Las manifestaciones estuvieron enmarcadas por dos efemérides significativas; primero, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y en segundo plano, el cumplimiento del quinto aniversario de la imposición imperialista del bloqueo genocida a Venezuela mediante el Decreto Obama, promulgado el 9 de marzo de 2015. Los contingentes fueron ejemplo del sentir al interior de la nación latinoamericana; por su parte, las masas populares refrendaron su adhesión al bolivarismo y reiteraron que ningún bloqueo o ninguna otra amenaza imperialista podrá lograr el desmoronamiento del proceso histórico que se vive, la firmeza antiimperilista se escuchó tanto en los discursos como desde la voz de las trabajadoras y los trabajadores que fueron la vanguardia acompañados de la juventud; en el caso contrario, la movilización convocada por Juan Guaidó, mostró la debilidad de la oposición en número de asistentes como en ideas, las mismas practicas provocadoras de intento desestabilizador se vieron incluso mucho antes de la marcha a través de la convocatoria efectuada por la oposición, en donde manifestaba su voluntad de enfrentamiento y conflicto, pero la savia del pueblo y el deseo de seguir andando el sendero de la emancipación, impidieron el avance desestabilizador de la provocación pagada por Washington.

Es importante recordar que Guaidó perdió, desde principios de este año 2020, la presidencia del parlamento venezolano, siendo desplazado por otro sector de la oposición y señalado por actos de corrupción, desvió de fondos, vínculos con grupos delictivos, amistad y acción conjunta con paramilitares, además de su ya sabida sumisión al imperialismo estadounidense; en ese contexto, en los primeros meses, Guaidó realizó una gira desacreditada por países europeos y americanos buscando reavivar su figura como líder de la oposición, siendo recibido y expuesto como fiel sirviente por Donald Trump en los Estados Unidos, hecho que ha significado la continuación de la agresión e incremento de los deseos de injerencia, la búsqueda opositora de desestabilización no ha cuajado como desean, a pesar del apoyo de gobiernos ultraconservadores en la región como el de Jair Bolsonaro e Iván Duque. Recientemente Trump anunció en la India el comienzo de nuevos escenarios de guerra contra Venezuela, ha convocado a Duque y Bolsonaro para reuniones estratégicas donde el tema militar domina; es claro que la guerra imperialista se plantea agresiones más directas contra la dirigencia bolivariana y contra el pueblo venezolano. Por su parte, la unión cívica-militar reagrupa fuerza, hace ejercicios, organiza la resistencia y se prepara para continuar defendiendo la soberanía y la autodeterminación de Venezuela, país que, como Cuba, decidió autónomamente dejar atrás los años de sometimiento y emanciparse del domino imperialista.

Frente al bloqueo genocida, el gobierno venezolano ha dicho que, por las sanciones impuestas de manera unilateral, se han perdido 40.000 millones de dólares, a lo que el presidente Nicolás Maduro, ha respondido con una demanda en contra de Estados Unidos ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad que comete el imperio sobre el pueblo venezolano. El pueblo venezolano en su mayoría sigue firme con el proyecto bolivariano, reorganizando las bases sociales y los programas de mejora, reforzando la resistencia y reafirmando su deseo de ser libres y soberanos, independientes y socialistas en pleno siglo XXI, y sin importar la amenaza del águila hambrienta de sangre y poder. Venezuela es chavista y bolivariana por convicción ideología y deseo emancipador de humanidad.