Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL

El gobierno de Turquía ha hecho lo que ningún régimen árabe se ha atrevido a hacer: emitir órdenes de captura contra el criminal de guerra Benjamín Netanyahu y otros 37 responsables directos del genocidio en Gaza.
Mientras el mundo árabe oficial sigue sumido en el silencio, la sumisión y la vergonzosa complicidad, Ankara ha dado una señal de dignidad y justicia.

La decisión turca no solo tiene un valor jurídico, sino también moral e histórico. Marca un precedente en un tiempo en que los tribunales internacionales se muestran impotentes —o cooptados— por las potencias que protegen a Israel.
Turquía, más allá de sus intereses políticos, ha colocado una bandera simbólica: la de la justicia universal frente al crimen más atroz del siglo XXI.
Los pueblos árabes, desde Rabat hasta Bagdad, desde El Cairo hasta Saná, observan con indignación cómo sus gobiernos callan mientras los niños de Gaza son masacrados. Ninguno de esos gobiernos —arrodillados ante Washington o Tel Aviv— ha tenido el valor de dar un paso semejante.
El acto de Turquía es un llamado a la conciencia del mundo musulmán y de todos los pueblos libres: que no basta con discursos ni con condolencias; que la justicia debe perseguir a los genocidas dondequiera que estén; y que Palestina no está sola mientras existan naciones y pueblos que se atrevan a desafiar la impunidad sionista.
Unión Palestina de América Latina (UPAL)
Por la dignidad, la verdad y la justicia.
10 de noviembre de 2025