Vera Zasúlich y Karl Marx por David Borísovich Riazánov

Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2023/04/07/vera-zasulich-y-karl-marx-por-david-borisovich-riazanov/               

El porvenir de la Comuna Rusa, Cuadernos de Pasado y Presente, n° 90, México. 1980, pp. 21-27

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INTRODUCCIÓN

En 1911, ocupado como estaba ordenando los papeles que tenía Lafargue de Marx, di con varias cartas en octavo escritas con aquella pequeña escritura suya, llenas de tachaduras, adiciones en gran parte nuevamente tachadas y yuxtaposiciones. Después del primer ordenamiento comprendí que se trataba de un borrador, mejor dicho de varios borradores para la respuesta a la carta de Vera Zasúlich, del 16 de febrero de 1881. Uno de los borradores llevaba la fecha de 8 de marzo de 1881, y era de suponer que ése era precisamente el que había servido de base para la respuesta definitiva.

Escribí entonces a Plejánov, pero a mi pregunta de si existía una respuesta de Marx a la carta de Zasúlich recibí una respuesta negativa. Con la misma pregunta me dirigí por interpósitas personas a la misma Zasúlich, pero el resultado no fue más favorable. No sé con precisión si me dirigí a Axelrod. Es probable que sí, y probable también que de éste recibiera la misma respuesta negativa.

A todo esto recordé durante mi estancia en Suiza, en 1883, un relato a ratos fantástico sobre una correspondencia entre el grupo Osvobozhdénie Trudá [Emancipación del trabajo] y Marx a propósito de las comunidades campesinas rusas. Circulaban incluso anécdotas totalmente inverosímiles acerca de un choque personal entre Plejánov, que negaba la propiedad comunal, y Marx, que la habría defendido.

En la nota necrológica sobre Marx publicada en 1889 en el Kalendar narodnoi voli [Calendario de la Voluntad del Pueblo], se recordaba:

“cuán gustoso se había decidido en el último año de su vida y por encargo del Comité de San Petersburgo [como dice Marx en una carta a Zasúlich], a escribir un folleto especialmente para Rusia sobre la posible evolución de nuestras comunidades campesinas, una cuestión de tan palpitante interés para los socialistas rusos.”1

Pero los borradores hablaban de una respuesta a la carta de Vera Zasúlich del 16 de febrero de 1881. En el Calendario se habla del “último año” de la vida de Marx. Las categóricas respuestas negativas de Plejánov y Zasúlich me hicieron suponer, erróneamente como después se vio, que la carta de Marx mencionada en el Calendario podría haberse debido a otra causa.

En el verano de 1923, estando en Berlín, supe por Boris Nikolaievski que en el archivo de Axelrod se había encontrado una carta de Marx.

La comparación de esta carta de Marx a Zasúlich con los borradores reveló que la redacción definitiva es la reproducción exacta de uno de los borradores, precisamente el que lleva la fecha de 8 de marzo de 1881. Sólo faltan citas de El Capital, la dirección y la firma. Hubiera podido editar mi borrador, pero prefería esperar a que fuera impresa la redacción última de la carta de Marx.

Así ha sucedido después. En el segundo tomo de los Materiales para la historia del movimiento revolucionario del archivo de Axelrod publicados en ruso, está impresa la carta de Marx en su texto original en francés (incluso en facsímil) con una introducción de Boris Nicolaievski. La traducción al alemán de la misma es la que aparece en el artículo de Nicolaievski, “Marx und das russische Problem”.2

La consecuencia es que para los editores actuales “han seguido siendo desconocidos los verdaderos motivos por los que esta carta de Marx, relacionada con una cuestión tan vivamente apasionante para uno de los círculos revolucionarios rusos, quedara totalmente olvidada”.3

La carta “fue tan totalmente olvidada que, por ejemplo, en la memoria de P. B. Axelrod, quien en el invierno de 1880-1881 [el periodo en que debió recibirse la respuesta de Marx] se hallaba en Rumania, no existía el más mínimo recuerdo de una carta recibida por V. I. Zasúlich, ni, sobre ésta, ninguna conversación ni ningún otro elemento por donde comenzar a rastrear.”4

Ya hemos visto que Plejánov y la misma destinataria, V. Zasúlich, habían olvidado no menos totalmente la carta. Es necesario reconocer que este olvido, precisamente teniendo en cuenta el especial interés que tal misiva debía haber provocado, tiene un carácter muy singular y probablemente ofrece a los psicólogos de profesión uno de los más interesantes ejemplos de las extraordinarias insuficiencias del mecanismo de nuestra memoria.

