Fue el propio Maduro, ya hablando de Venezuela, convertida “en laboratorio” de las políticas criminales del imperialismo y el fascismo, quien no dudó en calificar de “cómplices de nuestros enemigos” a quienes intentan “meter sus narices donde no les corresponde”, dando consejos que nadie les pidió, o que directamente echan a perder relaciones fraternales mantenidas desde hace años. Foto: EFE
Nunca más oportuno y necesario el “Congreso contra el Fascismo, el Neofascismo y otras experiencias similares”, realizado por estos días en Caracas, al que asistieron 1200 representantes de todo el mundo. Y esto es así, ya que no puede ocultarse más el bosque con un àrbol y constatar que tanto gobiernos como un sinfin de organizaciones de características fascistas o neonazis están emergiendo con total impunidad, generando, como indica la lógica fundacional de estos movimientos, actitudes racistas, xenófobas y expansionistas que culminan con ataques violentos e incluso muertes contra aquellos y aquellas que se oponen a estas actitudes criminales.
Esto es lo que ocurre en Venezuela, cuando cada vez que el gobierno revolucionario convoca a elecciones o pone en marcha medidas de avance para la población afectada por las diferentes crisis económicas. La burguesía y sus emergentes del lumpenaje paramilitar ponen manos a la obra y generan ataques de todo tipo como ocurrieran entre la noche del 28 al 31 de julio, que terminaron con el saldo de 27 chavistas asesinados.
De esto y de las consecuencias que podrían producirse si no se toman en serio tales hechos, se habló en el Congreso Antifascista, pero también de lo que viene ocurriendo con matices similares, en otros países del continente latinoamericano y Europa.
De allí la importancia que tienen en la actualidad, estos encuentros, donde se escuchan voces como las de la vicepresidenta bolivariana Delcy Rodríguez, quien señalara que el fascismo anida en los contenidos del capitalismo, y cuya dinámica permanente apunta a destruir cualquier atisbo de organización o movilización popular que les plante cara. Fue la misma Delcy que advirtió sobre la existencia de un “imperialismo tecnológico” que, por ejemplo, descargó 30 millones de ataques por minuto contra la estructura informática electoral en la tarde y noche del 28/7, buscando producir una hecatombe si no se hubieran podido dar a conocer -con muy poco retraso- los cómputos. Esta ofensiva golpista vino acompañada por el intento de atentar contra las fuentes de energía eléctrica tratando de lograr un apagón masivo en todo el país. Ambos hechos buscaban que la oposición saliera a la calle, y a través de la violencia instalaran un escenario desestabilizador de suma gravedad.
También, fue importante escuchar en este primer Congreso, la voz de Diosdado Cabello, alma mater junto al Comandante Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro, de un dúo de hierro imprescindible para mantener el ritmo ascendente de la Revolución. Diosdado puso sobre la superficie la idea de que este proceso es fuerte y lo seguirá siendo gracias a cuidar la memoria histórica, que rescata la idea de construcción desde abajo de lo que hoy es el poder popular comunero y de la fundamental alianza de pueblo-fuerzas armadas más milicias, dispuestas a defender ante cualquier ataque todo lo conquistado con la lucha. “No volverán”, insistió Diosdado, no como una mera consigna sino como la constatación de que hay suficiente coraje y conciencia revolucionaria para evitar la peor de las posibilidades, como pudiera ser una invasión militar imperialista. Si esto ocurriera, el pueblo armado se encargaría, sin dudas, de hacerle la vida imposible a los invasores, como hoy ocurre en Palestina, para cuyo pueblo, Diosdado envió un mensaje de total solidaridad.
El Congreso además estuvo poblado por diferentes conversatorios que tuvieron al fascismo, al imperialismo, al colonialismo y al sionismo como elementos de debate, útil para plasmar ideas que permitan posibilitar la autodefensa ante dichos flagelos. En ese sentido, tanto Palestina como lo que hoy ocurre con el fascismo-sionismo-ultraliberalismo en Argentina, fueron moneda corriente en las charlas del Congreso. En el primero de los casos, exhortando a las y los delegados de los 95 países presentes, a reforzar las acciones solidarias en apoyo de la Resistencia palestina y en repudio al sionismo, ampliando el apoyo al boicot a los estamentos políticos, culturales y militares israelíes. En el caso de Argentina, se denunciaron las políticas de hambre del gobierno, la represión en ascenso, poniendo como ejemplo los ataques de suma violencia contra jubilados y jubiladas, y también la destrucción de cualquier organismo o institución que pudiera significar beneficios para el pueblo.
