dictadura, entonces tenías 22 años. ¿Cómo fue recibir una noticia así?

Vicky: Recibimos la noticia por medio de Fernando Salas, que era su abogado. Habían dado ya el enterado, hacía 10 minutos. Y nos dijo Fernando que los fusilarían al amanecer. Entramos en Carabanchel, la última noche que fue algo terrible, indescriptible, aunque la esperanza es lo último que se pierde. Pero con el enterado ya no había marcha atrás. Entrar a despedirte de tu hermano menor sabiendo de su inocencia es terrible. Es un sentimiento de impotencia elevado al cubo ante esa injusticia tan grande.

 

IA: ¿Pudiste seguir los Consejos de Guerra?

Vicky: Sí, estuvimos allí mi madre y yo junto con mis hermanos. Estuvimos desde el principio hasta el final. Si se puede llamar juicio, porque aquello fue totalmente una farsa, estaba todo premeditado.

Desde el principio ya estaban condenados a muerte, eso ya lo tenían preparado y más que preparado. Echaron a los abogados que llevaban, mi hermano llevaba a Paca Sauquillo y a Fernando Salas, y junto con los demás compañeros los echaron de allí, los mandaban callar, no les dejaban intervenir, una cosa tremenda, tremenda. Y entonces tomaron la palabra los abogados de oficio, sin haber preparado nada, porque ya la sentencia estaba dictada de antemano. Aquello no fue una defensa ni fue nada, estaban condenados desde el principio.

Cuando decía a un abogado “Con la venia”… “¡Cállese usted!” No les dejaron ni preguntar, no admitieron pruebas, no admitieron nada. Aquello no fue un juicio, fue una condena a muerte de antemano. De hecho, mi hermano fue uno de los que dijo que parecían títeres de circo allí, que sabían de antemano que los iban a matar. Al final los mandaron poner ante un crucifijo, así a todos de pie, después de echar a todos los abogados, porque los echaron absolutamente a todos de allí. Y tomaron la defensa los militares, si se puede llamar defensa. Al final, cuando dictaron la sentencia de pena de muerte, yo lo llamé y él se giró hacia atrás para decirme adiós, pero uno de los dos policías que llevaba al lado le dio un golpe en la cabeza para que mirara hacia el crucifijo que estaba delante.

Y entonces yo grité “Asesinos, asesinos, lo vais a matar, vais a matar a mi hermano”. Y justo en ese momento me cogió Billy el niño, y me llevó para afuera. Mi madre vino detrás de mí, para que no me llevaran también. Al final no me llevaron a la DGS de Madrid, me llevaron al hotel donde yo estaba hospedada junto con mi madre, porque los observadores internacionales que había allí, en el Consejo de Guerra, vinieron en coches siguiendo al coche de la policía que me llevaba detenida.

Querían matarlos, querían dar un escarmiento desde la propia debilidad del franquismo, que estaba dando sus últimos coletazos. Lo que querían era eso, hacerse los fuertes, demostrar que todavía tenían la sartén por el mango. Querían dar esa imagen, que eran fuertes, cuando dictadura franquista estaba dando sus últimos amagos de poder, porque ya Europa no estaba de acuerdo con la dictadura aquí en España.

IA: Un suceso así, es un golpe irrecuperable para el entorno familiar. ¿Cómo lo vivisteis?

Vicky: Lo vivimos con muchísima impotencia por no poder hacer nada por él, con muchísima tristeza, como se puede imaginar. Fuimos perseguidos toda la familia, también tuvimos el apoyo de observadores internacionales que mostraron su apoyo en todo momento ante las provocaciones recibidas al salir de la cárcel de despedir a mi hermano y a sus compañeros: insultos a mi madre, a mi hermano pequeño le pusieron una pistola en la cabeza por defender a mi madre de los insultos y vejaciones por parte de algún que otro funcionario de la prisión de Carabanchel.

Fueron momentos terribles, horrorosos, me cuesta muchísimo recordar, me cuesta muchísimo volver otra vez a hace 50 años que han pasado y volver a revivir el sufrimiento tan grande mío, el ver a mi madre con el sufrimiento que tenía. Mis dos hermanos eran más pequeños, mi hermana pequeña tenía 15 años, mi hermano Manuel Ángel tenía 17, y jamás se recuperaron. De hecho, ellos ya no están aquí, nada más que vivimos las dos hermanas mayores. Mi madre no quería seguir viviendo, realmente ella no hacía otra cosa que repetir que quería reunirse con su hijito, su hijito, su hijito. No hay palabras para explicar el sufrimiento tan grande que vivimos, sobre todo mi madre, porque para una madre es tremendo, y más sabiendo que era totalmente injusto que le mataran a su niño de 21 años porque tenía unas ideas diferentes. Eso era la dictadura franquista, por tener otra idea y otra forma de pensar; él defendía la justicia social, defendía a los más vulnerables, a los que no tenían para comer, a los que no llegaban a fin de mes.

