Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL
Las revelaciones recientes sobre las atrocidades cometidas en las cárceles israelíes contra los prisioneros palestinos han sacudido nuevamente la conciencia humana. No se trata únicamente de las ya conocidas prácticas de tortura, asesinatos, mutilaciones o desapariciones forzadas. Hoy salen a la luz detalles aún más perturbadores: el uso de perros entrenados para participar en agresiones sexuales contra prisioneros palestinos, una práctica que supera los límites de lo imaginable y que confirma, una vez más, que estamos frente a un sistema que ha roto por completo con la humanidad.
Israel no solo perpetra un genocidio en Gaza y Cisjordania; también ha convertido sus prisiones en laboratorios de brutalidad. Sin embargo, en esta denuncia necesaria debe quedar claro algo esencial: el perro no es el criminal. El perro es una víctima más de quienes lo utilizan como instrumento de tortura. El verdadero crimen procede del soldado, del carcelero, de la estructura militar y política que utiliza a un animal —un ser incapaz de decidir— para cometer actos que ni siquiera pueden describirse como “inhumanos”, porque quien los ejecuta ha abandonado cualquier rasgo de humanidad.
Incluso ese perro que muerde, ataca o es forzado a agredir, es —en el fondo— otra víctima de una maquinaria ocupante que degrada todo lo que toca.
La perversión de usar animales para violentar sexualmente a seres humanos no solo constituye crimen de guerra, crimen contra la humanidad y violación flagrante de toda norma moral y jurídica internacional, sino que demuestra un nivel de crueldad que exige una condena planetaria.
Por ello, desde la Unión Palestina de América Latina (UPAL), hacemos un llamado urgente a:
• Las organizaciones de protección animal,
• Asociaciones defensoras de los derechos de los animales,
• Activistas, veterinarios, rescatistas y defensores de los perros en el mundo, para que denuncien y condenen la manipulación criminal de los perros por parte del ejército israelí. No puede permitirse que estos animales sean convertidos en herramientas de tortura ni que la imagen del perro —símbolo de lealtad y nobleza— quede manchada por crímenes que solo corresponden a quienes los entrenan para ello.
Salvar a los perros es, en este caso, también salvar nuestra propia humanidad.
Salvar a los perros es reafirmar que la dignidad humana y la dignidad animal van de la mano.
Salvar a los perros es desenmascarar, una vez más, la profundidad de la barbarie del sistema de ocupación.
UPAL reitera su compromiso firme e inquebrantable con los derechos humanos, la justicia y la defensa de todas las víctimas: los prisioneros palestinos que sufren estas atrocidades, pero también los animales convertidos a la fuerza en extensiones de la crueldad militar.
Unión Palestina de América Latina (UPAL)
27 de noviembre de 2025