La actual coyuntura de la revolución bolivariana bien puede analizarse desde el recurso de las metáforas tal como lo sugiere el brasilero Octavio Ianni en sus textos sobre la globalización (https://www.ses.unam.mx/docencia/2006II/lectura1_ianni.pdf ). Ianni dice que la metáfora es un recurso sociológico hermenéutico que permite capturar de manera más incisiva diversos fenómenos sociales.
Actas, golpe cibernético, guerra hibrida, guerra mediática, comanditos, imperialismo, soberanía nacional, poder popular, CNE, blackout (apagon), litigio electoral, son metáforas que se han instalado en la reflexión y análisis de la presente situación política venezolana a raíz del contundente triunfo del presidente Nicolás Maduro en los comicios del pasado 28 de julio, en que la ultraderecha y el imperialismo gringo fueron nuevamente derrotados por el poder popular bolivariano, tal como ha ocurrido en los últimos 25 años de liderazgo del chavismo del socialismo del Siglo XXI.
Comanditos es un signo instalado en el espacio público por la señora Maria Corina Machado, por su candidato Edmundo Gonzales y por toda la maqueta política de la ultraderecha de la denominada Plataforma de la Oposición reaccionaria como un dispositivo de organización estratégica con ingredientes político militares enfocados en el control social territorial de la población (urbana y rural), misma que se ha enrutado en el programa golpista y de destrucción del estado popular venezolano.
En su presentación maquillada los “comanditos por Venezuela” son supuestamente organizaciones creados por los ciudadanos (10 en total por cada comandito) que apoyaron la candidatura presidencial del ex diplomático Edmundo González Urrutia. Con ellos, se pretendió la participación ciudadana y la defensa del voto en las elecciones presidenciales que en realidad fue un proceso de fraude camuflado con retoricas falsas. La idea planteada era organizar 65 mil mil de esos grupos distribuidos por todo el territorio y lo sectores a la manera de una retícula contrarrevolucionaria que ha involucrado 688 mil personas vinculados a las viejas y tradicionales maquinarias del partidismo oligárquico venezolano.
Además de Maria Corina Machado y su rosca de compinches, de esa organización se encargó a Carlos Fernández, coordinador juvenil nacional de Vente Venezuela, y a la abogada Fabiana Garantón, de reconocida militancia fascista.
Estos comanditos fueron claves en la grotesca manipulación de las Actas por parte de Machado y Edmundo, que ahora están siendo utilizadas para desconocer el triunfo nítido y transparente del Presidente Maduro a través de una página web financiada por USAID y la ultraderecha global de expresidentes neoliberales de distintos estados involucrados en la penúltima versión del golpe anti bolivariano.
Pero además de ese papel político electoral de los Comanditos, en los días posteriores a las votaciones, esta máquina mostró su verdadero rostro violento y terrorista en los hechos de sangre que se han presentado en las dos últimas semanas para imponer las pretensiones de la sanguinaria oposición caraqueña.
En ese sentido, no hay que olvidar que una de las constantes en las facciones de la ultraderecha venezolana a lo largo de toda la revolución bolivariana ha sido el uso de la violencia política tal como lo vimos con las guarimbas, las guayas y los atentados terroristas a escuelas, hospitales, comercios, entidades públicas y establecimientos de seguridad en el 2017.
Así, en ese ambiente de ataques mediáticos y de guerra hibrida se dieron las condiciones para que a lo largo del día lunes 29 se desarrollaran situaciones de violencia cuya manera de operar mostraba una clara coordinación y programación. Hoy sabemos de qué cientos de individuos en toda Venezuela intervinieron en las marchas y acciones violentas. Más o menos 1020 sujetos terroristas fueron capturados por estos hechos de ataque a la población civil y como ocurre con este tipo de sujeto lumpenizado, que no tiene valores morales ni propósitos políticos altruistas, ya están contando quien los organizó y los financio. Por información de la policía bolivariana y de la Fiscalía ya se sabe que el 85% de esta turba cuenta con antecedentes criminales, una gran porción ha retornado hace poco desde el exterior donde recibieron entrenamiento militar, en los campos del paramilitarismo colombiano ubicados en los Llanos y en Norte de Santander. También, ya se conoce que el 93%, se encontraba en situación de drogadicción y llevaban armas de manera ilegal. Contaron, además, que recibieron 140 dólares por día para generar caos.
Aunque los tales Comanditos de Machado y Edmundo no lograron su objetivo gracias a la respuesta oportuna de la Guardia, de las milicias populares, de la Policía y del Psuv, es importante mirar esta nueva variante de la acción violenta de la ultraderecha venezolana.
Es evidente que el esquema de los Comanditos presenta muchas similitudes con lo que es la organización de los grupos paramilitares colombianos, de nuevo en pleno auge en distintas regiones de Colombia con grupos como los Urabeños, los Rastrojos, los Pachencas, los Flacos, los Puntilleros, los de los hijos de Ramón Isaza en el Magdalena Medio, la Oficina de Envigado, la Inmaculada, la Cordillera, el Bloque de San Andresito y los Comuneros de la Araña en Nariño.
Dada la abierta arremetida de la ultraderecha colombiana en cabeza de Álvaro Uribe, Ivan Duque, Pastrana, Cabal, Miguel Uribe, Paloma, Cesar Gaviria, Pacho Santos, su primo Juan Manuel y el Centro Democrático contra el gobierno bolivariano de Venezuela y contra el presidente Maduro, su aporte consiste –y ha consistido- en transferir toda la experiencia y tecnología en la organización de la violencia paramilitar a sus correligionarios de Caracas.
La casta oligárquica colombiana tiene un amplio y consistente recorrido en el uso de la violencia paramilitar contra el pueblo colombiano. Con esos grupos paramilitares asesinaron más de 500 mil campesinos y líderes sociales en las ultimas décadas; han desplazado más de 10 millones de personas humildes; se robaron más de 10 millones de tierras fértiles a los campesinos; ejecutaron casi 10 mil falsos positivos entre militares y paramilitares desde el primer gobierno de Uribe Vélez; y eligieron como presidente a Ivan Duque con la “Ñeñepoliticia”.
Hoy, hay un neoparamilitarismo en auge en Colombia como una fuerza asesina instrumentalizada por la ultraderecha fascista.
Los Comanditos de Machado tienen todos los ingredientes de este paramilitarismo colombiano que puede convertirse en un factor crucial del golpismo contrarrevolucionario contra el estado popular venezolano.
Ya mostraron el cobre violento en los últimos días y sería ingenuo subestimarlos. Hay que actuar contra ellos con todo el peso de la ley y la potencia de la movilización social y popular.
El paramilitarismo colombiano cada día se derramará más hacia el territorio venezolano como el recurso priorizado por el Comando sur y la casta reaccionaria venezolana para liquidar el proceso revolucionario que lidera en la actualidad el presidente Nicolás Maduro.
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