Viki Sánchez-Bravo en el centro con dos hermanas de Salvador Puig Antich en el Congreso de Diputados durante un acto institucional de reconocimiento y reparación

IA: En estos 50 años no has parado de reivindicar la memoria de tu hermano y la de los otros cuatro fusilados, imagino que has llamado a muchas puertas y recurrido a muchas instancias…

Vicky: Sí, seguí. Entonces fue cuando se despertó en mí esa conciencia social que tenía mi hermano; como si me la hubiera transmitido a mí. Entonces necesité seguir luchando por lo que no le dejaron a él, asesinándolo, y empecé a luchar por una sociedad más justa y equitativa.

IA: El pasado año 2024 recibiste la declaración de reconocimiento y reparación por parte del gobierno, firmada por el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres Pérez. ¿Hasta qué punto repara una declaración institucional?

Vicky: He recibido después de 49 años la nulidad de su condena, pero ¿es suficiente? No, no creo que sea suficiente. Esto es, para mí, un paripé que han querido hacer con la Ley de Memoria Democrática. Sí, han dicho “este señor es inocente”, pero realmente eso no es suficiente porque la vida ya no se la van a devolver. Y está el sufrimiento de mi madre, que ya está muerta y no ha podido verlo, ni si quiera la restauración de su nombre y su apellido. Destruyeron a toda la familia, no le permitieron conocer a su única hija: su mujer estaba embarazada y su hija nació cinco meses después de su muerte. Es duro, un sufrimiento terrible para toda la familia.

¿Ha sido suficiente este reconocimiento después de tanto tiempo? No, no ha sido suficiente. Mamá, a pesar de saber que su hijo era inocente, lo fusilaron, y después se le mueren los dos más pequeños del mismo sufrimiento, sí, de sufrimiento. Nunca podrán pagar, porque los que lo han matado, los que han condenado a muerte a mi hermano, además recibieron condecoraciones. El mismo que lo torturó, Billy el niño, se murió en su cama, condecorado y con todos los honores, mientras que a mi hermano lo asesinaron como si fuera un delincuente, o sea que no, no es suficiente.

IA: Además, tú fuiste la pionera en esta solicitud de declaración. ¿Cómo lo hiciste?

Vicky: Primero, cuando salió la Ley de Memoria Histórica, mejor dicho, la Ley de Memoria Democrática, que es como se llama ahora, intenté conectar con gente para conseguir los emails de los ministros de diferentes partidos políticos. Le escribí a todos y a cada uno de ellos; unos me contestaron, otros no. Carmen Conde sí que me respondió y me animó a seguir en la lucha para recuperar la memoria de mi hermano. Me leí la ley varias veces y vi que había una serie de contradicciones, no se veía claro. Había artículos que no detallaban claramente y podían dar lugar a interpretaciones. La ley tiene que ser clara y concisa porque, si no, da lugar a interpretaciones. Me dio la sensación que querían tapar la boca a la gente que habíamos sufrido estas injusticias, pero que no pensaban hacer nada.

De hecho, cuando mandé toda la documentación a Madrid para recuperar la memoria de mi hermano y para que dictaran la sentencia de que era inocente, pasó algo que me llamó muchísimo la atención. Yo mandé toda la documentación a Madrid y, al tercer o cuarto día de enviarla, recibo una carta urgente diciéndome que tenía diez días para presentar el sumario del Consejo de Guerra. Y yo en ese momento pensé que si no tenía el sumario, ¿cómo iba a pedirla si me dan diez días nada más para presentarla? No me daba tiempo a solicitarla, que me la enviasen y enviarla de nuevo a Madrid. Y además, si no la enviaba, daban ya como finiquitado el asunto. Es decir, como si yo no hubiera hecho nada: darían por terminado el asunto. Entonces de pronto recordé que yo ya había pedido en otra ocasión el sumario, pero la tenía en un CD porque eran 600 folios. Una barbaridad. Me la había dado Carlos Fonseca, el escritor, el que escribió Las trece rosas, porque yo se la pedí, pero de eso hacía muchísimos años. Tuve que moverme, irme a Murcia para poder grabar el CD en un pendrive y enviarlo.

