UPAL. La coordinación de seguridad… una traición nacional disfrazada de política

Editorial de la Unión Palestina de América Latina –                                  UPAL 

Desde la firma de los Acuerdos de Oslo, lo que se conoce como coordinación de seguridad entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y la ocupación sionista ha sido presentado como una medida necesaria para “mantener la estabilidad”. Pero la dolorosa realidad que todo palestino conoce es que dicha coordinación nunca fue para proteger al pueblo, sino para proteger al ocupante y garantizar la continuidad de su dominio sobre la tierra y sobre las personas.

Mientras el enemigo sionista asesina a los combatientes de la resistencia en Gaza y Cisjordania, demuele viviendas, expulsa familias y mantiene el asedio sobre ciudades enteras, los aparatos de seguridad de la ANP se dedican a perseguir y encarcelar a los resistentes, desmantelar redes de defensa popular y entregar información a los servicios de inteligencia israelíes. Este hecho vergonzoso ha convertido a la autoridad en un brazo auxiliar del aparato de ocupación, en lugar de ser un escudo que defienda a su pueblo del agresor.
Bajo el eslogan de “evitar el caos”, la ANP justifica su colaboración con el enemigo, como si el verdadero caos no fuera precisamente la ocupación y su sistema de terror diario. ¿Qué estabilidad puede existir bajo un régimen que asesina niños, profana lugares sagrados, arranca olivos y construye asentamientos sobre los restos de los pueblos palestinos destruidos? La estabilidad de la que habla la ANP no es la del pueblo, sino la de las sillas y privilegios de una élite desconectada.
La coordinación de seguridad se ha convertido en un instrumento para reprimir la resistencia, dividir al pueblo y prolongar el desgarrador estado de fragmentación nacional. Es una traición constante, ofrecida día tras día en el altar de la política bajo el nombre de “compromisos de Oslo” y “cooperación internacional”. Pero, ¿qué legitimidad puede tener una autoridad que coopera con el enemigo contra sus propios hijos?
Quienes persisten en este camino cargan con una responsabilidad histórica y moral. Cada resistente encarcelado por la ANP es un testimonio de esta traición. Cada información transmitida al ocupante es una bala en el corazón de Palestina. La sangre de los mártires de Yenín, Nablus y Hebrón no se limpia con comunicados diplomáticos ni con declaraciones vacías sobre “coordinación limitada”.
Ha llegado la hora de decir la verdad con firmeza: la coordinación de seguridad es un proyecto sionista ejecutado con manos palestinas, cuyo objetivo es impedir cualquier levantamiento o resistencia que amenace la existencia del ocupante. Quien participa en él o calla ante él, participa en la traición a Palestina.
La liberación no se logra cooperando con el enemigo, sino resistiendo contra él. La verdadera seguridad es la del pueblo que lucha, no la del colono que roba. La dignidad del país sólo se preserva rompiendo los lazos de esta infamia y reconstruyendo el proyecto nacional sobre las bases de la resistencia, la unidad y la lealtad a los mártires.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
23 de octubre de 2025

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