Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL
En la política internacional nada ocurre por casualidad, y mucho menos cuando se trata de Estados Unidos, Israel y las tensiones globales que ambos generan. La reciente insistencia de Donald Trump en colocar a Venezuela en el centro del debate continental no puede interpretarse aislada de un hecho mayor: el creciente rechazo mundial a los crímenes del régimen sionista en Palestina.
Hoy, incluso dentro de la propia sociedad estadounidense, surgen voces que reconocen la brutalidad de la ocupación y el colapso moral que implica apoyar a Israel sin condiciones. Y justo cuando las masacres de Jenin, Gaza y Cisjordania ocupada se hacen imposibles de encubrir, reaparecen las amenazas, los discursos incendiarios y los viejos guiones sobre “dictaduras latinoamericanas”. La estrategia de distracción es evidente.
Trump —como buena parte del establishment estadounidense— sabe que la narrativa israelí perdió credibilidad, que el mundo ve en tiempo real los crímenes del ocupante y que el andamiaje propagandístico del sionismo se derrumba. En ese contexto, apuntar los reflectores hacia Venezuela no es más que un intento desesperado por bajar la presión política y mediática sobre Israel.
UPAL reafirma su rechazo absoluto a la injerencia norteamericana en los asuntos internos de Venezuela. La historia demuestra que Washington nunca ha vacilado en desestabilizar a otros países cuando se trata de proteger sus intereses. ¿Se trata realmente de una preocupación por la “democracia”? ¿O es otra maniobra para acercarse a los vastos recursos naturales de Venezuela, como lo ha hecho a lo largo de su historia en América Latina, Medio Oriente y otras regiones del mundo?
Esta maniobra beneficia además a otros actores: al régimen sionista, que busca aliados para limpiar su imagen; y a una Autoridad Nacional Palestina completamente inoperante, incapaz de proteger a su pueblo, eficaz únicamente para coordinar seguridad con el ocupante mientras niega un pasaporte a todo aquel que no baile al ritmo de sus intereses. ¿Puede llamarse autoridad una entidad que no defiende a quienes dice representar?
Estados Unidos podrá intentar desviar la atención, pero Palestina sigue en el centro de la historia. Ninguna jugada geopolítica puede ocultar la verdad: Israel es un proyecto colonial sostenido por la violencia, y la liberación palestina es un derecho legítimo e irrenunciable.
UPAL insiste: ningún distractor —sea Venezuela u otro país— borrará la responsabilidad del sionismo ni la de sus cómplices. Hoy más que nunca, la diáspora palestina y los pueblos del mundo deben mantener la mirada firme donde realmente importa: en la lucha de un pueblo por su tierra, su dignidad y su futuro.
Un solo Estado laico, democrático e inclusivo es la única solución justa.
Unión Palestina de América Latina (UPAL)
1 de diciembre de 2025