Y al final conseguí resolverlo todo en ese periodo de diez días que me dieron. La envíe a Madrid y conseguí que anularan el Consejo de Guerra de mi hermano.

IA: La noche del 26 de septiembre de 1975, tú estuviste en “capilla” con los tres condenados a muerte del FRAP, además de tu hermano José Luis, estuviste con Xosé Humberto Baena y Ramón García Sanz. ¿Quiénes más estaban presentes? ¿Cómo fue esa noche tan larga?

Vicky: Pues fue una noche muy larga, como dices. Primero estábamos mi madre, mis dos hermanos pequeños de 15 y 17 años. Una noche larga, cantando canciones en gallego. Al poquito vino Silvia Carretero, la mujer de mi hermano, y él se pasó toda la noche acariciándole la barriga porque estaba embarazada y iba a dar a luz a la niña que nació después. Y yo estuve más tiempo con Ramón. Estaban los tres en tres celdas contiguas, estaba primero Humberto, luego mi hermano en el medio y al final en otra celda estaba Ramón García Sanz. Entonces entre mis hermanos, mi madre y yo nos repartimos para estar con los tres, porque el padre y el hermano de Humberto solo llegaron a las seis y media o siete de la mañana, y además, en fin, no quiero recordar lo que dijo su hermano, oí que decía “Con esto vas a matar a tu madre”, del disgusto. Y aquello fue… Me impactó muchísimo, yo le contesté porque aquello fue muy fuerte, muy duro escuchar eso, cuando le quedaba muy poco tiempo de vida porque los iban a fusilar. Estuvimos esperando a que llegaran ellos de Vigo porque llegaron ya muy tarde, nosotros entramos en la tarde noche allí a despedirnos.
Y luego la familia de Ramón García Sanz no fue, no fue porque no tenía familia. Así que estuvo con nosotros, con la familia de José Luis, y de hecho me pidió que lo enterrasen con él, pero al no ser familia no me lo dejaron traer a Murcia para enterrarlo.

Entonces estuvimos todo el tiempo cantando canciones gallegas, en fin. Mi hermano me escribió una carta de despedida, pero me la quitaron cuando salí de allí, de capilla, de la cárcel de Carabanchel. No sé qué fue de esa carta…

IA: Al alba del 27 de septiembre salieron de la cárcel de Carabanchel hacia el campo de militar de tiro de Hoyo de Manzanares, donde serían fusilados los tres antifascistas. ¿Pudiste llegar al campo de tiro? ¿Qué recuerdos tienes?

Vicky: El recuerdo que más me viene a la mente es el sufrimiento de mi madre al salir de allí y despedirse de mi hermano. Y mi hermano me abrazó y no se separaba de mí, era como si nos tuvieran que separar porque no podía irme de allí, no podíamos decirnos adiós. Porque eso no era una cuestión de una enfermedad, era que lo iban a matar y él estaba sano, aunque muy magullado porque lo habían torturado; tenía un hematoma grande en el vientre de tanta tortura, estuvo orinando sangre 15 días porque fue tremendamente torturado.

Cuando salimos de allí, mi madre estaba como en una nube y gracias a los abogados que estaban allí en la puerta de la cárcel de Carabanchel, se llevaron a su despacho a mis dos hermanos pequeños y a mi madre, para cuidarla, para atenderla. De manera que mi madre y mis hermanos pequeños no vinieron, fui sola con Fernando Salas a Hoyo de Manzanares y bueno, yo iba destrozada, destrozada. Es un sentimiento… Cuando llega a un límite el sufrimiento humano, llega un momento que es como si no sintieras, como si se te anulara la mente, es como si no sintieras por ser tan grande el sufrimiento. Llegamos allí, se oían los disparos. Llegaron los tres coches celulares, uno para cada uno: mi hermano en un coche, Ramón en otro y Humberto en otro. Primero se oyeron unos primeros disparos del pelotón de ejecución que ejecutó a uno de ellos, después se oyó una segunda descarga, que creo que era la de mi hermano, y una tercera descarga que creo que era la de Ramón. No sé si fue Ramón primero o mi hermano, eso no importa.