La carta de Zasúlich que publicamos infra ha de haber causado profunda impresión en Marx. Se caracteriza por una ingenuidad y sinceridad tan directas y tan falta de recursos teóricos, plantea toda la cuestión de las comunidades campesinas sobre una base ético-social, muestra en cada línea las preocupaciones que causaba a la autora y a sus camaradas –porque sin duda su contenido era conocido de Plejánov y Deutsch–5 la cuestión del destino de las comunidades campesinas, que Marx se apresuró a darle respuesta.

Como se deja ver en los borradores que publicamos, tuvo el propósito de responder ampliamente. La opinión de Nikolaievski de que su descontento con el grupo Cherny Perediel [Reparto negro] le había hecho abstenerse de una respuesta pública y extensa, es, pues, manifiestamente errónea. Su toma de posición respecto de los partidarios de Reparto negro tampoco hubiera influido en Marx aunque hubiera sabido que Zasúlich pertenecía a ese partido. Ni L. Hartmann ni N. Morosov, que informaron a Marx acerca de la escisión en Tierra y libertad, podían comunicar nada desfavorable acerca de Vera Zasúlich, Por eso me atengo a la suposición, que ya manifesté en mis conferencias sobre Marx y Engels, de que sólo su capacidad de trabajo, que se iba reduciendo, como puede observarse en los borradores, le impidió contestar tan ampliamente como había pensado al principio.6 También pudo haberlo retenido alguna consideración, que menciona en la carta, y que era ciertamente su promesa al Comité ejecutivo de la Voluntad del pueblo. Lo que menos resulta ser la presente carta es una evasiva o capitulación ante los partidarios del Reparto negro, especialmente en aquel tiempo en que se ubica la carta de Zasúlich, o sea en el periodo comprendido entre la aparición del primero y el segundo números de la revista Cherny Perediel. Marx declara categóricamente que la “comunidad campesina es la base del renacimiento social de Rusia”, pero que “ante todo es necesario hacer a un lado las nefastas influencias que la oprimen por doquier, para asegurar así las condiciones de su desarrollo natural”, es decir, acabar ante todo con el despotismo. En todo caso, la respuesta era más decidida que la dada en el prefacio a la edición rusa del Manifiesto Comunista, donde sólo se consideraba condición necesaria para transformar la comunidad campesina en punto de partida del desarrollo comunista la simultaneidad de la revolución rusa con la revolución de los trabajadores en Occidente.

Más razón tenía Bernstein cuando afirmaba7 que Marx y Engels “durante cierto tiempo con esa expresión disimularon su escepticismo”, para no decepcionar demasiado a los revolucionarios rusos que, como ellos sabían, “atribuían una gran importancia a la cuestión de la propiedad comunal”. En los borradores que aquí publicamos, este escepticismo se manifiesta con bastante claridad.

Vale la pena remitirnos a la respuesta que algunos años antes diera Engels a Tkachov, el cual, a pesar de todo su jacobinismo, no tenía menos esperanzas en la comunidad campesina que los narodovoltsi8 y los militantes del Reparto negro:

“Está claro que la propiedad comunal en Rusia se halla ya muy lejos de la época de su prosperidad y, por cuanto vemos, marcha hacia la descomposición. Sin embargo, no se puede negar la posibilidad de elevar esta forma social a otra superior, si se conserva hasta que las condiciones maduren para ello y si es capaz de desarrollarse de modo que los campesinos no laboren la tierra por separado, sino colectivamente. Entonces, este paso a una forma superior se realizaría sin que los campesinos rusos pasasen por la fase intermedia de propiedad burguesa sobre sus parcelas. Pero ello únicamente podría ocurrir si en la Europa occidental estallase, antes de que esta propiedad comunal se descompusiera por entero, una revolución proletaria victoriosa que ofreciese al campesino ruso las condiciones necesarias para este paso y, concretamente, los medios materiales que necesitaría para realizar en todo su sistema de agricultura la revolución necesariamente a ello vinculada. Por lo tanto, el señor Tkachov dice verdaderamente absurdos al asegurar que los campesinos rusos, aunque son “propietarios”, “están más cerca del socialismo” que los obreros de la Europa occidental, privados de toda propiedad. Todo lo contrario. Si algo puede todavía salvar la propiedad comunal rusa y permitir que tome una forma nueva viable, es precisamente la revolución proletaria en la Europa occidental.»9