Del fenómeno de crueldad que se ha instalado en Argentina, también habló en el cierre del Congreso, el presidente Nicolás Maduro, señalando que Milei aplica toda la perversidad del fascismo contra la población, pero que más temprano que tarde el pueblo argentino le dará su merecido.
Fue el propio Maduro, ya hablando de Venezuela, convertida “en laboratorio” de las políticas criminales del imperialismo y el fascismo, quien no dudó en calificar de “cómplices de nuestros enemigos” a quienes intentan “meter sus narices donde no les corresponde”, dando consejos que nadie les pidió, o que directamente echan a perder relaciones fraternales mantenidas desde hace años. Sin nombrarlos específicamente hubo dardos contra la actitud lastimosa de Lula, Cristina Kirchner o el colombiano Gustavo Petro, aunque para este, Maduro reiteró su repudio a cualquier intento de golpe que quisiera derrocarlo.
“No hay país en el mundo que muestra sus actas electorales, sino que da a conocer los resultados de la votación. Solo si un partido decidiera impugnar una votación, entonces sí se da intervención a la Justicia Electoral”, dijo Maduro, poniendo punto final a una sucia acusación de tanto enemigo reaccionario que tiene la Revolución Bolivariana.
Hubo muchos momentos emotivos en un Congreso que fue invisibilizado por los medios hegemónicos o tergiversado por los alcahuetes del imperio que abrevan en el desprecio a los más pobres. El más significativo fue el homenaje a las víctimas de la violencia fascista que le costara la vida 27 chavistas, y no miembros de la oposición como mintieran los voceros del terrorismo mediático. En un momento del discurso de Maduro este hizo subir al escenario a la familia, incluidos los pequeños hijos, de una de las lideresas asesinadas por la oposición. Todos ellos y ellas se confundieron en un prolongado abrazo con el presidente, mientras la multitud coreaba, con rabia, el “No volverán”.
En síntesis, Venezuela no está sola en estas circunstancias difíciles que se plantean por el ataque permanente de Estados Unidos, la Unión Europea y sus amanuenses latinoamericanos. Y no lo está porque en cada país hay cientos de miles o millones de personas que siguen admirando a esta Revolución, así como ocurre con Cuba, y están dispuestos a defenderla. Parten para ello, del hecho de que frente a la comprobación “in situ” de lo que son las democracias liberales, burguesas, represivas y destructoras de los países, el ejemplo de la Patria de Bolívar y Chávez, desafiando todas las dificultades, es el de un país que hoy por hoy recupera su economía, defiende su soberanía, educa y cuida la salud de su pueblo, y en un esfuerzo monumental ha pasado de no tener prácticamente alimentos debido al bloqueo y también a ciertas ineficiencias propias, a lograr actualmente producir más del 85 por ciento de los mismos. Eso se logra con amor por una causa, la del socialismo, con voluntad política y también con el coraje suficiente para enfrentar a los enemigos en todas las instancias que se planteen.
Venezuela es, junto con Cuba y Nicaragua, un país que nos debe enorgullecer a los latinoamericanos y caribeños, y que nos compromete a que este Congreso Anfifascista, ya concluido, tenga asegurada la continuidad para poder, en la conformación de una Internacional, anunciada por Diosdado y Maduro, sumar conciencia ofensiva en los pueblos que ya sufren este flagelo, y consolidar la autodefensa en aquellos que hoy se ven amenazados por planteos recolonizadores o decididamente neofascistas. En estos últimos, ser de izquierda consecuentemente antiimperialista, pasa por múltiples factores, y uno de ellos es defender a Venezuela contra viento y marea.
Para que nadie diga después que “no se puede”, solo basta recordar que Venezuela existe y es revolucionaria desde hace 25 años, por decisión de la lucha popular bajo la dirección del gobierno bolivariano que cumple con el legado del Comandante Hugo Chávez.
Si en la calle, en el trabajo, en los colegios y en la Universidad, alguien insiste en que “en Venezuela hay una dictadura” o que “allí el pueblo pasa hambre”, no hay que dudar en la réplica, sabiendo que el contrincante, si no es un provocador es una persona alienada por la desinformación, y hay que tratar de convencerlo con las verdades de Venezuela. La batalla será dura, pero vale la pena librarla, si realmente se abraza esa causa enorme que es el internacionalismo.