Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL
Los funcionarios del régimen sionista han entrado en pánico abierto. Su nerviosismo es imposible de disimular.
La razón es simple y devastadora: los propios rehenes israelíes, aquellos que realmente convivieron con la resistencia palestina, están describiendo un trato humano, digno y completamente opuesto a la maquinaria de odio que Tel Aviv alimentó durante décadas.
Una verdad que jamás imaginaron tener que enfrentar
Mientras el aparato propagandístico repetía sin pausa escenas de terror y monstruosidad, los testimonios reales hablan de otra cosa: comida compartida, atención médica, protección frente a bombardeos, gestos de compasión en medio del fuego.
Es decir, humanidad. La misma humanidad que el régimen intenta negar al pueblo palestino desde su fundación.
Y como no pueden destruir esos testimonios, recurren a lo ridículo: ahora aseguran que sus propios ciudadanos regresan “lavados del cerebro”.
Una acusación desesperada, absurda, casi patética.
La grieta que no pueden ocultar
Mientras los rehenes describen humanidad, los palestinos liberados de las cárceles israelíes describen horror puro:
cuerpos mutilados; hombres y mujeres devueltos en huesos; niños golpeados; torturas sistemáticas; abusos sexuales; personas regresadas convertidas en sombras… o en cadáveres.
No son rumores. No son opiniones.
Son hechos documentados, imágenes verificadas, informes de organizaciones internacionales, incluso en medio del férreo intento israelí de esconder la evidencia.
Es este contraste brutal el que desata la histeria en Tel Aviv.
Cuando se quiebra el mito fundacional
La crisis no es únicamente política; es una crisis identitaria, casi religiosa.
Durante generaciones, la sociedad sionista fue entrenada para creer que el palestino era el “infrahombre”, el enemigo absoluto, la excusa eterna para justificar colonización, limpieza étnica y guerra sin límites.
Pero cuando los símbolos más sagrados —los rehenes— regresan contando una historia que destruye ese mito, toda la arquitectura del odio se viene abajo. Por eso estallan en negación, rabia, insultos, teorías delirantes. Es la psicosis de una mentira histórica en pleno colapso.
La verdad ya está fuera. Y no volverá a la jaula
Hoy, el mundo entero ha visto con claridad: quién tortura; quién desaparece; quién seca cuerpos hasta convertirlos en esqueletos; quién devuelve prisioneros muertos; quién encierra niños; quién practica abusos sexuales; y quién trata a sus rehenes con humanidad pese a la guerra.
Ese registro —moral, político y visual— es imborrable.
Conclusión
El régimen sionista puede gritar, mentir, manipular y acusar de “lavado de cerebro” a quienes sobrevivieron para contar la verdad.
Pero su relato ya está resquebrajado.
Cuanto más hablen los liberados, cuanto más se difundan sus voces, más quedará expuesta la naturaleza real de un sistema que necesita del miedo, la tortura y la deshumanización para sostenerse.
La verdad está saliendo a la luz con una fuerza incontenible.
Y ninguna maquinaria propagandística, por poderosa que sea, puede detener lo inevitable.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
4 de Diciembre de 2025