Editorial de la Unión Palestina de América Latina
El llamado Acuerdo de Oslo, presentado en su momento como un “camino hacia la paz”, se ha revelado con el paso del tiempo como una trampa cuidadosamente diseñada para desarticular la unidad palestina, tanto en el interior como en la diáspora.
Lejos de consolidar un frente común por la liberación, Oslo sembró la división: entre Gaza y Cisjordania, entre refugiados y residentes, entre la resistencia y quienes creyeron en una “autoridad” sin soberanía real. En la diáspora, esa fractura ha sido profunda. Las comunidades palestinas, que durante décadas mantuvieron viva la causa desde el exilio, han visto cómo la esperanza colectiva fue reemplazada por desencuentros, silencios y una peligrosa despolitización.
Oslo no solo ocupó la tierra: ocupó también la conciencia. Transformó la lucha por la liberación nacional en un falso proceso burocrático, administrado por quienes creyeron que la libertad podía negociarse con el ocupante.
Hoy, más que nunca, la unidad del pueblo palestino —dentro y fuera de la patria— debe reconstruirse desde la memoria, la dignidad y la resistencia. Y ese camino pasa necesariamente por la recuperación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la única representación legítima del pueblo palestino en todas sus dimensiones. Recuperar la OLP significa rescatar la voz de los refugiados, restablecer el vínculo con la diáspora y devolverle a la causa su carácter de movimiento nacional de liberación, no de administración subordinada.
La diáspora no puede seguir siendo víctima de un acuerdo que la borró del mapa político. Solo el regreso a los principios originales de la causa palestina —la liberación, la justicia, el derecho al retorno y la restauración de la OLP como instrumento de unidad y lucha— puede sanar las heridas que Oslo dejó abiertas.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
20 de octubre de 2025