Llegamos allí, Fernando Salas me acompañó en todo momento, él fue el que reconoció el cadáver, que metieron en una bolsa de plástico. La cara estaba destrozada, llevaba cinco o seis tiros en la cara. Entonces lo metieron en la caja y ya nos lo trajimos para Murcia, porque yo vivía entonces en Murcia y mi madre y mis hermanos pequeños estaban también conmigo en ese momento, y no teníamos la mente para irnos a Galicia, no podíamos. En Murcia por lo menos estaba el padre de mis hijos, que se encargó de preparar todo. Vino también la madre de Silvia Carretero en el taxi; llegamos a Murcia escoltados por coches de militares. Yo, como si mi hermano fuera a resucitar. Y llegamos al cementerio de Nuestro Padre Jesús y depositamos allí el cadáver, la caja de mi hermano.

IA: A los dos meses de los fusilamientos murió el dictador, la transición, la “democracia” ¿Esperabas que llegaría la Justicia o algún reconocimiento?

Vicky: Pues sí, la esperanza es lo último que se pierde, pero con el tiempo vi pasar los años y diferentes gobiernos, el Partido Popular, el Partido Socialista, y veía que todo sería igual. En cuanto a la transición, unos años después, creo que se llegó en el 78, tres años más tarde, y bueno, aquello pues seguimos igual porque como se suele decir, Franco lo dejó todo bien atado, bien atado.

IA: Después de 50 años, ¿qué sigue faltando para que se sepa la verdad de aquellos sucesos, para que haya reparación?

Vicky: Bueno, hay que tener en cuenta que hemos vivido todos estos años del franquismo en una mentira, porque en los colegios no se ha enseñado lo que realmente fue el franquismo, la dictadura franquista, ni tampoco se ha enseñado la transición, ni se ha enseñado nada. Ha sido toda una engañifa y no se ha podido hablar. Ha seguido igual, ha seguido todo igual.

No se podía hablar de política; sí, algo, pero no lo suficiente. No se ha hecho sustancialmente lo que se tenía que hacer. ¿Qué no se podía hacer? Porque a lo mejor los republicanos —porque aquí había una república popular elegida por el pueblo—, todos los hijos de los republicanos, todos los nietos, sabían que a los republicanos los han fusilado, los han matado, algunos están en las cunetas todavía, que no se sabe dónde están.

Entonces, esa gente que es la que podía hablar, ya no puede hablar. Y los que realmente están vivos, que podían hablar, les han tapado la boca por el miedo. El miedo les ha paralizado y no les han dejado contar la historia realmente como fue. Por eso no se ha contado la historia del franquismo tal y como realmente es. Han dejado escribir a los historiadores que eran afines al régimen. Por eso no se ha contado la historia como fue.

Foto: Argia

Entonces, pues no se ha podido cambiar nada. Ahora es cuando hay amagos de cambio, pequeñas cosas, muy pequeñas cosas, pero no les dejan. ¿Por qué? Porque están los mismos franquistas, son los que están en el poder. Estamos hablando del Poder Judicial, del Consejo General del Poder Judicial, que es corrupto total de arriba abajo. Estamos hablando de los partidos que van a llevárselo calentito. Estamos hablando de los medios de comunicación que hay, es una vergüenza, están subvencionados y con dinero público nuestro, de nuestros impuestos y de nuestro sacrificio.

Falta para la sanidad, falta para la educación, falta para todo lo necesario, pero en cambio se lo dan a esta gente que son los mismos perros, como decía mi madre, con distinto collar. Es muy difícil o casi imposible luchar contra las olas del mar. Yo me meto en el agua y viene una corriente, me arrastra y me lleva.

Pero esto es lo que tenemos. Y es muy difícil que la gente que está en el poder, la oligarquía, los que tienen el poder, lo suelten. Y son los mismos. Ahora mando yo, ahora me lleno los bolsillos yo, ahora mandas tú, otros cuatro años, lo llevas tú calentito. Y aquí seguimos, la esclavitud que es la clase trabajadora en la que estamos sacrificados, que ni tenemos, que vivimos como vivimos, trabajando para poder llenar la nevera, el que la pueda llenar, porque hay gente que no la puede llenar. Es muy triste, muy triste, me produce mucha tristeza que mi hermano haya dado la vida por esto.

Después de 50 años nos encontramos con que ha cambiado muy poco.

* Las cursivas de la introducción son extractos del libro “27 de septiembre 1975 / los últimos fusilamientos de la dictadura franquista”
– Foto de portada: Vicky junto a Luis Eduardo Aute durante el Homenaje a los fusilados el 27 de septiembre de 1975, 40 Aniversario, 2015.

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27-9-1975: Prohibido olvidar

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