Capi Vidal 03/07/25
Algunas reflexiones sobre las propuestas anarquistas en el siglo XXI, tratando de huir de tópicos y distorsiones, y recordando la visión libertaria sobre una autogestión social en la que, como no podría ser de otra manera, la solidaridad es un valor innegociable.
Nunca esta de más, visto lo visto, aclarar muchísimas cosas acerca del anarquismo, por supuesto sin que mis palabras se tomen de modo definitivo (simples reflexiones basadas en un conocimiento, por supuesto limitado, pero siempre realizadas ante un horizonte libertario). Hay que aceptar que, si somos estrictos con la etimología de la palabra anarquismo («ausencia de principio»), el tema parece invitar de entrada a la polémica. Como es lógico, el anarquismo no niega en ningún caso el poder, sino la concentración del mismo; ni siquiera puede decirse que se esté en contra del poder político, sino del Estado, es decir, de aquella concentración de poder que supone una división tajante entre el que manda y el que obedece. Lo mismo ocurre con la idea de autoridad, que no es negada por el anarquismo, ya que reconoce una autoridad natural basada en el saber y en la capacidad de los individuos.
Capi Vidal