La conclusión condicionada de Marx y Engels fue también aceptada por Plejánov en El socialismo y la lucha política y por Vera Zasúlich en el prefacio a la traducción rusa de La evolución del socialismo científico.

Todavía no habían pasado dos años desde que escribiera su carta a Marx cuando Vera Zasúlich llegó a la conclusión de que el proceso de descomposición de las comunidades campesinas se desenvolvía inconteniblemente.

Este proceso [escribe en el mencionado prefacio], que muestra la descomposición de la comunidad campesina, es observado cada año que pasa con mayor claridad por los investigadores de la vida campesina, y el kulak, que figura inevitablemente en todas las exposiciones de la vida campesina, hace de síntoma más seguro y de factor más fuerte indestructible. Socava todas las bases del ente social, cambia en favor suyo todo derecho y orden conquistado en la práctica de cientos de años del mir, que garantizan la recta conducta de los asuntos del mir, y saca ventajas de los mecanismos creados precisamente contra él, como los bancos agrarios, y aun las sacaría del engrosamiento de las partes de los campesinos, si en algún lugar lo hubiera. No hay otro modo de aniquilarlo que atacando en la raíz la posibilidad de que aparezca la propiedad desigual, y por consiguiente son inevitables la gradual extinción de la propiedad comunal, la acumulación del capital y la expansión de la gran industria. El porvenir cercano de Rusia pertenece al capitalismo, pero sólo el inmediato; difícilmente podría sobrevivir a la disolución final de las comunidades campesinas. Todo el desarrollo económico de Rusia está demasiado íntimamente ligado al desarrollo de Europa occidental y en él están ya contados los días del capitalismo. La revolución socialista en occidente pone fin también al capitalismo en el oriente, y entonces los restos de las instituciones de la propiedad comunal prestarán un gran servicio a Rusia.”10

Ya vimos que los primeros marxistas rusos habían extraído por sí mismos todas las conclusiones necesarias del juicio condicionado de Marx y Engels. Este modo de ver halló su repercusión en el primer programa del grupo Emancipación del trabajo y en el libro de Plejánov Nuestras discrepancias. Sólo con posterioridad significativa –y principalmente en los trabajos de Plejánov realizados después de 1890– se modificó notablemente la posición respecto de la comunidad campesina, y el comportamiento escéptico respecto de la posibilidad de la comunidad campesina rusa se transformó en negación radical.

No nos detendremos a analizar la idea de Marx. Independientemente de que sólo estamos frente a borradores, presentan un interés tan grande en la investigación del modo en que Marx y también Engels veían la evolución de la propiedad comunal que dejaremos su estudio para cuando se publiquen otros trabajos todavía inéditos de Marx y Engels sobre la propiedad inmueble germánica y la de las Indias orientales. Es innecesario señalar especialmente la importancia que tienen los borradores aquí impresos para hacernos conocer el modo de trabajar de Marx.

Teniendo precisamente en cuenta esta última circunstancia doy a continuación, pese a las muchas repeticiones, los cuatro borradores de Marx in extenso, incluso todo lo tachado, siempre que resultó descifrable y que presentaba diferencias –siquiera pequeñas– entre ellos y respecto del texto no tachado. Dos de los borradores, el primero y el segundo, son muy confusos. Algunas páginas presentan a primera vista la imagen de un caos inextricable. Las muchas tachaduras, en cuya maraña sólo pueden descubrirse con grandes dificultades acá y allá las palabras no tachadas, las líneas intercaladas, metidas unas en otras, las adiciones escritas por todas partes, las incorporaciones posteriores, las repeticiones con frecuencia literales en un mismo borrador, la total deformidad exterior de la traza hacían necesaria una redacción de este material bruto en este sentido; ordené las partes que por su contenido debían ir juntas, allí donde Marx no da ningún indicio de ordenamiento, y aparte de eso puse algunas en notas aclaratorias.

