UPAL. Sin la traición de Occidente y los árabes… el proyecto sionista no puede sobrevivir en Palestina.

 

Editorial de la Unión Palestina de América LatinaUPAL

Ya no es secreto que el proyecto sionista no habría durado ni un solo día en Palestina de no ser por el apoyo occidental ilimitado y la traición, abierta y encubierta, de ciertos regímenes árabes que optaron por aliarse con la ocupación en lugar de apoyar a su pueblo y la causa fundamental de la nación. Desde su fundación, esta entidad careció de legitimidad histórica, religiosa y moral; su fuerza nunca fue propia, sino la que le fue suministrada desde el extranjero.

Desde 1948 hasta la actualidad, la supervivencia de Israel se sustenta en tres pilares: el armamento estadounidense, el respaldo diplomático europeo y la presión política y económica ejercida por las potencias occidentales para protegerla de cualquier responsabilidad o sanción. El mito de la «superioridad israelí» no es más que una construcción mediática y política ideada en Washington, Londres, Berlín y París para justificar su rescate ante cualquier crisis.

Y cuando ese escudo externo falla, aunque sea parcialmente, la entidad se revela tal como es: frágil, desconcertada e incapaz de resistir a un pueblo resuelto cuya voluntad permanece inquebrantable. Cada crisis que experimentan las capitales occidentales —ya sea electoral, económica o política— impacta de inmediato su capacidad para continuar su agresión, puesto que su supervivencia está intrínsecamente ligada a fuentes de financiación, armamento y protección de las que carece.

Por su parte, los regímenes árabes que optaron por la traición pasaron del silencio a la participación directa o indirecta en el apoyo a la ocupación. La normalización nunca fue una decisión popular, sino una imposición política cuyo objetivo es congraciarse con Washington y proteger a los regímenes, no defender Palestina ni servir a los intereses de la nación. Estos gobiernos se han vuelto contra su propio pueblo, que sigue considerando a Palestina su causa principal, y contra la conciencia colectiva de la nación, que jamás ha aceptado abandonar Jerusalén, a los refugiados ni el derecho al retorno.

Hoy, con el avance de la resistencia en Gaza, Cisjordania y Palestina, y con el creciente aislamiento internacional de la entidad, surge una pregunta fundamental: ¿qué queda de este proyecto si Occidente deja de suministrarle armas y protección? Y una pregunta aún más profunda: ¿podría resistir siquiera un instante si los pueblos árabes alzaran la voz por encima del silencio de sus gobernantes?

La verdad es clara, y Tel Aviv, Washington y los países que normalizan sus relaciones lo saben: el proyecto sionista, sin el apoyo occidental y sin la traición árabe, carece de cualquier elemento que garantice su supervivencia. Es un proyecto colonial transitorio, que sobrevive con ayuda externa, y su destino está ligado al de las potencias que lo crearon y lo sostienen. Cuanto más débiles se vuelvan esas potencias, más cerca estará su caída.

Pero lo que algunos ignoran, o pretenden ignorar, es que solo hay una fuerza que ningún poder en el mundo puede doblegar: la fuerza del pueblo palestino. Un pueblo que no ha abandonado su tierra a pesar de las masacres, los asedios, los asesinatos, el desplazamiento y el hambre. Un pueblo que resistió en los campos de refugiados como resistió bajo la ocupación, transformando su dolor en una memoria de lucha que trasciende generaciones.

En este sentido, el fin del proyecto sionista no es una cuestión de “si”, sino de “cuándo”. Un proyecto que depende de fuerzas externas no puede consolidarse ante un pueblo que no ha sido derrotado, y ante una nación que, a pesar de todo lo que ha sufrido, sigue considerando a Palestina parte de su identidad y su dignidad.

Palestina se endurece mientras su gente se endurezca.
Esta ocupación está destinada a desaparecer, por muy largo que sea el camino.
Y la historia, que ha derribado todos los proyectos coloniales, también derribará el proyecto sionista.

Unión Palestina de América Latina (UPAL)
19 de noviembre de 2025

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