Aunque los borradores presentaban exteriormente una imagen tan enredada, la preparación de los textos –una vez realizado ya el desciframiento– no presentó dificultades particulares, ya que la fuerte armazón del edificio que quedó sin ejecutar aparece muy visible y es precisamente en el primer borrador –el más enredado en su aspecto exterior– donde el razonamiento ha sido llevado cabalmente hasta el final. Del planteamiento de la cuestión relativa al futuro de la comunidad rural rusa (I) al análisis de la irremediabilidad aparentemente histórica de su decadencia (II), el plan, después de la exposición de su medio histórico específico (III) y la descripción de su crisis, entonces muy intrincada (IV), conduce el razonamiento hasta la conclusión: necesidad de la revolución (V).

En el desciframiento del manuscrito de Marx me ayudó –todavía en 1913 en Viena– Nikolái Bujarin. Este trabajo fue terminado por E. Smirnov y E. Czóbel.

David B. Riazánov

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VERA ZASÚLICH A KARL MARX

16 de febrero de 1881
Ginebra
Rue de Lausanne núm. 49
L’imprimerie polonaise

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¡Honorable ciudadano! No ignora usted que su Capital goza de gran popularidad en Rusia. Pese a haber sido confiscada la edición, los pocos ejemplares que quedaron han sido leídos y releídos por el conjunto de las personas más o menos instruidas de nuestro país; y hay quien lo está estudiando seriamente. Pero lo que ignora usted probablemente es el papel que su Capital desempeña en nuestras discusiones acerca de la cuestión agraria en Rusia y de nuestra comuna rural. Sabe usted mejor que nadie cuán apremiante es esta cuestión en Rusia. Sabe lo que de ella pensaba Chernishevski. Nuestra literatura avanzada, como los Otiéchestviennie Zapiski [Anales de la patria] por ejemplo, sigue desarrollando sus ideas, pero ésta es cuestión de vida o muerte, según creo, principalmente para nuestro partido socialista. Sea como quiera, de usted depende en esta cuestión incluso el destino personal de nuestros socialistas revolucionarios. Una de dos: o bien esta comuna rural, libre de las exigencias desmesuradas del fisco, de los pagos a los señores de la administración arbitraria, es capaz de desarrollarse en la vía socialista, o sea de organizar poco a poco su producción y su distribución de los productos sobre las bases colectivistas, en cuyo caso el socialismo revolucionario debe sacrificar todas sus fuerzas a la manumisión de la comuna y a su desarrollo.

O si, por el contrario, la comuna está destinada a perecer no queda al socialista, como tal, sino ponerse a hacer cálculos, más o menos mal fundados, para averiguar dentro de cuántos decenios pasará la tierra del campesino ruso de las manos de éste a las de la burguesía y dentro de cuántos siglos, quizá, tendrá el capitalismo en Rusia un desarrollo semejante al de Europa occidental. Entonces deberán hacer su propaganda tan sólo entre los trabajadores de las ciudades, quienes continuamente se verán anegados en la masa de los campesinos que, a consecuencia de la disolución de la comuna, se encontrarán en la calle, en las grandes ciudades, buscando un salario.

En los últimos tiempos hemos solido oír que la comuna rural es una forma arcaica que la historia, el socialismo científico, en una palabra, todo cuanto hay de indiscutible, condenan a perecer. Las gentes que predican esto se llaman discípulos por excelencia de usted: “marxistas”. El más poderoso de sus argumentos suele ser: “Lo dice Marx.”

Pero, ¿cómo lo deducen ustedes de su Capital? No trata en él la cuestión agraria ni habla de Rusia”, se les objeta.

“Lo hubiera dicho si hablara de nuestro país”, replican sus discípulos, quizá con demasiada temeridad. Comprenderá entonces, ciudadano, hasta qué punto nos interesa su opinión al respecto y el gran servicio que nos prestaría exponiendo sus ideas acerca del posible destino de nuestra comunidad rural y de la teoría de la necesidad histórica para todos los países del mundo de pasar por todas las fases de la producción capitalista.

Me tomo la libertad de rogarle, ciudadano, en nombre de mis amigos, tenga a bien prestarnos este servicio.

Si el tiempo no le permite exponer sus ideas sobre estas cuestiones de modo más o menos amplio, tenga al menos la bondad de hacerlo en forma de una carta que me permita traducir y publicar en Rusia.

Reciba usted, ciudadano, mis respetuosos saludos

Vera Zasúlich

Mi dirección:
Imprimerie polonaise
Rue de Lausanne núm. 49
Ginebra

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NOTAS:

1 Véase Kalendar narodnoi voli, 1889, p. 180.

2 Die Gesellschaft, año I, núm. 4, julio de 1924, pp. 359-366).

3 Materiali po istorii rússkogo revolutsionnogo dvizhéniia, t. II, Iz arjiva P. B. Akselroda. Russkiy Revolutsionnyn Arjiv, Berlín, 1924, p. 11.

4 Loc. cit., pp. 11-12.

5 En la recopilación publicada por Lev Deutsch, Materiales para la historia del grupo Emancipación del trabajo (en ruso, en 1924) se reproduce una carta de Friedrich Engels a Zasúlich. Del prólogo de Deutsch a esa carta se desprende que también él había olvidado la carta de Zasúlich a Marx y la respuesta de éste. Menciona al mismo tiempo que “como a todos los revolucionarios rusos en aquel tiempo interesaba en sumo grado la cuestión del destino del capitalismo en Rusia, rogamos a Vera Ivánovna que en su carta a Marx se esforzara en buscar la solución a esta cuestión”. Pero confunde esta carta con aquella en que Zasúlich trataba de conseguir que Marx escribiera un prefacio a la traducción rusa del Manifiesto Comunista.

6 D. Riazánov, Marks i Engels, Moscú, Moskovskii Rabochii, 1923, p. 246. [En la edición en español de estas conferencias la referencia es la siguiente: “Del ardor y la atención con que Marx estudiaba la situación de Rusia, hablan no sólo los apuntes que hizo en sus cuadernos, sino también sus cartas a Nicolai-on, en las que se encuentran reflexiones en extremo interesantes acerca de este país. Un estudio serio de los elementos concernientes al estado de la agricultura le permitió establecer no sólo las causas principales de las malas cosechas sino también la ley de su periodicidad, ley verificada en Rusia desde entonces hasta nuestros días. Marx quería hacer en cierto modo el balance de esos trabajos en el tercer tomo de El Capital, en el que examina las formas de la propiedad territorial, pero, desgraciadamente, no tuvo tiempo. Cuando en 1881 Vera Zasúlich le dirigió una carta pidiendo para ella y sus camaradas su parecer sobre el porvenir de la comunidad rural rusa, Marx se dispuso al trabajo inmediatamente. Ignoramos si Zasúlich y Plejánov recibieron la respuesta. Suponemos que no. Hemos encontrado el borrador. Revela que su capacidad de trabajo se hallaba muy debilitada. Está cubierto de tachas y enmiendas, y probablemente lo abandonó sin terminarlo […]. Minado por la enfermedad, su organismo estaba completamente extenuado” (D. Riazánov, Marx y Engels. Conferencias del curso de marxismo en la Academia comunista de Moscú, Buenos Aires, Editorial Claridad, s.f., pp. 179-180). Las cartas de Nicolai-on, pseudónimo de Danielson, pueden verse en la edición de Siglo XXI: Marx-Engels, Cartas a Danielson, México, Siglo XXI, 1980.] [E].

7 En su artículo, “K. Marks i russkie revolutsionery” [K. Marx y los revolucionarios rusos] en la revista Minuvshie Gody [Años transcurridos], San Petersburgo, I, 1908, núm. 11, p. 17; traducido al alemán en Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, con el título de “Karl Marx und Michael Bakunin” (1910, 30/1-29).

8 Se refiere a los partidarios de la organización La Voluntad del Pueblo.

9 Friedrich Engels, Intemationales aus dem «Volksstaat» (1871-1875), Berlín 1894, pp. 57-58. [Véase F. Engels, Acerca de la cuestión social en Rusia, incluido en el presente volumen.]

10 Del prefacio de V. Zasúlich, a la traducción rusa de La evolución del socialismo de la utopía a la ciencia, Ginebra, 1884, p. v.

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